Apenas escuchó la propuesta, el cantante y actor Augusto Schuster (quien firma habitualmente solo con su apellido) no tuvo muchas dudas. Ser el primer artista chileno en ofrecer un show virtual desde la plataforma de Otherland Music, el primer metaverso musical de Latinoamérica, era una oportunidad que no podía dejar pasar.
“La idea era generar un espacio en que la música pudiera trascender del vivo a lo digital de forma inmersiva, explica vía Zoom a Culto desde California. Lo vimos como una colaboración súper entretenida, no solo porque a ellos les iba a permitir desarrollarse, sino que a mí me permitía hacer algo que me gusta mucho”.
De alguna forma, el perfil de Schuster calzaba con la experiencia; además de su carrera musical, ha expandido su faceta de gamer y usuario de plataformas como Twitch, donde realiza transmisiones en que interactúa con sus seguidores. De allí que su nombre fuese considerado para el show que se concretó el pasado 19 de junio.
“Teníamos una lista de artistas y Schuster nos parecía un buen nombre, porque él ya tiene un público híbrido, más allá de su carrera musical”, explica Pilar Huertos (34), directora creativa y directora de experiencia en Otherland Music. “Él se ha vinculado a Twitch, a los videojuegos, a crear comunidades, era un activo muy interesante. Además, algunos artistas más grandes tienen más trabas, porque están firmados por majors, y era algo que no conocen; algunos decían que querían ver primero la plataforma, pero Schuster prendió rápido”. Incluso, asegura que tras ese primer concierto “ya llegaron más artistas y marcas”.
“A mí lo que más me gustó fue la idea -agrega Schuster-. Yo soy súper gamer, venía siguiendo lo que hizo Fortnite con sus conciertos en la pandemia con Travis Scott, Ariana Grande, entre otros. Cuando me dijeron que es ‘algo así’, me encantó. Además, me gusta traer la innovación a la música, que sea algo distinto”.
Como menciona el músico, la primera experiencia chilena de un show desde el metaverso replicó una tendencia que se ha desarrollado en mercados masivos con los cruces entre la industria musical y la tecnología de realidad virtual. Un hito lo marcó en febrero de 2019 el DJ Marshmello con el primer show virtual en el videojuego Fortnite. Una experiencia que creció en 2021 hacia los conciertos del rapero Travis Scott, digitalizado en forma de avatar virtual en la misma plataforma. Solo en el primero, reunió la friolera de 12,3 millones de jugadores en línea.
Fusionar audiencias
Pero ¿qué es el metaverso vinculado a la música? Lo explica Pilar Huertos: “Es un entorno virtual al que me conecto y tengo una representación digital de mí mismo, que es un avatar. Con eso puedo simular acciones que hago en la vida: puedo socializar, puedo ir de compras, vender productos, vivir experiencias. El metaverso puede llegar a lugares o crear mundos que no son posibles en la vida real”.
Huertos, de 34 años, es una de las fundadoras de Sonidos Inmersivos, la startup chilena que desarrolló el metaverso musical Otherland Music, inspirados por las experiencias de otros rincones del orbe. “En el transcurso de pre y pospandemia vimos que no había un modelo sustentable de negocio en lo que respecta a realidad virtual, y estaban pasando los primeros conciertos de Fortnite que fusionaban audiencias: la digital y la que estaba recluida durante la pandemia. Ahí los videojuegos empezaron a ocupar un espacio que no se estaba usando y el ejemplo de Fortnite fue replicado en más plataformas”.
Fue así que Huertos junto a sus dos socios decidieron dar el paso y concretar la idea de un metaverso musical chileno. “En 2020 surgió la idea y al año siguiente nos adjudicamos un proyecto Corfo de I+D para desarrollar esta plataforma. Nos llevó todo un año trabajar el metaverso y asociarnos con un artista”. Fue en ese momento en que llegaron hasta Schuster.
Para el artista, la oportunidad además calzaba con el lanzamiento de su álbum Planeta Nostalgia, lo que le permitía darle un giro a su promoción. Pero todo el proceso fue un largo trabajo. “Primero se hizo el guion -recuerda-. Fue una locura, porque cuando te dicen que las posibilidades son infinitas, que no hay límites, que puedes estar haciendo lo que quieras, es muy desafiante; es muy entretenido, pero a la vez es demasiado”.
Así, Schuster y su equipo comenzaron a trabajar. “Había que imaginar el show con las canciones, pero algunas todavía no estaban listas. Así que tuvimos que apurar ese tema, porque coincidía el lanzamiento del disco, el timming era muy bueno”.
Por su lado, Huertos explica a grandes rasgos lo que se hizo en esos primeros días. “Todo parte de una etapa creativa en que se dialoga con el artista para crear una performance que en el fondo es un viaje por el mundo de Schuster”.
De allí viene un momento decisivo. “Luego se pasa al modelado, la digitalización del artista -explica la directora-. Se trabaja el concepto de arte, la estética y también con fotos reales para que se parezca”. Así, se pasa al trabajo en un set, en que el artista debe vestir un traje especial con el que se registran sus movimientos para traspasarlos a un entorno digital; una experiencia muy similar a la que vivieron los integrantes de ABBA al momento de volverlos avatars para el show virtual Voyage, ofrecido en Londres en mayo pasado.
“A la hora de animar este mundo 3D trabajamos con trajes de captura de movimiento. Desde ahí se crea el ‘esqueleto’ del avatar para que se mueva como el ser humano y luego se integra por Unity, que es el software que usamos en este ambiente 3D”, detalla Huertos.
Por su lado, Schuster recuerda la experiencia. “Fue entretenido, hubo que grabar con los trajes de sensores. Y no solo grabé mis partes, también grabé los bailes de unas sombras que aparecen en el show al lado mío. También mi coreógrafa, Brigitte Kattan, grabó con el traje otros movimientos. Primero hicimos solo una canción, en eso estuvimos una jornada completa. Después, en otra jornada, hicimos las otras tres canciones. Fue un proceso muy entretenido y progresivo hasta verlo en el resultado final”.
Tras pasar por todo el proceso, el artista se muestra conforme con el resultado final. “Es el trabajo de una startup chilena, no es un equipo con miles de dólares detrás y el modelaje 3D, no solo el mío sino el landscape, a mí me encantó el nivel al que llegaron. Eso lo grabamos hace más de un año, estuvieron modelando todo ese tiempo. Ellos propusieron el modelaje, la ropa, y todo lo demás lo propusimos nosotros. Quedé muy contento con el resultado”.
El show, de unos 12 minutos de duración, reunió a 60 mil usuarios conectados en línea. La convocatoria fue tal, que incluso se agendó una segunda transmisión el día 26 de junio.
¿Qué pasa con los conciertos presenciales?
Para vivir la experiencia, los usuarios debían hacerse una cuenta en la plataforma Otherland, completamente gratuita. Por ahora solo está disponible para el sistema operativo Windows. “Aún no está desarrollado para Mac, porque tiene más trabas, pero tenemos contemplado en los próximos meses expandirlo para otras plataformas”, detalla Huertos.
Una vez inscrito, el usuario puede personalizar su avatar. “Se pueden adquirir accesorios, outfits, cosas así. Se puede explorar el mundo, hay misiones u objetivos que cumplir diariamente. También hay un sistema de rocas parlantes donde se distribuye música de artistas latinoamericanos en que interactúas con ellas y se reproduce la canción. Si te gusta, te lleva a una lista de Spotify”, agrega la directora.
Los registros en YouTube muestran cómo los avatars de los usuarios tienen variadas posibilidades de interacción. “En el concierto puedes moverte por el entorno de forma libre, saltar, mandar emoticones -detalla Huertos-. El personaje incluso puede bailar a través de una ruleta de acciones o del acceso directo por teclados, porque ¡cómo no vas a poder bailar en un concierto! Los bailes incluso se pueden ir actualizando en función de los shows”.
Para Schuster, este tipo de shows no reemplaza a los shows en vivo tal como los conocemos. “Son experiencias distintas. No viene a reemplazar una con otra, sino a complementar -afirma-. Con la pandemia, tener estas opciones sirve mucho, e incluso, sin la pandemia, una experiencia así permite conectar a fans que no pueden comprar una entrada y quieren presenciar estos trabajos que también vienen del equipo del artista. La música en vivo es irreemplazable, pero sí se puede complementar con este tipo de cosas”.
Incluso, Schuster no descarta repetir experiencias similares más adelante. “Sí, con ellos mismos hablamos de desarrollar algo a futuro y eso me gusta. Como equipo siempre buscamos cómo juntar la música con la tecnología. Así, vamos a seguir buscando oportunidades”.
Una opinión similar es la de Huertos. “Sin ninguna duda esto no sustituye los shows físicos, porque son otro tipo de experiencia, yo creo que las experiencia virtuales lo que hacen es expandir los públicos, porque no todo el mundo puede ir a un concierto. Un show virtual trasciende las fronteras y permite aglutinar audiencias, y no solo para artistas mainstream, sino que para independientes que tienen audiencias segregadas y no pueden llenar un Caupolicán, pero sí un Caupolicán virtual”.
La plataforma tiene en agenda cuatro shows con otros artistas chilenos para el segundo semestre de este año, en que se espera pueda reunir a mujeres.