Keith Richards
A comienzos de 1976, los Rolling Stones atravesaban por un período complejo. Entre el embate de las nuevas tendencias del rock y el estancamiento creativo, la banda intentaba sacar adelante su siguiente álbum Black and Blue, pero se mantenía dispersa. Entre drogas y problemas legales, el guitarrista Keith Richards recibió una gran noticia; su pareja Anita Pallenberg, dio a luz a un niño prematuro al que llamaron Tara.
Pero no pudo disfrutar a su retoño por mucho tiempo. Poco después, Richards, quien estaba sumido en la adicción a la heroína, debió embarcarse en la gira europea de los Stones. ”Keith tenía un aspecto cadavérico, y tocaba aún peor. Se consumía mucha heroína con constantes problemas en los pasos fronterizos”, detalla Borja Figueroa en su libro Los Rolling Stones.
Mientras la banda ofrecía shows muy flojos, incluso con los teloneros The Meters sonando a un mejor nivel, a Keith le llegó una llamada desde Suiza, donde residía por entonces. “Anita le contó que Tara, de once semanas, se había ahogado en la cuna. Anita cogió un avión rumbo a París para estar con Keith y pasar juntos el dolor. Se habló de suspender la gira, pero Keith lo rechazó, la amenaza del bajón era demasiado grande”.
Como pudo, Richards se mantuvo tocando, aunque lejos de su mejor nivel, lo que sumado al dolor, intensificó su adicción a la droga. “Los restos del niño se incineraron en Ginebra, y al acabar la gira, Keith y Anita se instalaron en un hotel de Londres. Nunca volvieron a Suiza”.
Eric Clapton
La mañana del 20 de marzo de 1991, fue la más dolorosa que vivió Eric Clapton. Por esos días, el guitarrista estaba en Nueva York tras la gira promocional de su álbum Journeyman, y llevaba tres años sin beber alcohol, gracias a un tratamiento de rehabilitación. Entonces, coincidió que su hijo Conor, de 5 años, estaba de paso en la ciudad junto a su madre, la modelo italiana Lory del Santo y su pareja.
Clapton no veía muy a menudo a su hijo, pero aprovechando que estaban en la misma ciudad, decidió retomar la relación. Una noche pasó a buscarlo y lo llevó a una función circense que dejó maravillado al pequeño. “Era la primera vez que me lo llevaba yo solo y estaba nervioso y emocionado a la vez. Fue una noche increíble. Conor no dejó de hablar y se lo pasó especialmente bien viendo los elefantes. Me hizo darme cuenta por primera vez de lo que significaba tener un hijo y ser padre”, explica en Clapton: autobiografía.
Lo pasaron tan bien, que el músico acordó con su madre pasar a buscar al chico al día siguiente para llevarlo al Zoológico, hasta que ocurrió la tragedia. “El salón principal tenía a un lado unas ventanas que iban del suelo al techo y que se podían poner en voladizo para limpiarlas. Pero no había barandillas en las ventanas, porque el edificio era un condominio y no estaba sujeto a las normas de edificación habituales. Esa mañana el conserje estaba limpiando las ventanas y las dejó abiertas”, cuenta el músico.
“Conor estaba corriendo por el departamento, jugando al escondite con la niñera, y mientras Lori estaba distraída hablando con el conserje, que la avisaba del peligro, él entró corriendo en la habitación y fue directo a la ventana. Después cayó cuarenta y nueve pisos hasta que aterrizó en el tejado de un edificio de cuatro plantas adyacente”, recuerda. Él se enteró porque la desconsolada madre lo llamó por teléfono para avisarle.
La tragedia lo devastó. Pasó los siguientes semanas entre Inglaterra y la isla de Antigua tocando la guitarra sin más. Allí poco a poco le empezaron a salir canciones, entre estas, una que se convertirá en un clásico de su discografía, Tears in heaven, la que alcanzó el número 2 en el ránking Billboard Hot 100.
Robert Plant
Si para los Stones le medianía de los setentas había resultado dura, también lo era para Led Zeppelin. No solo porque eran desafiados por la oleada punk, que los consideraba “unos viejos”, sino que habían sumado problemas antes de volver a las giras. En 1975 un accidente automovilístico en Rodas, Grecia, dejó a Robert Plant con graves heridas lo que llevó casi un año de rehabilitación. Incluso, grabó las voces del álbum Presence, en silla de ruedas o en muletas.
Pero volver a la carretera no sería sencillo. Cuando ya estaban listos, una sorpresiva laringitis afectó a Plant lo que obligó a retrasar el inicio de la gira. Peor aún, la banda no pudo ensayar porque ya habían enviado todos sus equipos al extranjero. Así, solo con la experiencia, pudieron volver a tocar. Pero las tragedias no se acababan; los shows fueron poco inspirados e incluso hubo episodios de violencia, como un grupo de fans que intentó entrar sin boleto, a la fuerza, a un show en Cincinnati, lo que ocasionó enfrentamientos con la policía. Pero lo peor estaba por venir.
Estaban en Nueva Orleans, cuando a Plant le avisaron que su hijo mayor, Karac no estaba bien. “La primera llamada telefónica decía que su hijo estaba enfermo”, recuerda el gerente de la gira, Richard Cole, en charla con el portal Ultimate Classic Rock. “Y en la segunda llamada telefónica, desafortunadamente, Karac había muerto en ese momento”. Se dijo que la causa fue una infección estomacal.
El hecho gatilló un profundo remezón en la banda. Aunque sus compañeros le dieron espacio para que Plant fuera a casa a pasar el momento amargo junto a su familia, solo el baterista John Bonham lo acompañó en esos días; ni Jimmy Page, ni John Paul Jones, asistieron al funeral. “Durante los momentos más oscuros de mi vida, cuando perdí a mi hijo y mi familia estaba en desorden, fue Bonzo (Bonham) quien vino a mí. Los otros muchachos eran [del] sur [de Inglaterra] y no tengo el mismo tipo de etiqueta social que tenemos aquí en el norte que en realidad podría salvar ese incómodo abismo con todas las sensibilidades necesarias”, detalló el cantante en charla con Onstage Magazine, en 2013.
Incluso, Plant deslizó la posibilidad de no seguir en la música. “Estaba pensando en dejar el grupo, pero Jimmy Page me impidió hacerlo”, contó tiempo después. Pero de todas formas, junto a los excesos en las giras, algo de la energía vital del grupo se había ido. “En el 77′, cuando perdí a mi hijo, realmente no quería andar dando vueltas”, dejó en claro el músico. Posterior a la tragedia, la banda solo editó un álbum In Through the Out Door, hasta que la muerte de Bonham, en septiembre de 1980 daría el golpe definitivo.
Zeta Bosio
El bajista de Soda Stereo, pasó por el terrible episodio de perder a su hijo Tobías en 1994. Ocurrió cuando los dos hijos del artista, Simón y el mencionado Tobías, eran llevados al jardín por otra apoderada. En una esquina, el automóvil fue impactado por otro vehículo. Ahí comenzó un brutal incendio.
Mientras las llamas devoraban tapices y fierros, la mujer logró sacar a Simón, pero cuando intentó sacar a Tobías, no lo consiguió. El menor estaba asegurado a una silla, y la violencia de las llamas fue obstáculo insalvable; murió en el coche. A su padre, lograron ubicarlo solo horas después.
“El día más triste de mi vida fue cuando enterramos a Tobi en el cementerio de San Fernando, en la bóveda de mi familia”, señaló Zeta en charla con LUN. “Sus pulmones estaban tomados por el humo de la combustión”, agregó.
El suceso impactó al círculo de Soda Stereo, por entonces, se encontraban alejados por los proyectos de Gustavo Cerati y su vida en Santiago. “De pronto todo el círculo de Soda Stereo volvía a encontrarse en los pasillos de un hospital después de un año y medio alejados -detalla Juan Morris en su biografía de Cerati-. El shock fue tan grande que la única forma de reaccionar que encontraron fue restaurar las cosas y, al poco tiempo, Gustavo, Zeta y Charly, volvieron a encerrarse en una sala como en los viejos tiempos”.
Nick Cave
La tragedia se ha ensañado con el músico australiano. En siete años ha debido enfrentar la terrible situación de enterrar a dos de sus hijos. El primero fue Arthur, fruto de su relación con su actual esposa Susie, quien falleció a los 15 años, en 2015, tras precipitarse a una barranco luego de consumir drogas alucinógenas.
El suceso golpeó al músico. Tanto, que lo llevó a su obra. Su álbum de 2019, Ghosteen, es un trabajo ambicioso formado por dos partes, llamadas Los Padres y Los Hijos. Ahí, destiló todo su dolor, en reflexiones sobre la consolación en medio del torbellino de emociones disparadas. “Existe un corazón puro, pero a su alrededor es un caos”, escribió Cave.
Pero la tragedia se repitió. Hace unos días, él mismo debió confirmar la muerte de su hijo mayor, Jethro, fruto de una relación anterior con la modelo Beau Lazenby. El músico tardó siete años en conocerlo, al estar inmenso en el vaivén de excesos y drogas que marcaron buena parte de su trayectoria, y de alguna forma lo elevaron a su estatus como artista en los noventas. “Tengo dos facetas: una es constructiva, la otra tremendamente destructiva”, ha reconocido.
Aún no hay mayores detalles de lo que ocurrió con Jethro, quien falleció a los 31 años en Australia, tras hacer una carrera entre el modelaje y la actuación. De todas formas, el muchacho tenía un historial de abusos y violencia hacia su pareja y hacia su madre, que lo condujeron a prisión. El pasado 5 de mayo había sido liberado bajo fianza con la condición de someterse a un tratamiento de rehabilitación y evitar el contacto con su madre. El abogado de Jethro, Sean Ghattas, señaló que su cliente padecía de esquizofrenia, lo que le provocaba reacciones violentas. Como sea, la tragedia volvió a golpear a uno de los hombres más oscuros del rock.