Las claves de Santa Evita según sus mentes creadoras
El cineasta colombiano Rodrigo García hace dupla con el argentino Alejandro Maci en la realización de la miniserie de siete episodios que se estrena este martes 26 en Star+ y que cuenta la historia del cadáver de Eva Perón. La pareja detalla a Culto el proceso de adaptar la novela de 1995 de Tomás Eloy Martínez y desmitificar a una figura que trascendió a la política.
Su primer acercamiento al texto se produjo a los pocos años de su lanzamiento, en 1995. Aún faltaba algo de tiempo para que iniciara su carrera como director de cine y series (con Cosas que diría con sólo mirarla, 2000), por lo que ni siquiera pensó en la manera en que se podría elaborar una adaptación de aquella historia sombría y rocambolesca ideada por Tomás Eloy Martínez y conocida con el nombre de Santa Evita.
A 27 años de aquella publicación que causó impacto en Argentina y diversos puntos del mundo conectados con Eva Perón, Rodrigo García se detiene en el filo de trasladar la historia de un medio a otro.
”Si me hubieran preguntado en ese momento, diría que probablemente no se podía contar en dos horas, como película, como largometraje”, señala a Culto el cineasta colombiano al hablar de una novela que le parece “excelente”.
Existieron múltiples intentos de la industria audiovisual por llevar a la pantalla la historia que sigue el sórdido devenir del cadáver de la exprimera dama de Argentina. Pero todo recién se alineó hace un par de años, cuando una idea que venía en desarrollo fue confirmada como una miniserie original de la plataforma Star+, la que finalmente la estrena con sus siete episodios este martes 26.
”Los derechos se iban adquiriendo y los derechos se iban venciendo y nadie la lograba remontar financieramente por distintos motivos, también por la oscuridad de la trama. Era un proyecto carísimo y un proyecto oscurísimo”, apunta Alejandro Maci, director de la ficción junto a García.
La dupla responsabiliza al auge de las miniseries como un factor determinante en que el proyecto consiguiera llegar a puerto. Mismo fenómeno que explicaría que su despliegue narrativo conserve gran parte de los elementos que transformaron a la novela en un título valioso a ojos de historiadores y lectores comunes.
”Nosotros cubrimos las mismas épocas que cubre el libro, que tiene episodios en la infancia de Eva, la adolescencia, la juventud, la vida adulta joven antes de conocer a Perón, en la época peronista, y luego la odisea del cadáver, que son 20 años, y lo post”, indica García. “Estoy contento con cómo se contó, pero creo que en siete (horas) apenas cubrimos todo”.
La serie va y vuelve con facilidad. “Contábamos obra, gracia, milagros, éxitos y fracasos en vida. Y todo un poquito contrapuesto con el futuro”, dice García. “Visualmente, el ir y venir entre la Eva viva y la Eva muerta para mí siempre era potencialmente uno de los aspectos más fuertes de la adaptación”, añade.
Antes de estudiar a cualquiera de los personajes que decidieron el destino de su cuerpo una vez muerta, la producción arranca mostrando la agonía de Eva Perón (Natalia Oreiro), horas antes de fallecer el 26 de julio de 1952 (el estreno coincidirá con la conmemoración número 70 de su deceso). De entrada, la figura gigantesca de los libros de historia se vuelve algo más carnal.
”¿Cómo narrar un personaje emblematizado sin que se vuelva la película, y en este caso la miniserie, un emblema superficial? Un emblema se ve desde afuera y nosotros tratamos de mirar desde adentro. Ese fue nuestro intento. Lo hayamos logrado en el nivel en el que lo hayamos logrado, nosotros siempre fuimos por la veracidad y por la autenticidad. Con lo cual, siempre había que deconstruir un aspecto que era como de orfebrería, de medallón” , expresa Maci.
Rodrigo García ha sido testigo de tibias o desafortunadas adaptaciones de la obra literaria de su padre, Gabriel García Márquez. Sin ir más lejos, actualmente participa en la versión serie que alista Netflix de Cien años de soledad, por lo que es un tipo de reto que conoce en detalle.
”Yo creo que las adaptaciones que se han hecho de los libros de Gabo en general no eran buenas, porque había demasiado respeto al libro. Yo creo que hay que adaptar más. Aquí (en Santa Evita) creo que la adaptación en general está bastante bien, porque nos tomamos también grandes libertades con la estructura misma”, asegura. “Creo que un poco de audacia siempre es necesaria”.
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