Si una cosa tenía clara el joven Bastián D’Amonte al salir del colegio en su natal Talca, era el camino que deseaba seguir. Fue un par de años antes de la pandemia cuando decidió que deseaba dedicarse a la música. Inspirado en las Batallas de gallos, en que jóvenes raperos lanzan sus rimas, había escrito sus primeras canciones y sumaba algunas presentaciones. Pero ahora quería hacerlo en serio, bajo su identidad de AK4:20.

“Al principio mi mamá me decía que esto era hobby -cuenta-. Pero cuando ya me vio en la música ahí ya se soltó y toda mi familia me apoya. Tenía que ir con esa mentalidad, porque mi mamá me dijo que si no cantaba, tenía que estudiar sí o sí. Quizás más adelante pienso en sacar alguna carrera, a lo mejor tomarme un tiempo largo y dejar mucha música grabada, no sé. Todo se va a ir dando”.

Foto: Andrés Perez

Y la apuesta resultó. Hoy, a sus 20 años, AK4:20 es uno de los nombres capitales de la música urbana chilena. En 2021 fue el segundo artista nacional más escuchado en Spotify y tres de sus canciones entraron en el Top 5 de los temas más escuchados de la plataforma. Hoy, el hit Me arrepentí, en colaboración con Pailita y Cris MJ, se mantiene en el Top 10 y ya le hizo ganar su primer disco de oro y platino. Un fenómeno total, que acumula nuevos hitos: acaba de firmar por la multinacional Warner Music y su compañía de distribución, Ada Latin, y anunció su primer show en solitario en el Teatro Caupolicán. “Yo tranquilo, nomás, paso a paso”, dice.

Aunque la música es el eje de su presente, reconoce que no era algo que le interesaba de niño. “No, pero todos me dicen que de chico era como florerito, si me decían que bailara, bailaba, tenía perso. Escuchaba todo lo que ponían en la casa. Mi papá escuchaba a Marco Antonio Solis, mi mamá a Camilo Sesto, son muy abiertos. Mi papá canta súper bien, es un crack, de ahí saqué el talento. Y mi mamá cantó en un coro”.

Fue durante la adolescencia en que los beats y las rimas llegaron a su vida. “Como a los 15 empecé con el freestyle, en esa época se estaban haciendo conocidas las batallas de gallos; agarraba el ritmo y empezaba a rapear en el Liceo. Después en IIIº Medio empecé a escribir. Tarareaba con los audífonos puestos en clases y escribía letras porque me aburría. Una compañera me retaba ‘ya pos cállate’, me decía. No me daba cuenta que se escuchaba”. Así, poco a poco, comenzó a presentarse allí donde pudiera. “Al principio íbamos a cantar gratis a diferentes lugares, en cumpleaños, cosas así”.

En esos días también conoció a otro joven que se hacía de un nombre; Matías Muñoz, hoy conocido como Marcianeke, otro de los referentes del género urbano en el país. “Tenemos un tema juntos, Sin timidez, lo grabamos afuera de mi liceo. Él se escapó del Liceo, yo me escapé del mío, lo fuimos a grabar en la tarde. Después nos separamos. Él tomó su camino, yo tomé mi camino, somos dos rubros súper diferentes. Que nos siga yendo bien a los dos y tiremos para adelante”.

Una estrella desde Talca

Hacia 2018, AK4:20 lanzó sus primeras canciones, Modo Aladdin y Tripi Dont’ Piki. Al año siguiente llegó su primer éxito en las plataformas, Ella se arrebata. Así, comenzó a forjarse una fanaticada juvenil que fue en alza. “Al principio nos alegrábamos cuando teníamos 300 vistas, después 1000 y eso ya era mucho, era locura. Ahora ya hay millones. Sacamos un tema y decimos ojalá que llegue al millón en 24 horas, esa es la meta de todo artista”.

Eso le permitió llevar una agenda de presentaciones en diferentes lugares, incluso con las primeras aventuras en el extranjero, con viajes a destinos como República Dominicana, Miami y Nueva York. “Miami es un lugar de ensueño. Pero no conocimos mucho porque fuimos todos los días al estudio. Salíamos a las 7 de la mañana, nos íbamos a dormir, nos levantamos a las 3, comíamos y volvíamos al estudio de nuevo”.

Foto: Andrés Perez

Por entonces llamaba la atención por su particular alias artístico. “AK sale del arma, el AK47, porque yo disparo las rimas así rápido y el 4.20 es porque nos gusta fumar -explica-. Igual el AK igual pueden tomarlo de otra forma afuera y la marihuana no le hace daño a nadie. Pero en casa soy el Bastián nomás”.

El Bastián es un muchacho de ojos celestes que gusta del básquetbol -juega en una liga amateur en su ciudad-, amante de las papas fritas, de labia tan rápida como sus rimas y con nueve tatuajes repartidos en su cuerpo. Entre estos, los nombres de sus hermanos, la fecha de nacimiento de sus padres, un tío rico Mac Pato con un saco de dinero (“para que no falte la plata”, dice) y por supuesto, un llamativo AK4:20 en su antebrazo derecho. Acaso como una forma de llevar su gran proyecto de vida grabado en la piel.

Con la pandemia los shows se detuvieron, pero no las reproducciones. Fue entonces que algunos de sus temas como Rata Tan Tan y Siempre Fine, comenzaron a generar mayor interés. “En la pandemia explotamos y no podíamos hacer shows, después todos querían ir a los shows del AK porque era el único que no había hecho shows -recuerda-. Ahí obligado a hacer música nomás. No podíamos hacer mucho”.

Así llegó Me arrepentí, el hit que lo juntó con Pailita y Cris MJ, que superó los 45 millones de reproducciones en Spotify y 30 millones de vistas en YouTube. “Ese tema lo íbamos a hacer solos, pero a mi hermano que es mi mánager se le ocurrió montar a alguien. Ahí montamos a Pailita, después le preguntamos al Cris si se quería montar en el tema. ‘Ya, mándamelo’, me dijo. Se lo mandé un día martes, grabó el miércoles y el jueves le hicimos el video. Al Pailita lo conozco desde hace tiempo ya, desde el tiempo del freestyle y al Cris lo conocí hace un tiempito”.

Pero tras la reapertura, comenzó una intensa rutina de presentaciones en discotecas y salones de eventos. “No paramos desde agosto, tengo shows todos los fines de semana. Viajamos viernes, sábado, a veces los domingo. El lunes se me pasaba volando y después martes y miércoles la cosa bajaba. Pero ya el jueves sabía que tenía que estar listo otra vez. Esos días los paso con la familia, no somos mucho de salir en Talca. No nos hace problemas viajar para acá”.

Tal como le ha ocurrido a otros exponentes del género, en los shows no faltan los incidentes. “Hemos estado en shows y han tirado balazos, igual da susto pero ahora ya estamos acostumbrados. Aunque como de 50 shows en 3 tiran balazos, igual es nada”.

A diferencia de otros artistas de provincia que emigran a la capital en busca de la oportunidad, AK4:20 se ha mantenido en el terruño. “Viajo constantemente porque en Talca no hay estudios de grabación. Entonces tengo que venir a Santiago, generalmente viernes y sábado. Yo entro, grabo y me voy. Soy súper simple en eso”.

En eso último, el joven artista no exagera. A tono con los tiempos de internet, procura producir canciones en el menor tiempo posible y así llevarlas rápidamente a las plataformas digitales. Por ello, dice que en general escribe sus canciones casi en el momento. “A mí me gusta llegar al estudio, que me muestren la pista y grabar al tiro. No me complica. Los temas antiguos íbamos en la tarde a grabar, hacíamos la carátula en la noche y lo soltábamos al día siguiente a las 4.20. Así, como si nada”.

Pero por ahora, prefiere mantenerse en su ciudad natal, donde vive junto a sus 5 hermanos, sus padres y un tío. “No he pensado en venirme. Vivimos todos juntos, estamos arreglando la casa, le hicimos una piscina, pero ya nos queremos ir, comprar un terreno. Es que ya todos saben que el AK vive ahí, te tocan el timbre, nosotros miramos por las cámaras, vemos que están afuera, pero ahí salgo a tomarme una foto”.

Foto: Andrés Perez

Mientras, su carrera ha sumado hitos. Fue parte del festival urbano Super Smash, con éxito de convocatoria en el Movistar Arena, y se alista para su debut en solitario en el Caupolicán. “Va a ser un antes y un después porque va a marcar mi historia -asegura-. Ahí vamos a hacer algo bonito para mostrar al público que nosotros sí trabajamos y hacemos algo bonito. Lo vamos a dejar en sorpresa”.

Por ahora, simplemente trata de disfrutar el momento. “Ver a la gente coreando las canciones, como que se te aprieta la guata. Te da esa sensación de felicidad, de alegría, como que lo estamos logrando”. Pero tiene su objetivo claro. “Estamos proyectando en grande, hay que pensar siempre en grande”.

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