En su famosa entrevista a la BBC de 1995, Diana, la princesa de Gales, afirmó que buscaba ser “reina en los corazones” de la gente, antes que hacerlo sentada en un vetusto trono real. Por entonces, a punto de separarse de forma oficial del Príncipe Carlos, ella optaba por la honestidad. Una opción ante su alta exposición pública, que atraía todas las miradas y por entonces la tenía en el centro del comidillo sobre la familia real.

Durante esos años la princesa -retratada en extenso en la nueva temporada de la serie The Crown, disponible en Netflix- también se refugiaba en su círculo cercano. Allí estaba Elton John.

Por su lado, él vivía un buen momento. Poco tiempo antes de conocerse las palabras de Diana a la BBC, consolidaba un fulgurante regreso a las portadas limpio de drogas, y se ocupó en componer algunas canciones para la banda sonora de la película El Rey León, con la que logró notoriedad gracias a piezas como “Hakuna Matata” o el tema central “Can you feel the love tonight?”.

El trabajo le mantenía en contacto con la gente de Disney y ocurrió que uno de los jefes máximos de la compañía, Jeffrey Katzenberg, agendó un viaje a Inglaterra. Por supuesto, de inmediato el artista las ofició de anfitrión y no se anduvo con rodeos; organizó una fiesta en su mansión de Woodside.

Pero entre los encargos de comida exótica y la decoración a tono con el evento, hubo tiempo para confeccionar una selecta lista de invitados. Al teléfono, Sir Elton lo acordó con Katzenberg, quien le formuló una petición especial.

“Le pregunté si había alguien en Gran Bretaña a quien quisiera mucho conocer y, sin dudarlo, me dijo que ‘a la princesa Diana’ -recuerda el artista en su autobiografía Yo Elton John (Penguin Random House, 2019)-. Así que la invitamos, y también a George Michael, a Richard Curtis y a su esposa Emma Freud, a Richard Gere y a Sylvester Stallone, que en ese momento estaban en el país”.

Si hubo un artista cercano a Lady Di, ese fue Elton John. Se conocieron durante un baile de la realeza en el añoso castillo de Windsor, en que congeniaron sin mayor esfuerzo. “Llegó a la pista de baile y conectamos de inmediato -rememora el músico-. Terminamos fingiendo que bailábamos un charleston mientras abucheábamos por lo flojo que estaba el volumen de la disco”.

Desde entonces ambos compartieron una profunda amistad. Se les veía juntos en distintos eventos, y además compartían intereses en las obras benéficas; en esos días el músico creó la Fundación Elton John contra el VIH Sida, para sustentar programas de prevención y cuidado de personas contagiadas con el virus, mientras la princesa también apoyaba a distintas organizaciones humanitarias.

Elton John y la princesa Diana de Gales

Diana Spencer era una persona que hacía gala de una simpatía natural que le permitía conectar muy fácil con quien tuviera frente a sus ojos. “A pesar de su estatus y su abolengo, estaba bendecida por una capacidad increíble de socializar, con la habilidad de hablar con quien fuera, de parecer normal, de hacer que la gente se sintiera cómoda en su compañía”.

Su facilidad de trato y desbordante carisma llamaban la atención. Tenía ese encanto difícil de definir, que algunos le llaman sex appeal; algo irresistible que solo se puede sentir en cada músculo del cuerpo. “Si Diana me había dejado boquiaberto, eso no era nada comparado con el efecto que podía tener en los hombres hetero -recuerda Sir Elton-. Parecían perder por completo la cabeza en su presencia: se quedaban totalmente hechizados”.

Y así sucedió en la cena que Sir Elton organizó para el mandamás de Disney. Dos de los invitados sucumbieron ante el encanto de la princesa de Gales. “Nada más empezar, Richard Gere y Diana parecieron conectar”, rememora el músico. Lo cierto es que en esos días, ambos cargaban con un quiebre, Diana con Carlos, Richard con la modelo Cindy Crawford. De alguna manera, compartían una energía y un dolor similar.

“Terminaron sentados juntos en el suelo, frente a la chimenea, enfrascados en una conversación absorbente -agrega-. Mientras el resto seguíamos hablando, no pude evitar darme cuenta de un ligero cambio en la atmósfera de la sala”.

Fue entonces que el músico reparó en Stallone, quien tan inexpresivo como en la pantalla, mantenía la mirada hacia la princesa y el galán de Pretty woman. El “semental italiano” masticaba la rabia como la espoleta de una granada lanzada en sus películas. “Creo que había asistido a la cena con la expresa intención de ligarse a Diana, y se encontró con que sus planes se habían frustrado de manera inesperada”, detalla Sir Elton.

Al poco rato, a los invitados se les avisó que la cena estaba lista y podían pasar a la mesa. Cuando todos se sentaron, había dos puestos sin ocupar: el de Richard Gere y el de Sylvester Stallone. Tras esperarlos un poco, y lanzar algún chiste para romper el momento incómodo, Elton le pidió a su pareja, David Furnish, que buscara a los dos actores.

Furnish regresó con ambos, pero su mirada evasiva y el inusual tono pálido de su piel, delataron la tensión. “Resultaba que cuando se los encontró, Sylvester Stallone y Richard Gere estaban en el pasillo encarados el uno al otro, al parecer a punto de resolver a puñetazo limpio sus diferencias en lo referente a Diana”, rememora el compositor.

David, con tacto, bajó la tensión al avisarles nuevamente a los actores que la cena estaba servida. Así, los separó y regresó con ellos. Pero tras la comida, la cosa acabó. “Después de cenar, Diana y Richard Gere retomaron su lugar frente al fuego y Sylvester se fue a casa desquiciado”, cuenta Sir Elton.

El actor tomó su chaqueta, apenas se despidió del resto, y caminó apurado hacia la puerta acompañado por Elton y David. En el camino se desahogó. “No habría venido de haber sabido que el puto príncipe azul iba a estar aquí -exclamó-. Si la quisiera de verdad, ya la tendría”.

Mientras, junto al fuego, la inesperada pareja conversó sin enterarse de lo ocurrido. “Diana y Richard Gere seguían mirándose como en estado de trance -recuerda el compositor-. Ella parecía completamente serena. Es posible que no se hubiera dado cuenta de lo que había pasado. O igual es que ese tipo de cosas le pasaban todo el tiempo y ya estaba acostumbrada”.

Para Elton John, esa anécdota resume el impacto que tenía Diana. “Después de su muerte la gente empezó a hablar de algo llamado el Efecto Diana, que se refería a esa forma que tenía de cambiar la percepción pública de la familia real, el sida, la bulimia, la salud mental o lo que fuera. Pero siempre que oigo esa expresión, pienso en aquella noche. Sin duda había otro tipo de Efecto Diana: ese que podía hacer que las grandes estrellas de Hollywood estuvieran a punto de darse puñetazos por su culpa en una cena, como un par de tontos adolescentes enamorados”.

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