Pop, vestidos y películas: Harry Styles, la estrella que sacude los límites
Con el éxito de su nuevo álbum, Harry’s House, el inglés es el hombre del momento. En un lustro ha logrado instalar un lenguaje estético propio en que mezcla géneros sin tapujos y una propuesta musical deudora de su gusto por los setentas. Este año además, vuelve al cine. Acá, las claves de un ídolo de la nueva era.
A tono con la vida en pandemia, fue la dinámica del encierro con todos sus bemoles la que generó el álbum del momento. Harry’s House, el tercer largaduración de Hary Styles publicado en mayo de este año, surgió durante los días de confinamiento en que compartió con un grupo de amigos en una casa. Un momento en que pudo dejar su estatus de superestrella multiventas y enfocarse en otros asuntos que la vorágine de la fama no dejan entrever con total claridad.
“Me di cuenta de que esa sensación de hogar no es algo que obtienes de una casa; es más una cosa interna -señaló el inglés en una extensa entrevista a Better Homes & Gardens-. Te das cuenta de eso cuando te detienes por un minuto”.
Tras detenerse por la pandemia, Styles avanzó a paso firme. Una vez que salió a las plataformas digitales, acaso el escaparate de nuestros tiempos, el álbum Harry’s House se consolidó rápidamente como un fenómeno; solo en su segundo día acumuló la friolera de 69.5 millones de escuchas y se ha mantenido en el medallero del Top Álbumes Global de Spotify a dos meses de su publicación.
Además, su rendimiento se extendió a todos los formatos y hasta ahora, es el disco más vendido del año. A fines de mayo, por ejemplo, el New York Times destacaba que la edición vinilo vendió medio millón de copias en su primera semana. A ello se le suma el logro de posicionar al sencillo As it was, como la canción de la temporada; superó los 16 millones de reproducciones en Spotify en sus primeras 24 horas, y a los pocos días, los canadienses Arcade Fire lanzaron su propia versión.
Por ello, Styles, de 28 años, es el hombre del momento. La estrella masculina indiscutida del pop, en una era dominada sin mayor contrapeso por las solistas femeninas y la irrupción de las estrellas latinas; de hecho, Un verano sin ti, de Bad Bunny, es otro de los discos que ha marcado la temporada.
Un fan que hace música
La de Harry Styles es la historia de un ascenso en clave del siglo XXI. Nacido en el pueblo de Holmes Chapel, en Cheshire, se crió en una familia de padres separados cuando él era un niño, aunque se ha mantenido cercano a ambos. Con el tiempo fue desarrollando su gusto por la música; era el tipo de chico que se interesaba en las historias de los artistas, las grabaciones y las portadas de los discos. Su gusto es más bien clásico; es fan de Elvis, así como del fino sentido pop de Fleetwood Mac, la artesanía musical de Wings y las vibrantes armonías de Crosby, Stills & Nash. “Todos somos fanáticos -le dijo a Rolling Stone-. Solo soy un fanático de la música que hace algo”.
El momento decisivo fue en la adolescencia; su madre, Anne, solía animarlo cuando cantaba en el auto, lo que le dio el impulso para postular al casting del programa televisivo Factor X. Su prueba fue interpretar Isn’t She Lovely de Stevie Wonder, y quedó. Pero una vez allí, tuvo compañía; el joven Harry fue integrado a One Direction, la última gran boyband que entre 2010 y 2015 se volvió un fenómeno por su repercusión en Estados Unidos y marcó el primer sacudón de fama que conoció.
Tras el fin de la agrupación, Styles no perdió el tiempo. En 2017 debutó en solitario con el sencillo Sign of the times, un tema de coro pegadizo y guiños al rock easy listening de los setentas. Pero el salto definitivo a la cúspide se cimentó con Fine Line (2019), el álbum en que el inglés posicionó el hit Watermelon Sugar; un tema sensual y juguetón coescrito con los productores Tyler Johnson y Kid Harpoon, mientras estaba de gira. “Se trata de esa euforia inicial de cuando empiezas a ver a alguien o acostarte con alguien”, explicó.
Además, fue en ese período en que se acercó por primera vez a las drogas. De hecho, fue abierto al reconocer el consumo durante la grabación de Fine Line. “Estaba con mis amigos en Malibú, me sentí tan a salvo; fue como ‘¿Quiero tomar algunos hongos? Lo voy a hacer, ahora es el momento indicado para tener diversión’”, señaló al programa New Music Daily.
A tono con su inspiración glam, Styles ha presentado una imagen a medio camino entre lo estrafalario y el ícono fashion de ambición pop; como otros antes que él, se ha dejado fotografiar vistiendo ropa femenina, de hecho, en diciembre de 2020 lució una combinación de vestido y chaqueta en la portada de la revista Vogue (además, era primera vez que un hombre en solitario ocupaba ese espacio). Una imagen que desató furiosas críticas en su contra, de las que él se defendió. “Si no usas [algo] porque es ropa de mujer, excluyes todo un mundo de ropa genial -señaló- .Y creo que lo que es emocionante en este momento es que puedes usar lo que quieras. No tiene que ser X o Y. Esas líneas se vuelven cada vez más borrosas”.
Esas líneas borrosas, al parecer, también cruzan los linderos de la sexualidad. Los rumores sobre su vida privada surgieron casi desde el primer momento de su carrera solista y se acrecentaron con las producciones fotográficas, los vestidos, y las noches en que ondeó la bandera del orgullo en el escenario. Más aún, se suele citar una entrevista de 2017 en que se le preguntó si tenía necesidad de etiquetarse, a lo que él respondió: “no, nunca sentí la necesidad de hacerlo”.
Más bien, todo apunta a que su propuesta es apelar a la inclusión como una de sus banderas. “Quiero que la gente se sienta cómoda siendo lo que quiera ser”, explicó a Rolling Stone. “Tal vez en un espectáculo puedas tener un momento de saber que no estás solo. Soy consciente de que, como hombre blanco, no paso por las mismas cosas que muchas de las personas que vienen a los espectáculos”.
Sin embargo, suele ser reservado en los asuntos más íntimos porque es de los pocos planos en que, dice, todavía tiene algo de control. “Durante mucho tiempo, sentí que lo único que era mío era mi vida sexual -dijo a Better Homes- “He sido muy abierto con mis amigos, pero esa es mi experiencia personal, es mía”.
Hoy, Harry Styles está en pareja con la cineasta Olivia Wilde. La versión más repetida es que se conocieron en septiembre de 2020 durante el rodaje de Don’t worry darling, un thriller psicológico en que el cantante tiene el rol protagónico y cuyo estreno se espera para agosto próximo durante el Festival de Venecia. “Ser dirigido por Olivia fue algo maravilloso. Creo que hay algo que obviamente la actuación es muy incómoda a veces. Creo que hay que confiar mucho. Ser capaz de confiar en tu director es un regalo”, le dijo a Howard Stern en mayo pasado.
Como su admirado Elvis Presley (a quien quiso interpretar en la biopic que hoy está en las salas), el hombre del momento también ha cruzado hacia los sets de cine. Su carrera en la pantalla comenzó casi a la par que su etapa solista; debutó en el rol de un soldado inglés en Dunkerque (2017), de Christopher Nolan, quien lo eligió porque “tiene el tipo de rostro que te hace creer que podría haber estado vivo en ese período”.
Pero, salvo un cameo en Eternal (2021), un filme del universo Marvel, no había pasado mucho más. Así, Styles volverá a la cartelera con dos filmes esta temporada; la mencionada Don’t worry darling y My Policeman, un filme dirigido por el británico Michael Grandage, en que compartirá roles con David Dawson y Emma Corrin, e interpreta a un policía gay en la conservadora Inglaterra de los cincuentas. “En las películas, cuando aparezco, soy el chico nuevo -explicó al portal Dazed-. No he sido [actor] durante mucho tiempo y eso es genial, siento que he aprendido mucho y la vida se trata de aprender”.
Y si algo ha aprendido Styles, es a sobrellevar la responsabilidad de ser la estrella pop de nuestros días. Sea en las portadas de revistas de moda, las plataformas digitales, las tiendas de discos y hasta en las salas de cine, su presencia se ha asentado a nivel social sin eludir ciertas discusiones más progresistas sobre el género, los cánones establecidos y hasta el valor del mundo interior. Como Lennon o Bowie, su carrera ha dialogado con los tiempos.
El tiempo y los vaivenes de la siempre compleja industria, dirán cómo será valorado y si de alguna forma logra permear su estampa más allá de las etiquetas que ha tratado de esquivar, o al menos, replantear, como otros en su tiempo. Por ese costado, más que los números, puede estar su paso a la historia.
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