Manuel García: “Volver a comenzar te enseña que este camino se hace con humildad o no se hace”
El trovador ariqueño, reciente ganador del premio Pulsar a Mejor cantautor, acaba de publicar El caminante, un álbum concebido originalmente en el marco de la celebración de sus 50 años, pero que se retrasó a causa de la pandemia. En charla con Culto se explaya sobre las claves del disco, las dificultades en la vuelta a los escenarios, y como la música ha generado un eje vital en su existencia; desde los días en que cantaba con su padre, a lo pasos que dan sus hijos en el rubro. “Uno ya fue el puente entre una guitarra y otra”, señala.
Partió como una celebración. La idea era marcar los 50 años de Manuel García con un disco que resumiera su carrera junto a una selección de invitados. Un hito al que se sumó un concierto de larga duración en el Teatro Nescafé de las Artes. Ese fue el origen de El Caminante, el disco de colaboraciones, ya disponible en las plataformas digitales, a casi dos años desde su concepción original, pandemia y estallido mediante.
“Era para celebrar los 50 años -recuerda García- ese año que hicimos el Nescafé yo me iba de gira, terminaba de hacer grabaciones con algunos compas y publicábamos el disco a fin de año y ya está. Pero todo esto se fue alargando a medida que fueron pasando todos estos eventos”.
El álbum reúne a un variopinto grupo de voces del continente como Eva Ayllón, Silvio Rodríguez, Pedro Aznar y hasta a Mon Laferte y Francisca Valenzuela. Esa apertura y las experiencias ganadas en viajes y noches de intercambio musical, explican el título. “Es muy justificado que el disco se llame El caminante. Cuando he compuesto música que tiene aire a algún país, no lo hago por quedar bien. Por ejemplo, Medusa la compuse cuando entendí por qué a mi abuelo le gustaban tanto las músicas del cine mexicano, pero estando ahí en la Plaza Garibaldi. Lo mismo en España cuando he cantado con gente joven, con la música, la bebida, la conversación, un libro. Ahí he incorporado algo a una canción mía porque me sale espontáneo”.
Además, la ocasión permitió concretar en el formato disco algunos cruces más informales. “Algunos artistas amigos me habían pedido antes cantar estas canciones en algún momento, de manera informal. Por ejemplo, con la Mon habíamos cantado La danza de las libélulas en su casa, en momentos familiares. En el caso de la Fran ella estuvo en la primera grabación de Alfil [del álbum S/T]. Esa vez pasó por el estudio y le pedí que hiciera unas voces, era muy poco. Ahora es una versión más extendida”.
Otras colaboraciones ya conocidas, como la de El viejo comunista junto a Silvio Rodríguez, son una referencia a los primeros años de su carrera, cuando se hacía un espacio a punta de poesía y guitarra de palo. “Es refrendar los años del adolescente que se compromete con la guitarra y siente que su camino va a ser el de la trova -detalla-. Ahora a Silvio lo vi un ratito en Madrid. No supe qué decirle porque son muchas emociones juntas ajaja (ríe), simplemente le di las gracias por cantar la canción, a lo que él hizo un gesto muy noble con la cabeza”.
-Alguna vez nos decías que en tus inicios veías a cada álbum como un capítulo distinto ¿cuál sería este?
-Uno se va haciendo mayor, entonces yo diría que uno ya fue el puente entre una guitarra y otra. El tiempo para hacer discos y otras cosas es menos, entonces hay que pensarlo de mejor manera tratando de distribuir las experiencias. Es como si ya han pasado los dos tercios de una película o un libro en este caso.
El músico complementa con un vínculo familiar. “Yo aprendí la guitarra de mi padre y ahora estoy aprendiendo música de mi hijo Emilio que ahora entró a la ProJazz a estudiar. Está muy entusiasmado con el arte y la guitarra, entendiendo muchas cosas que yo no conocía”.
A partir de los intereses de sus hijos ha expandido sus horizontes. Uno de ellos, cuenta, ha mostrado acercamientos con la música urbana. “Mi hijo del medio mete a la casa a todo el que se encuentra y rapea. En pandemia, de repente, cuando había espacio se metían a grabar con mis cosas en el living. Pero el mayor está metido en el mundo de la armonía, le gusta Steve Vai en la guitarra, conecta con Quincy Jones. Me pone contento porque me explica cosas. Curiosamente tiene el mismo profesor de teoría que yo tuve en la Católica, Víctor Saavedra. A mí me iba más o menos nomás en teoría, me costaba, pero a mi hijo le está yendo muy bien”.
El vínculo de la sangre también llegó al álbum con la revisión de Medusa (de Retrato Iluminado), grabada junto a su padre, Manuel. Una idea que nació durante sus visitas al norte, cuando el músico vio a su progenitor tocar sus canciones, a pura guitarra. “Un día le dije, ya cantémosla, y a la gente le gustó, se emocionó mucho. Finalmente mi mánager me sugirió su participación porque la gente lo pedía, en el fondo. Es bien especial para mi, porque siento que mi papá se ganó solo la posibilidad de ser invitado, no fue la chochería. Era algo que la gente quería escuchar y ahí está”.
Además, García detalla que su padre fue una figura clave en su acercamiento a la música. “Yo empecé a cantar con él de chiquito, a los 3 años. Me levantaba en la madrugada cuando llegaba con los amigos a la casa, a celebrar algo, ahí tenía que estar yo. Es también un gran escuchador de música, con un oído muy abierto; llegaba con música clásica, rock, folclor, bandas sonoras de películas”.
Recomenzar
Hace algunos días, Manuel García fue reconocido como Mejor Cantautor en los Premios Pulsar, por su álbum Compañera de este viaje, lanzado en 2021. “No lo esperaba, de verdad. De haberlo esperado hubiera preparado unas palabras más claras de lo que hablé. Agradezco a todos los antiguos y viejos compositores chilenos y de todo el mundo que nos han inspirado. Estoy contento con el premio porque siento que lo puedo compartir”.
En la ceremonia, además, García presentó una de las categorías. Una ocasión en que abogó por el regreso de los aforos completos en los shows, tras el retroceso de la RM a fase de Medio Impacto sanitario que volvió a establecer algunos límites para los espectáculos en vivo.
Cuando se le pregunta si considera necesaria mayor ayuda por parte de las autoridades, el ariqueño es directo. “Yo creo que los artistas estemos esperando ayuda, es bien miserable. Debiera ser una cosa natural entre el gobierno y su pueblo; abrir los espacios donde la gente que se educa, a través del arte se cuida y cuida al vecino. Una sociedad sensible, se hace sensible a través de la cultura. Esa sensibilidad evita que la gente se ande disparando y robando. Al desconocer la cultura, se desconoce la capacidad de un pueblo para generar autocuidado y protección social en torno a la comunidad”.
En lo inmediato el artista se embarca en una gira nacional y en los próximos días anunciará un concierto en solitario en el Movistar Arena. “Es la oportunidad de agradecer y juntar a la gente en un espacio en que podamos disfrutar y recorrer el trabajo de estos últimos años, en una puesta en escena de largo aliento”. Y asegura que el regreso a los shows presenciales le ha permitido volver a valorar la energía de la audiencia y sacar algunas lecciones. “Pude sentir una vez más en el escenario, multiplicado por millones, la importancia que tiene el público para que las canciones estén vivas y no sean piezas de museo. Y lo otro, es la humildad de aprender a comenzar de nuevo. No era fácil volver a sentarse en el taburete, no pisar los cables, acordarse por donde uno entra y sale. El tener que recomenzar te enseña que este camino se hace con humildad o no se hace”.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.