Basta escuchar los primeros compases de Wolves, Lower, la canción que abre el EP debut de R.E.M., para entender el encanto de la banda. Por entonces ya suena la guitarra de 12 cuerdas arpegiada con precisión y descomunal talento por el guitarrista Peter Buck, sobre la base rítmica postpunk de Bill Berry y las contramelodías de Mike Mills al bajo. De pronto, un alarido lanzado por el vocalista Michael Stipe marca su entrada.

Esa excéntrica mezcla entre las guitarras deudoras de los Byrds y los ritmos de la época, marcaron parte de la originalidad de R.E.M. Por entonces, unos muchachos de Athens, Georgia, que debutaron en vivo en abril de 1980 con ocasión de la fiesta de cumpleaños de un amigo, luego de algunos años tocando covers de bandas como The Stooges y The Flamin’ Groovies. Tras dejar la universidad para dedicarse a la música, grabaron su primer sencillo, Radio free europe, pero no será hasta agosto de 1982 cuando por fin lancen su debut discográfico, el EP Chronic Town (grabado en un fin de semana en octubre del 81), que esta temporada cumple cuarenta años.

Desde entonces, la carrera de R.E.M. (la sigla en inglés para la fase del sueño llamada movimientos oculares rápidos) comenzó un ascenso lento, pero consistente, hacia la cima. Lejos del rock de spray, la new wave y la música bailable, la banda debió bregar por encontrar espacios para su música, a todas luces, alternativa a lo que ya existía; en sus temas no había solos épicos de guitarra ni capas de teclados. Eso tuvo un precio: la poca difusión en las radios convencionales y en el extranjero, los volvieron una banda de culto.

Precisamente, allí radica la importancia histórica de la banda, disuelta en 2011. “R.E.M. fue una de las primeras bandas de rock ‘alternativo’ en abrirse camino hacia la corriente principal”, explica a Culto el escritor estadounidense Robert Dean Lurie, que ha estudiado el período inicial de la banda en su libro Begin the begin: R.E.M’s early days.

Dean Lurie explica las claves que explican el ascenso de la banda. “Su éxito fue gradual, el resultado de giras incesantes, un cuidadoso cultivo de medios de comunicación no estándar, como la radio universitaria y la prensa musical clandestina, y el buen boca a boca a la antigua. Eventualmente, los números fueron tales que la corriente principal llegó a R.E.M. en lugar de al revés”.

Para el periodista y conductor de Radio Horizonte, Fernando Mujica, la historia de R.E.M. no se explica sin la convicción de mantenerse fieles a su propuesta, sostenida en una estructura muy particular. “Fueron una banda alternativa, con contenido social -detalla a Culto-. Su primer disco es crudo, pero no es rock duro, ni punk; es mucho más universitario. Había cabeza ahí. Además pudieron desarrollarse en una suerte de escena paralela, con medios alternativos y mucha presencia en las radios universitarias; así fueron creando una influencia. Eso de la mano de la creatividad de Michael Stipe y Peter Buck que con el tiempo demuestran que eran capaces, además, de ser una banda icónica”.

En los ochentas, la banda mantuvo un ritmo constante de lanzamientos y giras, logrando poco a poco colar algunos singles en estaciones radiales puntuales. Además, mostraban su perfil crítico en temas como Orange Crush (del álbum Green, 1988), que trata sobre el trauma de la Guerra de Vietnam en los soldados que debían reinsertarse en una sociedad que los miraba con recelo. Una faceta que mantendrán incluso cuando lograron el éxito: ahí está el recuerdo de un eufórico Michael Stipe celebrando el triunfo de Barack Obama en el escenario del Movistar Arena, durante la única visita del grupo a Chile en el año 2008.

R.E.M. en Santiago

En ese cruce se sintetiza la fibra del grupo. “La música de R.E.M., en su mejor momento, combinó letras experimentales con melodías accesibles, lo que introdujo de contrabando ‘arte’ intelectual en las listas Top 40 -explica Robert Dean Lurie-. Es difícil imaginar el posterior éxito comercial de bandas como Nirvana, Sonic Youth y Radiohead sin el logro pionero de R.E.M”.

Llevando el éxito con las raíces

Los años de carrera, las giras y los lanzamientos, finalmente pagaron. La apertura de la década de los noventas, coincidió con el auge del rock alternativo y el interés de los medios por los nuevos héroes rockeros, vestidos con camisas leñeras en vez de lentejuelas. Así, R.E.M. logró posicionar los dos discos más exitosos de su carrera, Out of time (1991) y Automatic for the people (1992), los que les permitieron entrar a la distribución en todo el mundo gracias a temas como Losing my religión, Shiny Happy People, Man on the moon, entre otros.

“Venían cimentando un camino, entonces cuando explotan ya estaban en un momento de madurez absoluta -explica Fernando Mujica-. En esos dos discos, lograron demostrar la calidad que tenían, gracias a la producción de Scott Litt que fue fundamental en eso. Además ya había una generación de fans que los recibió bien, porque proyectaban que eran de verdad”.

La fama y el ascenso a la aristocracia del rock fueron un desafío que la banda llevó con una mirada hacia sus raíces. Un testigo de ello fue Robert Dean Lurie. “El comienzo de mi tiempo en Athens, Georgia, coincide aproximadamente con este período. Observé que los miembros de R.E.M. hicieron un esfuerzo concertado para mantener los círculos sociales que los habían sostenido en sus años anteriores a la fama. Además apoyaron especialmente a otros artistas de la ciudad (bandas, cineastas, escritores), tal vez con la esperanza de que la marea creciente de su éxito levantara todos los barcos. En última instancia, superaron a Athens, a pesar de que continuaron manteniendo su sede allí, y su música cambió”.

Y cambió más aún con la partida del baterista Bill Berry en 1997. El grupo se mantuvo como trío hasta el final de su carrera alternando discos con mejores críticas que otros, pero manteniendo el espíritu crítico y el activismo de Stipe en causas relacionadas con derechos humanos, el medioambiente, el control de armas, y otras tantas. “Se extrañan las melodías de la banda completa -afirma Fernando Mujica-. Podrían haber seguido porque fueron madurando de una forma muy agradable, como lo hizo Bowie, como Lou Reed, como Neil Young, que no es como le pasa a algunas bandas que se quedan pegadas en la nostalgia. Pero yo creo que también hay que respetar el proceso interno”.

Para Robert Dean Lurie, lo más notable de la banda está precisamente en ese camino al reconocimiento. “Yo diría que nunca perdieron su habilidad para escribir canciones increíbles, pero no se puede negar que la música que lanzaron en IRS Records desde 1982 hasta 1997 ocupa un lugar especial en los corazones de los fanáticos de toda la vida”.

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