De Sex Pistols a The Smiths: la Reina Isabel II en canciones
Alejada de las convenciones de la música popular -prefiere las canciones de musicales-, la reina de Inglaterra ha despertado la curiosidad y la palabra crítica de algunos músicos que la han incluido de alguna forma en sus composiciones. En Culto revisamos algunos momentos en que el pop se ha cruzado con el poder real.
En 1952, el año en que la Reina Isabel II ascendió al trono británico, se inició la afamada lista de sencillos en el Reino Unido. Dos hitos que no necesariamente se encontraron, ya que la monarca no es una seguidora de la música pop. En 2016, se reveló una lista con sus 10 piezas musicales favoritas y solo figuraba una canción lanzada durante su reinado, Sing del ex Take That, Gary Barlow junto a la Commonwealth Band. El resto, canciones de musicales y números old fashion de artistas como Fred Astaire y Vera Lynn, entre otros.
Antes de la blasfemia punk de God Save the Queen, la primera canción que hizo referencia a la Reina, fue I Was There (At the Coronation), de Young Tiger, lanzada en 1953. Una alegre composición en clave calipso, que detallaba la ceremonia de coronación desde el punto de vista de un testigo que se ve sorprendido ante la pompa de realeza. “Su majestad se veía realmente divina, en su túnica carmesí, forrada con su mente”, dice la letra.
Ya hacia los sesentas, entre el surgimiento del swinging’ London y el gobierno laborista de Harold Wilson, se abrieron otras pequeñas chances de incluir a la monarca como un personaje en canciones. En David Watts, de The Kinks, el amargado hombre común se queja de que nunca la ha conocido y en Her Majesty, el breve track acústico que cierra el álbum Abbey Road, de The Beatles, se escucha a Paul McCartney cantar en clave humorística: “Su majestad es una linda chica, pero ella no tiene mucho que decir”.
Fue precisamente a través de los Beatles, en que la Reina marcó su presencia en una era efervescente de cultura pop. El 26 de octubre de 1965, los Beatles fueron recibidos en el palacio de Buckingham, donde recogieron, de manos de la soberana sus medallas que los acreditaban como miembros de la orden del Imperio Británico. “Estaba este guardia que nos decía cuánto, cuántos pasos y cómo hacer una reverencia cuando conocías a la Reina -recordó John Lennon en una entrevista de 1967-. Cada vez que leía los nombres y llegaba a Ringo Starr, se reía a carcajadas”.
La ocasión es célebre por el mito de que los de Liverpool fumaron marihuana en el palacio, pero el mismo George Harrison se encargó de precisar los hechos, años más tarde. “Nunca fumamos marihuana en la investidura. Lo que pasó fue que estábamos esperando para pasar, parados en una fila enorme con cientos de personas, y estábamos tan nerviosos que fuimos al baño. Y ahí fumamos un cigarrillo, todos éramos fumadores en esos días”.
La reina está muerta
Con su habitual interés en los personajes, Morrissey incluyó menciones a la Reina en algunas de sus letras. En Nowhere Fast, incluida en Meat is Murder (1985), el segundo álbum de los Smiths, asegura con su particular humor que “me gustaría dejar caer mis pantalones a la reina, todo niño sensato sabrá lo que esto significa”.
En el caso de los Smiths, la referencia más evidente está en The Queen is dead, una canción extraña y acelerada, que además dio nombre al célebre álbum de 1986, en que Morrissey plantea algunas repasadas a la monarquía, pero en rigor era mucho más una referencia a un cierto espíritu decadente en la sociedad británica. “La reina esta muerta, muchachos, y está sola en el limbo”, canta. Incluso dedica unas líneas a otro integrante de la familia real: “Carlos, ¿nunca anhelaste aparecer en la portada del Daily Mail vestido con el velo de novia de tu madre?”.
El mismo Morrissey explicó su texto en charla con NME. “No quería atacar a la monarquía como una especie de monstruo cancerbero, pero descubro que, a medida que pasa el tiempo, esta felicidad que teníamos se esfuma lentamente y es reemplazada por algo que es completamente gris y completamente triste -señaló en 1986-. La idea misma de la monarquía y la Reina de Inglaterra se está reforzando y haciendo que parezca más útil de lo que realmente es. Todo parece una broma. Una broma horrible”.
Más directos fueron los Sex Pistols, hijos de la era de desencanto de los setentas, en que la monarquía no podía representar menos que un pasado descompuesto en filas de desempleados, tardes grises y la única certeza de que no había futuro. El mensaje, comprimido en furia punk de tres minutos, se lanzó en God Save the Queen (1977), el que convenientemente hicieron coincidir con el jubileo por los 25 años en el trono de la soberana, y una frustrada actuación desde el Támesis.
“Estaba expresando mi punto de vista sobre la Monarquía en general y sobre cualquiera que implique su obligación sin pensarlo”, le explicó el cantante de los Pistols, John Lydon (Johnny Rotten) a Rolling Stone. “Eso es inaceptable para mí. Tienes que ganarte el derecho de invocar mi amistad y mi lealtad”.
Otros que han mencionado a la reina han sido bandas tan disímiles como Manic Street Preachers, Dirty Pretty Things, Blur, y varios tantos que de cuando en cuando remiten al siempre dispuesto ánimo inglés de mirar hacia dentro, como una repasada por las viejas glorias de un coloso imperial que se difuminó en el poder real, pero que supo extenderse como uno de los ejes del mercado musical mundial
Pero no todo es rabia. También hay algo sobre sueños comunes alrededor de una figura omnipresente; esa es la idea tras Dreaming of the Queen (1993), de los Pet Shop Boys. “Leí que uno de los sueños más comunes que comparte la gente es que la Reina viene a su casa”, explicó en su momento el cantante Neil Tennant. “A veces es un sueño de ansiedad y a veces es un sueño agradable”.
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