Hollywood ya no hace westerns. Esto es tan cierto como el fin de los teléfonos públicos en las calles o la ausencia de las máquinas de fax en las oficinas. No van más. No hay segundas oportunidades. Lo que sí existe es la ocasional creación de películas en su estilo, sean homenajes o no, buenas o malas, de Clint Eastwood o de nadie particularmente memorable. Lo mismo pasa con los musicales y, en menor medida, con algunas comedias dramáticas, cada vez más cómodas en el streaming que en la sala de cine.

La única manera de ver un western en una sala grande es a través de producciones camufladas como ¡Nop!, la más reciente película del realizador y comediante afroamericano Jordan Peele. En atención a la honestidad, no es una cinta de vaqueros, sino que una curiosa y creativa amalgama de géneros, una mezcla en que además se unen por lo menos la ciencia ficción y el horror. Este último es un territorio conocido para Peele, que se hizo conocido a través de ¡Huye! (2017) y Nosotros (2019), obras que aludían al racismo, los privilegios y la xenofobia a través del género.

Ya se sabe que el cineasta John Carpenter (Halloween, La Cosa) es uno de los maestros del terror y Peele ha explicitado varias veces su admiración por él. El director de Escape de Nueva York era capaz de inyectar al espectador un sentido de alerta social sin sermones, utilizando solo los mecanismos estrictos de la narración. Su discípulo ahora empieza su historia con la imagen de un vaquero arriba de su caballo en un desierto californiano. El actor que lo interpreta es el afroamericano Keith David, habitual secundario de las películas de Carpenter.

El personaje en cuestión es Otis Haywood, dueño de una empresa familiar de renta de caballos para producciones de cine y publicidad. Pero más allá del detalle de la presencia de David al inicio, la trama involucra fundamentalmente a su hijo Otis Jr. (Daniel Kaluuya, protagonista de ¡Huye!) y a su hermana Emerald (Keke Palmer), testigos de la llegada de un extraño y gigantesco objeto con aspecto de nube en el cielo azul del territorio en que viven y trabajan.

NOPE

OJ Jr. es lacónico, algo adicto al trabajo y solitario. Encaja perfectamente en el arquetipo del cowboy autosuficiente. Su hermana es su opuesta en carácter y su cable a tierra cuando se trata de contactarse con el mundo exterior y arrendar los caballos. Ambos, eso sí, comprenden el comportamiento animal como nadie y aquel sexto sentido les hace sospechar que lo que está arriba quizás no sea un fenómeno atmosférico, pero tampoco un OVNI. ¿Un animal cósmico, tal vez? ¿Una señal del irascible Dios bíblico aludido en una cita al inicio?

Jordan Peele es hábil. Sólo alguien tan dotado puede mezclar todo esto y hacerlo digerible, atractivo y hasta sublime en no pocos momentos. No hay golpes bajos ni parlamentos de sobra. Lo que sí hay es puro cine y no deja de ser la bendición de una deidad generosa que esta película se pueda ver primero en una sala. Los espectadores al menos tenemos más suerte que ciertos personajes sin Dios de una historia con tantos significados e interpretaciones como su curioso título lo sugiere.