Master of Puppets: historia del himno de Metallica que sacudió a Stranger Things
Compuesta para su álbum del mismo nombre de 1986, es una de las canciones más importantes de la banda, en un período en que decidieron expandir el camino musical abierto en Ride the Lightning. Acá la historia de un clásico que se ha vuelto a colar en las listas del streaming.
Si de una cosa estaban seguros los músicos de Metallica, hacia el verano boreal de 1985, era que el nuevo set de canciones que habían compuesto en esa temporada, era de lo mejor que habían hecho hasta el momento. “El cuarteto se había pasado meses confinado en el mohoso garaje del 3132 de Carlson Boulevard, consagrado a la tarea de explorar nuevas sendas musicales y no dejar un riff sin probar”, detallan Paul Brannigan e Ian Winwood en la biografía Nacer, crecer, Metallica, morir. En esas sesiones, se dio forma a Master of Puppets, el tercer disco de estudio y uno de los fundamentales en la historia del grupo.
Por entonces ya había pasado algo más de un año y medio desde la grabación de Ride the Lightning (1984) y tras los meses de giras, estaban muy pulidos y prestos para trabajar. “La mayor parte del disco se escribió en mayo y junio de 1985, pillando las mejores ideas que habíamos ido reuniendo el año anterior en nuestras cintas con riffs -cuenta Lars Ulrich en la biografía-. No hubo nada muy diferente, ahí solo estábamos James y yo sentados como siempre, con un montón de cintas e intentando sacar algo en claro tanto de sus ideas como de las de Kirk”.
Aunque la banda era controlada por la sociedad de James Hetfield y Lars Ulrich, poco a poco, habían empezado a considerar ideas del bajista Cliff Burton, un músico talentoso y obsesivo, con mayor bagaje y conocimiento técnico. “Cliff ya llevaba unos años en el grupo, así que aportó muchas armonías y melodías. Nos costó un tiempo a James y a mí abrirnos a algunas de las propuestas de Cliff sobre armonía y melodía, porque en la vida habíamos tocado cosas así. Pero al final lo pillamos y empezó una fase de mayor experimentación”, recuerda Ulrich.
Para entonces, el camino estaba más claro. El grupo quiso profundizar en el tipo de canción larga y estructurada que había iniciado en Ride the Lightning. Por ello, no era raro volver a trabajar con el danés Flemming Rasmussen, el productor de aquel disco, y emular el sonido que habían conseguido en los estudios Sweet Silence, en Copenhague, Dinamarca. Y aunque buscaron algunas alternativas en EE.UU, no dieron con un estudio que les convenciera, por lo que decidieron volver a grabar a Europa. Eso sí, esta vez quisieron evitar las bajas temperaturas del invierno nórdico, por lo que la grabación comenzó en septiembre de ese año.
En Copenhague, los músicos alojaron en el hotel Escandinavia, en el centro de la capital. “Al igual que en Ride the Lightning, las sesiones de grabación se prolongaban durante la madrugada, puesto que arrancaban a las siete de la tarde para terminar al rayar el alba. Antes de empezar la jornada, la banda cenaba religiosamente en la casa que Rasmussen compartía con su esposa, Pernille, que se encargó de prepararles la comida a los músicos durante toda la grabación del álbum”, detalla la biogafía.
Una vez que los escuchó tocar, Rasmussen se dio cuenta que el grupo venía en mejor forma respecto al álbum anterior. “Habían dado auténticos pasos de gigante -cuenta en la biografía-. En cuanto a la técnica, se veía a la legua que desde la grabación de Ride the Lightning habían vivido prácticamente en la carretera. Y era obvio cuánto habían mejorado su técnica, en especial Lars, que había progresado una barbaridad”.
Obey your Master
Uno de los temas era Master of Puppets. Una canción de largos ocho minutos y medio y que rápidamente se impuso como una de las principales del disco, al punto que le dio el título al álbum. Los tiempos de las plataformas digitales le han dado un nuevo impulso debido a su aparición en el último capítulo de la cuarta temporada de Stranger Things. Y su historia, tiene algo de terrorífico.
“Master of Puppets trata más o menos sobre las drogas. Cómo cambian las cosas, en lugar de controlar lo que estás tomando y haciendo, son las drogas las que te controlan a ti. Fui a una fiesta aquí en San Francisco, estaban todos estos monstruos disparándose y jodiendo y esta otra chica estaba realmente enferma”, explicó James Hetfield a la revista Trasher.
De allí la letra que hace referencia a los delirios de un adicto. “Cegado por mí, no puedes ver una sola cosa, solo dí mi nombre, porque te escucharé gritar; maestro, maestro”. La misma idea se llevó al arte de la portada, en que se ven unas manos manejando unos hilos sobre las cruces levantadas en algún cementerio. Era el vínculo inevitable de la muerte, que acabó por rondar al grupo solo meses más tarde con el accidente que costó la vida a Cliff Burton.
El tema Master of Puppets permitió al grupo experimentar técnicas de grabación con el volumen y tono. Además, cuenta con dos solos de guitarra; el primero, durante el interludio instrumental, fue tocado por Hetfield. El segundo, mucho más rápido y agresivo, fue tocado por Kirk Hammett. Según Rasmussen, “Kirk tuvo que morirse de aburrimiento, porque en el disco únicamente tocaba los solos”.
De hecho, tras grabar sus contribuciones al disco, Burton y Hammett volaron de regreso a EE.UU, donde después se les reunieron Hetfield y Ulrich. Pero no tuvieron mucho de descanso. Con solo tres días de ensayos en el cuerpo, el 31 de diciembre se presentaron en el San Francisco Civic Auditorium. Una jornada que además incluía a Exodus y a Megadeth, la banda de Dave Mustaine, el exguitarrista expulsado de Metallica unos años antes, quien en los camarines hizo gala del comportamiento alocado que le había costado su salida.
Pero en esa noche, Metallica demostró que estaba enfocado en el asalto al éxito. Pese a los pocos ensayos, el grupo ofreció una actuación memorable ante un público extasiado que pareció confirmar el ascenso de la escena metalera de la costa oeste. Y más aún, cuando tocaron Master of Puppets por primera vez. Los “MASTER, MASTER”, del estribillo, se escucharon rotundos. Y más aún, cuando el disco se lanzó, en marzo de 1986. Según los datos del portal Songfacts, es la canción más tocado por Metallica en sus conciertos desde entonces (en 1.716 oportunidades), incluso se añadió en el disco en vivo S&M (1999), con un contundente acompañamiento de la orquesta dirigida por Michael Kamen. Un himno había nacido.
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