Priscilla Presley, la viuda del Rey: “La película logra resucitar a Elvis y lo interpreta perfecto”
La mujer que acompañó al Rey del rock hasta su divorcio, se prepara para visitar Chile en septiembre, como parte del show Elvis Sinfónico. En charla con Culto, recuerda los días frenéticos de los 60, desmenuza sus impresiones sobre la exitosa biopic, habla sobre la imagen que deja de ella la cinta y cómo logra reconectar a la leyenda con nuevas generaciones.
A pesar de que Priscilla Beaulieu se mudó a vivir con Elvis Presley en 1962, tras conocerse unos años antes mientras él servía en el ejército estadounidense, no sabía cuán impactante era ver al Rey en vivo. Desde comienzos de los sesenta, él se había dedicado por completo a su carrera en el cine, dejando de lado los años en que sacudía las caderas para el éxtasis de la audiencia. Solo hacia el final de la década, cuando Presley volvió a presentarse a lo grande, recién allí pudo calibrar el calado de la leyenda.
“Lo creas o no, la primera vez que lo vi actuar con una gran audiencia fue en su primer show en Las Vegas”, cuenta vía teléfono a Culto. Fue el 31 de julio de 1969, once días después de la llegada del hombre a la luna, en el Hotel Internacional. Un evento que marcó el comienzo de una seguidilla de 57 shows en el mismo lugar, en que Presley se animó a cantar varias de las canciones de su primera época (Hound dog, Love me tender, entre otras), acompañado de una banda de músicos muy competentes (como el guitarrista James Burton, a quien Elvis le cantó el cumpleaños feliz en escena), una gran orquesta y no uno, sino dos grupos vocales femeninos (Sweet Inspirations y The Imperials).
Años después, el álbum Live 1969 reunió las grabaciones de ese hito, en que Elvis demostró su capacidad para desplegarse en terrenos como el rock, el r&b, el country, el soul, y hasta un particular medley en que reunió a Yesterday y Hey Jude, de The Beatles.
A sus 77 años, esa noche de gloria aún emociona a Priscilla. “Nunca lo había visto actuar, debes recordar que cuando lo conocí, básicamente él estaba en el negocio del cine y no aparecía desde el ‘61 en un escenario. Así que cuando lo vi actuar en Las Vegas, dije, ‘oh, guau, de esto se trata’”.
La mujer que se casó con Elvis en 1967, para divorciarse tras un lustro con una hija de por medio, hoy es la mayor guardiana de su legado. Por ello estará en Chile como anfitriona del show Elvis Sinfónico, que se presentará el próximo 28 de septiembre en el Teatro Caupolicán. Este presenta al Rey en pantalla cantando sus éxitos con el acompañamiento en vivo de una orquesta, aprovechando las versiones trabajadas para los discos póstumos If I Can Dream y The Wonder of You. “Estoy muy emocionada de venir a Chile, así que espero que todo salga bien y que a todos les encante el espectáculo”, dice.
La ocasión permite apreciar el repertorio y la capacidad interpretativa de Elvis en toda su extensión; desde los temas rockeros de sus primeros años, a las baladas con que descollaba en los días de los casinos y las lentejuelas. “Ese era todo su repertorio, tenía rock and roll, pero él amaba las baladas -recuerda Priscilla- Le pregunté una vez por qué le gustaban tanto las baladas y me dijo que era porque todos tenemos emociones, todos tenemos una vida para pasar por ciertas cosas. Todos estamos conectados de esa manera, por lo que todos podemos escuchar y experimentar eso. Por eso tenía una conexión con su público porque sentía que él les decía cosas reales”.
Priscilla confirma lo que se ha contado por años; pese a su espectacular puesta en escena y sus afamados trajes, Elvis era más bien taciturno y reservado en la previa a los shows. Acaso guardando la concentración para el momento decisivo. “No le gustaba estar rodeado de gente -cuenta-. Quería estar solo en su camerino la mayor parte del tiempo. Por supuesto, un par de los muchachos podrían estar allí, pero sabían que debían guardar silencio y dejarlo pasar antes de subir al escenario. Quería estar en su propio mundo, sin hablar, y así poder prepararse en silencio. Alguien le preguntó si alguna vez se ponía nervioso antes de ir a un espectáculo y él dijo: ‘Absolutamente, soy un ser humano. Me pongo nervioso como todos los demás. Nunca se sabe con una audiencia. Nunca sabes. Tienes que agarrarlos, tienes que traerlos a tu mundo’. Así que le gustaba estar muy callado”.
Elvis Presley era un hombre que hablaba solo lo necesario. Incluso al momento de elegir las canciones que iba a interpretar, porque era particularmente selectivo. “Sus editores le enviaban cajas de canciones -recuerda Priscilla-. Porque si tenía que hacer una sesión de grabación, escuchaba las canciones y luego elegía las que le gustaban”. Pero con los años de convivencia, ella misma se animó a mostrarle material. Fue lo que ocurrió con An American Trilogy, un popurrí de viejas canciones estadounidenses del siglo XIX, que el Rey solía interpretar hacia el final de sus shows como para marcar un momento épico.
“Estaba conduciendo por Sunset Boulevard en Los Ángeles -recuerda-. Escuché la canción y dije, ‘oh, Dios mío, tengo que ir a buscar esta canción ahora mismo’. Fui a la tienda de discos, lo compré, se lo pasé a Elvis y le encantó. Inmediatamente me dijo, ‘oye ¿de dónde sacaste esto?’”.
El Rey en la pantalla
La leyenda de Elvis Presley tiene su actualización en la biopic de Baz Luhrmann, que ha sido éxito de taquilla en todo el mundo, consiguiendo la no despreciable marca de desbancar a Top Gun:Maverick en su primer fin de semana en exhibición en los Estados Unidos. La película, todavía en cartelera en algunas salas chilenas, fue vista por Priscilla en una función privada organizada por el director en los estudios Warner, a la que asistió junto a Jerry Schilling, uno de los integrantes del círculo cercano del cantante; la afamada “mafia de Memphis”, que integraban amigos, colaboradores, primos y otros pillastres de turno.
Cuando a la viuda de Elvis se le pregunta por el trabajo de Austin Butler en el rol protagónico, su reacción es rápida; sin ninguna duda pudo reconocerlo en los gestos del joven actor. “Realmente me gusta la película. Dios mío ¡estaba hipnotizada, no podía creerlo! con Jerry estábamos muy callados porque no sabíamos qué esperar. No sabíamos adónde iría Baz con el filme, pero alrededor de las tres cuartas partes, ambos nos miramos y dijimos, wow, él tenía todo sobre Elvis. Lo interpretó de una forma increíble, realmente perfecta”.
En la película, el rol de Priscilla es interpretado por la actriz Olivia DeJonge. Se la muestra como una mujer abnegada y que a menudo contiene a Elvis. Pero asimismo, como una pesada cruz lleva en silencio las constantes infidelidades del Rey, asumiendo que de alguna forma su gran amor era el escenario. Una tensión que fue creciendo, hasta que los excesos, las pastillas y los problemas derivados de los tratos del Coronel Parker, el mánager histórico, hicieron mella de manera definitiva en el matrimonio.
Priscilla cuenta que le dio su bendición a DeJonge, aunque en este punto habla de sí misma en tercera persona. Como si haberse visto representada en la gran pantalla todavía le sorprendiera. “Hablamos por teléfono antes de que hiciera la película -cuenta-. Ella me gustó de inmediato. Me gustaron sus sentimientos y su voz, una chica muy agradable. Hizo un trabajo realmente muy bueno, la muestra como alguien sensible, que estaba en sintonía con él (Elvis)y se preocupaba por él”.
Pero en la ficción, todo héroe tiene una contraparte. Así, el filme muestra al Coronel Parker, en la piel de un irreconocible Tom Hanks, como un buscavidas inescrupuloso que aprovechó su momento para hacerse con la representación de Elvis y así obtener el máximo beneficio, como por ejemplo, quedarse con la mitad del dinero de su estrella.
Habituada al mundo del espectáculo, Priscilla pone paños fríos a la hora de detallar sus recuerdos sobre uno de los personajes más controvertidos en la historia del Rey. “El Coronel Parker tenía dos personalidades -afirma-. Tenía una personalidad cuando era el gerente y administrador de Elvis, donde se ocupaba de hacer todos los tratos para él. Escucha, el trabajo de Elvis era actuar en el escenario y hacer lo mejor que podía, entonces el Coronel se ocupaba de todos los asuntos entre bastidores”.
“Pero sobre su otra personalidad, fuera del negocio, la verdad yo nunca tuve un problema con él -aclara de inmediato-. Me gustaba cuando estábamos solo el Coronel Parker, su esposa, Elvis y yo cenando en su casa. Ahí tenía una personalidad diferente porque no tenía competencia, no tenía un trato que gestionar, no tenía negocios de los que hablar. Entonces, sí, en cuanto a personalidad, había dos Coronel Parker”.
A Priscilla Presley el fenómeno alrededor de la biopic aún le sorprende. “Todavía se está proyectando en los cines aquí (en EE.UU.) y de hecho, por lo que entiendo en todo el mundo, la gente la está viendo más de una vez. Yo posteé ¿cuántas veces has visto la película? un hombre dijo 34 veces ¡34 veces! todavía no me lo creo. Lo último que miré, la película recaudó 215.000.000 millones de dólares y eso es increíble. Tengo que decir que Baz es un genio por lo que hizo, ya que resucitó a Elvis. Cuando vi la película por primera vez, pensé, oh, esto traerá a una generación de jóvenes a ver de qué se trata realmente Elvis. Lo han visto quizás en sus películas, pero ver a este chico Austin como capturó el espíritu de Elvis…digo, mi hija y yo nos miramos y nos dimos, ‘Jesús, hizo un trabajo hermoso’”.
La historia de Elvis y Priscilla, en lo formal, terminó con su divorcio en febrero de 1972. Unas pocas semanas después, él grabó Always on my mind, una balada que primero pasó por la voz de Brenda Lee, pero que alcanzó su versión definitiva en la poderosa interpretación del Rey, acaso como una despedida para un vínculo que marcó su vida. Y de paso, suena hacia el final de la película de Baz Luhrmann. Por ello, la mitología asocia esa canción como una suerte de despedida a la mujer que marcó la vida de Presley.
Cuando se le pregunta a Priscilla si aquello es cierto, ella no puede evitar estremecerse. “Como te conté, él amaba las baladas. Ahora, no estoy diciendo que él haya cantado eso por mí. Solo digo que en parte sí, teníamos una relación muy buena y nunca dejamos de querernos. Pero me gustaría pensar que esa canción realmente era para su audiencia, para su gente que él quería. Y no quiero decir que fue por mí porque la canción fue elegida por Baz para el final de la película, sino por nuestra gran relación y porque siempre nos cuidamos el uno al otro. Me gustaría pensar que fue para mí, pero para ser justos, creo que eligió esa canción pensando en sus amigos, como si fuera para ellos y sus fans”.
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