Así se filmó El Chacal de Nahueltoro: las desconocidas imágenes de una película histórica del cine chileno
Plenamente vigente, la cinta dirigida por Miguel Littin se rodó en las mismas locaciones en que Jorge del Carmen Valenzuela Torres vivió y mató a su familia. A propósito de que este martes el cineasta cumplió 80 años, rescatamos un conjunto de fotos poco difundidas que muestran la trastienda de la escena en que el protagonista, interpretado por Nelson Villagra, es ejecutado a manos de un pelotón de fusilamiento.
“Criminal sin Dios ni ley”, “asesino sin parangón en la historia policial de Chile”, sintetiza la apreciación de un noticiario de la época. Es la fama que arrastraba Jorge del Carmen Valenzuela Torres, quien en 1960 congeló al país al matar a su mujer y a sus cinco hijos en su casa en la localidad de Nahueltoro, cerca de Chillán.
Un veinteañero Miguel Littin se apoyó en el expediente judicial, en crónicas de los diarios y en el testimonio de los periodistas que entrevistaron al acusado, para crear su primer largometraje, El Chacal de Nahueltoro (1969), basado en ese episodio que aún estaba fresco en la memoria local. Una obra que partió cuestionando la pena de muerte y que logró mantenerse plenamente vigente gracias a su capacidad de interpelación y devastadora humanidad.
La cinta que escribió y dirigió se convertiría en una piedra angular del Nuevo Cine Chileno, parte de la misma oleada que integraron Tres tristes tigres (1968), de Raúl Ruiz, y Valparaíso mi amor (1969), de Aldo Francia.
Littin apostaba por un acercamiento en tensión con el cine de no ficción, por lo que no sólo mantuvo la hebra central de la biografía del personaje -conservando su nombre y las circunstancias que lo llevaron a convertirse en asesino-, sino que también eligió como locaciones los mismos lugares en que Valenzuela Torres se crio, vivió y mató a su familia.
Junto a su actor principal, Nelson Villagra, también se internó en la cárcel en que El Chacal aprendió a leer, escribir y donde pasó sus últimos días, antes de ser condenado a pena de muerte y ser ejecutado a manos de un pelotón de fusilamiento el 30 de abril de 1963.
El director configuró esa escena final aplicando la misma clase de minuciosidad. Desprovista de música incidental, con una firme dirección de fotografía obra de Héctor Ríos, la película reconstruyó con rigor una escena estremecedora: un cura pronuncia unas palabras, un grupo de trabajadores de la cárcel y personas comunes ejercen como testigos, y los militares cumplen con su mandato, acabando con la existencia de quien minutos antes, en una plegaria al cielo, dice: “Yo quería vivir, aunque fuera encerrado toda la vida”.
Una galería de fotos poco difundidas -parte del archivo histórico de Cedoc Copesa- revelan la trastienda de las grabaciones de esa secuencia. En ellas se aprecia a Littin entregando las directrices al elenco y a extras, a Ríos en pleno dominio de su cámara y a Villagra completando la escena en que aparece esposado y con los ojos vendados.
Si bien el momento del fusilamiento se realizó usando armas de fogueo tomando las medidas del caso, su protagonista vivió esa parte del rodaje con enorme nervio.
“Cuando vino la descarga de los 8 fusileros fue terrible, pero más terrible fue cuando la escena tuvo que filmarse por segunda vez. Allí pensé. Me salvé en la primera, en la segunda no”, contó Villagra a El Siglo, en un artículo de 1970 recuperado por el portal CineChile.
Puedes revisar el resto de las fotos a continuación:
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