“Tal vez fue algo afortunado”, reflexionó Teju Cole. El escritor americano nigeriano estaba sentado en el auditorio de la Facultad de Arquitectura UC, que se encontraba repleto. El autor y fotógrafo cumplía con la invitación que le extendió el seminario La Ciudad y las Palabras hace tres años. Primero el estallido social y luego la pandemia obligaron a retrasar su presentación. Y tal vez, sugirió Teju Cole un jueves nublado y algo frío, fue para mejor.
-Me siento muy honrado de estar en Chile en este momento de reconsideración -dijo, en alusión al proceso constituyente.
Vestido de traje azul y camisa blanca, el aplaudido autor de Ciudad abierta fue presentado por Fernando Pérez. Ambos ya se conocían: el director del Museo Nacional de Bellas Artes había sido su anfitrión durante la visita que Cole, historiador del arte, hizo a la pinacoteca nada más llegar al país.
Cuando recibió la invitación del seminario del Doctorado en Arquitectura UC, en 2019, Cole le contó a la coordinadora, Loreto Villarroel, que “él no era un experto” y “lo único que tenía para ofrecer era haber pasado su juventud en la ciudad de Lagos”.
Novelista y ensayista, así como autor de ensayos fotográficos, Cole trajo a Chile una obra reciente, en otro registro: leyó un relato escrito en pandemia, ligeramente fantástico, que dialoga con Las ciudades imaginarias de Italo Calvino.
En su narración hizo un recorrido por ciudades ficticias. Una de ellas -contó- es una ciudad atravesada por muchos cauces de agua, arroyos y canales, donde la tierra son apenas algunos puentes. Refirió también otra urbe, una ciudad de apostadores, donde la gente creía en el poder místico de los números. Más tarde citó un lugar donde los edificios y las calles tienen la apariencia de un escenario, y los ciudadanos exhiben el atractivo y la vanidad de las estrellas de cine; una ciudad que ama el baile y el placer.
En su trayecto narrativo habló también de una ciudad de muchedumbres y cuerpos manifestándose, así como de un sitio de dolor, como un paisaje postraumático, donde el viento lleva voces de personas en prisión y desaparecidos. Relató, asimismo, una ciudad de gemelos, donde todo está duplicado y él mismo se encontró con su reflejo.
Todas esas ciudades, dijo, “son versiones de Lagos”.
Tras su lectura, Teju Cole respondió preguntas del público.
Nacido en Michigan, Estados Unidos, en 1975, Cole creció en Lagos. Luego se trasladó a Nueva York y hace cuatro años vive en Boston. “Lagos tiene 20 millones de personas; Nueva York es una ciudad pequeña, el área metropolitana de Nueva York tiene solo 16 millones de personas”, dijo. “Nueva York no es destacable por su tamaño sino porque es la capital de la hegemonía mundial, es la capital del imperio”.
Consultado por el rol social del arte, resaltó su poder de cohesión. “Cómo vivimos en comunidad es una pregunta para todos nosotros”, afirmó. Pero aun antes que el arte, valoró la importancia de contar con “buenos servicios sociales”.
El escritor que el año pasado publicó el libro de ensayos Black Paper tuvo palabras también para su colega Salman Rushdie, quien fue apuñalado durante una conferencia en Nueva York.
- Lo que ocurrió fue horroroso, un horroroso acto de violencia sobre un cuerpo humano, algo de un sufrimiento tremendo. Y cuando eso le ocurre a una persona conocida, a quien uno conoce físicamente, es espantoso. Sigo pensando en cuánto dolor está sufriendo. Agradezco que sobrevivió y le deseo una recuperación rápida.
El reconocido escritor americano nigeriano cerró su participación con un elogio de las grandes ciudades: “En una ciudad un cura, por ejemplo, puede ser un travesti o un drag queen. En un pueblo le sería mucho más difícil. Por eso me gustan las ciudades. Todos nosotros contenemos multitudes en nuestro interior. Y esa libertad de ser algo más grande de lo que le asignan a uno como rol, es preciosa”.