Fue una discusión que ocupó las redes sociales. Los fans de Bruce Springsteen que deseaban comprar un boleto para los shows del músico de su tour 2023, desataron su molestia al notar que el precio de los tickets en algunas ubicaciones específicas, que en principio iban entre 200 y 1000 dólares, subió a una franja que abarcaba desde 4.000 hasta 5.000 dólares.
La situación se debe al llamado Ticket Dinámico. Una modalidad que lleva años en el mercado estadounidense, la que permite ajustar los precios de acuerdo a la demanda de entradas, y que fue defendida por el mánager del artista, Jon Landau. “Al fijar el precio de los boletos para esta gira, observamos cuidadosamente lo que nuestros compañeros han estado haciendo”, señaló en un comunicado. “Elegimos precios más bajos que algunos y a la par con otros”, agregó.
Por su lado, Ticketmaster, la ticketera involucrada, también emitió una declaración refiriéndose a lo ocurrido. “Los precios y formatos son coherentes con los estándares de la industria para los mejores resultados”. Más aún, la compañía compartió el dato de que solo el 1,3% de las entradas vendidas costaban más de 1000 dólares. Además, señaló cómo se establece el precio. “Los Promotores y los representantes de artistas establecen la estrategia de precios y los parámetros del rango de precios en todas las entradas, incluidos los puntos de precio dinámicos y fijos”.
Pese a la polémica, en el país del norte la situación de la venta de entradas tiene otras dinámicas en que por ejemplo, la reventa de entradas no es ilegal e incluso se desarrolla a través de variados portales de reventas oficiales. De allí, a que por ejemplo, en su sitio web oficial, Ticketmaster explica que los Tickets Platinum (los que se venden bajo el sistema dinámico) “no se compraron inicialmente y luego se publicaron para su reventa; se venden por primera vez a través de Ticketmaster”.
“El programa de asientos Official Platinum de Ticketmaster permite la fijación de precios basados en el mercado (ajustando los precios de acuerdo con la oferta y la demanda) para los boletos de eventos en vivo, de forma similar a como se venden los boletos de avión y las habitaciones de hotel”, explica la compañía en su portal.
”Ni el país ni el consumidor están preparados”
¿Es posible replicar este escenario en Chile? las voces llamen a la calma, haciendo ver que pese a que la agenda de conciertos en el segundo semestre está muy cargada, hay algunas diferencias notables con la industria del gigante del norte que harían imposible implementarlo en el país.
“Este sistema de los tickets dinámicos viene hace mucho tiempo, lo hicieron con conciertos de Britney Spears en su momento y tiene que ver con un modelo de negocio como el de las aerolíneas, en que se va moviendo la aguja de acuerdoa la demanda de los boletos”, explica a Culto, Francisco Goñi, vicepresidente de la Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura (Agepec). “Se usa en EE.UU. porque es un mercado mucho más maduro que otros, mucho más consolidado cuando tienes una demanda que es finita”, agrega.
Asimismo, Goñi explica por qué en Chile ese sistema no se podría habilitar. “Es un mercado diferente, que le falta aún desarrollar ya sea los mecanismos desde lo tecnológico, y también definir si realmente lo necesita. En lo personal, yo creo que no lo necesita porque acá tenemos un modelo de demanda por tickets totalmente diferente”.
Otras voces coinciden en que el ticket dinámico no se condice con la realidad chilena. “El sistema en Estados Unidos es bien distinto a como funciona en Chile -señala Jorge Toro, productor de conciertos que ha gestionado shows como La Renga y Los Pericos-. Hoy se recién se está terminado de aceptar, a regañadientes, el cargo por servicio. Recién con la pandemia se empezó a comprender eso por las compras con delivery. Recién estamos en eso”.
Según Toro, “pensar que en Chile pueda funcionar una tarifa dinámica de conciertos, si es para rebajar el precio, seguramente sí, si es para incrementarlo de una manera sustantiva, ni el país ni el consumidor están preparados para eso, entendiendo que esas variables tienen aspectos negativos y positivos para el consumidor. Pero en la etapa de la historia en que estamos acá, yo creo que una medida así no se entendería”.
“El modelo de allá tiene es particularidad de que es muy abierto -agrega Toro-. Y al final, es una impresión personal, la palabra final la tiene el consumidor, que allá es más informado y tiene más herramientas y más experiencia entendiendo nuevos fenómenos. Nosotros como consumidores no estamos preparados”.
Para Francisco Goñi, las diferencias con el mercado de EE.UU. también están asentadas en factores estructurales. “Tiene que ver con el consumo de espectáculos, tiene que ver con un mercado que tiene mucha más demanda que oferta y en EE.UU. tienes esa situación; mucha demanda, no suficientes fechas y recintos para recibirla, y eso hace que exista la oferta y la demanda. Pero en Chile tiene que ver con una cosa estructural del mercado en que no tienes tanta demanda; estos contenidos no vienen todo el tiempo. En realidad, tienes lo que sucede con Coldplay, Daddy Yankee, Bad Bunny, en que tú sales a la venta y se agotan rápidamente, solo se agregan fechas en la medida que observas que hay un mercado. Pero este sistema en EE.UU. va modulando según la demanda porque ellos no tienen capacidad de poner tantas fechas”.