Columna de Rodrigo Munizaga: House of the Dragon: Game of Thrones recargado
El primer capítulo, estrenado este domingo en HBO Max, es un espectáculo visual y de entretención, pero que apela más de la cuenta al morbo y tarda en desplegar sus personajes y generar interés individual. Aún así, tiene una historia que promete y varios guiños para emocionar a los fans de GOT.
Ambientada 172 años antes de la muerte del Rey Loco y del nacimiento de Daenerys Targaryen, La casa del dragón consigue situarnos inmediatamente en el universo de Game of thrones, desde la música incidental que evoca sus sonidos hasta la aparición de dragones y el Trono de Hierro. También comparten una historia centrada en la disputa por el poder, las pugnas familiares y la duda sobre quién será el próximo monarca.
El rey Visery Targaryen (Paddy Considine) es el séptimo gobernante en sentarse en el Trono de Hierro y es un hombre amable, razonable y que evita toda clase de conflictos, tres razones que lo convierten en un rey débil a ojos del resto. Su esposa aún no ha podido darle un varón para sucederlo en el trono -es protagonista de una seguidilla de abortos- y en último minuto debe elegir entre la vida del niño y el de la reina. A la par, el príncipe Daemon (Matt Smith) es un guerrero violento y que algunos consideran loco (la sangre pesa en los Targaryen), que podría ser el hombre que disputaría el trono de no haber un heredero hombre.
House of the dragon es menos hábil, al menos en su arranque, en delinear personajes más allá de una sola dimensión que su serie madre. Aunque son menos roles que en Game of thrones, se tarda en darles espesor y presentarlos como corresponde, lo que deriva en la falta de conexión del televidente con algún personaje, como sí sucedía con GOT desde el inicio (y con ese final de episodio que tenía). Habrá que esperar a ver si cambia esa debilidad en los próximos capítulos, aunque en el debut se insinúa como la más interesante a la princesa Rhaenyra, de 15 años y muchas habilidades para gobernar y montar dragones, pero ese mundo no está preparado para que una mujer los gobierne.
Los showrunners Miguel Sapochnik y Ryan Condal, junto con los creadores del programa hacen de la misoginia uno de los temas centrales de la serie, pero no parecen haber muchas posibilidades de que sea algo más que una enunciación, una cáscara, porque ya sabemos cómo sigue la historia de George RR Martin. Y, claro, el “detalle” de que todo el arco narrativo de la serie está escrito por guionistas hombres.
La precuela es propensa a mostrar decapitaciones sin sentido y de estilo gráfico, con cuerpos desmembrados de extras que solo están allí para el show visual, pero que no importan para nada en la trama. Algo similar ocurre con las escenas en un burdel, mostrando traseros masculinos y femeninos por igual, sin justificación alguna y puestos allí seguramente como gancho. Incluso en la escena del sangriento y atroz parto, está la intención de mostrar cada detalle, cada paso a paso, dejando en claro que el debut no tiene muchas sutilezas y hay más de morbo.
Game of thrones tardó varios capítulos en despertar fanatismo y convertirse en una de las series más exitosas de todos los tiempos. El debut de House of the dragon es visualmente impecable (efectos, fotografías, escenas de peleas, recursos económicos bien utilizados) e innegablemente entretenido. La hora pasa volando. Parece un show de fuegos artificiales para los sentidos. También sugiere una historia que podría crecer mucho. Pero su historia, que al igual que GOT bebe de claves de la telenovela, podría tardar tiempo en desplegarse.
Aún es muy temprano para definir si llegará a ser la sucesora de Game of thrones que esperan los fanáticos, tan decepcionados respecto de “ese final” y que acá, al menos, tienen una promesa de serie para volverse adictos. El cierre del episodio, con “¡Dracarys!”, ha sido un grito para emocionarlos.