Ideas de Perfil, de Carlos Peña (Taurus)
“La izquierda piensa que soy conservadora y los conservadores piensan que soy de izquierda o inconformista o quién sabe qué. Para mí todo eso me tiene sin cuidado. No creo que las preguntas reales de este siglo puedan eliminarse con este tipo de cosas”, dijo Hannah Arendt. La cita la rescata el ensayista Carlos Peña en su perfil de la filósofa alemana, la alumna y amante de Heidegger que abrazó la libertad como uno de los valores superlativos. Valor que, naturalmente, fue transgredido por el totalitarismo nazi. De Heidegger y del idealismo alemán, escribe el autor, Arendt heredó “la convicción de que la libertad era lo más propio de la condición humana, la capacidad de empezar siempre de nuevo”. Agrega: “Y la libertad depende de la política”. Reeditado hace unas semanas, Ideas de perfil es un legítimo bestseller intelectual: un conjunto de ensayos que explora con lucidez y profundidad en algunos de los autores y en las ideas que han modelado nuestra cultura, sin descuidar la elegancia del lenguaje, la vocación narrativa y la capacidad comunicativa. Con elocuencia y a gusto en su elemento, Peña perfila una galería de personajes asociados a su propia formación intelectual, conjugando vida y obra, desde San Agustín a Julia Kristeva, de Maquiavelo a Fukuyama, así como desde la idea de justicia en la sociedad pluralista de John Rawls al relativismo moral donde inesperadamente se encontraron el cardenal Ratzinger y Slavoj Žižek.
Los Diarios de la Anguila, de Paula Bonet (Anagrama)
En una de las fotos, Paula Bonet aparece abrazada con Roser Bru. Y al margen de ella anota: “Roser me cuenta que le hacía huevos fritos a Nicanor Parra”. La artista de origen catalán que llegó en el Winnipeg en 1939, fallecida en 2021, y el Taller 99 fundado por Nemesio Antúnez son algunas de las referencias cardinales de estos diarios de la aplaudida autora de La anguila. Nacida en 1980 en España, Paula Bonet estudió arte en Chile a inicios de 2001. En 2018 decidió regresar o acaso huir de su país. Pasó por Marrakech y Jerusalén y luego aterrizó en Santiago. “Chilito es el lugar más inestable que conozco pero es donde más segura me siento”, escribe en una página manuscrita. El libro es una bitácora esencialmente visual, que reproduce dibujos, grabados, fotografías de amigos y lugares (la casa que ocupa, Valparaíso, calles), poemas, recortes de noticias y páginas manuscritas. También una selección de textos de las libretas que llevó durante su estadía, donde se conectó con el mundo del Taller 99, vivió acoso en las calles, leyó a Arelis Uribe y disfrutó de visiones de la cordillera nevada después de la lluvia. En el libro cita también un mensaje de un hombre que la acosó violentamente en Barcelona. El volumen se puede leer como una correlato de su novela La anguila y como una ventana o varias a la intimidad reflexiva, a veces sombría y a menudo luminosa de la artista: “Pinto y escribo en cuadernos para retener aquello que ha sucedido y que no quiero olvidar”.
El Idealista, de Viet Thanh Nguyen (Seix Barral)
El agente de aduana estampó el timbre en su pasaporte. La fecha de entrada era el 18 de julio de 1981. Estaba en el aeropuerto Charles de Gaulle de París: “El héroe que había liberado a Francia de los nazis mientras seguía esclavizándonos a los vietnamitas”, escribe el protagonista de El idealista, segunda entrega de la saga que comenzó con El simpatizante y que le dio al autor, Viet Thanh Nguyen, el premio Pulitzer 2016. En ella el protagonista narró su historia como espía del Vietcong, su viaje a Los Angeles y el regreso a Vietnam, donde fue enviado a un campo de reeducación. Encerrado y sometido a torturas, el ex espía es obligado a confesar y a reescribir su confesión. Ahora, tras sobrevivir al campo de prisioneros, llega a Francia, solo cuatro días después del Día Nacional, que celebra los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Es también el día de cumpleaños de Nelson Mandela. Con el nombre de Vo Dahn, que significa sin nombre, el protagonista comenzará una nueva vida como refugiado. En Francia se vinculará con la comunidad de inmigrantes africanos y asiáticos y se integrará a una red de asociada al crimen y el narcotráfico. Profundamente desilusionado del comunismo, el protagonismo no consigue adaptarse al capitalismo y amargamente observa también el legado colonial francés. “Éramos aquellos nadie quería ver, nadie necesitaba y nadie veía, invisibles para todo el mundo salvo para nosotros mismos”, anota.
La Balanza Inclinada, de Paulina Jara y Cristian Garrido (Muñeca de Trapo)
Este cuento no disimula sus intenciones ni su propósito. Su epígrafe corresponde a una frase del ex canciller alemán Willy Brandt: “Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen”. Con un lenguaje de bordes poéticos y el uso de rimas, esta historia en verso busca transmitir un mensaje en torno a las desigualdades sociales. Escrito con un lenguaje sencillo y simple, cuenta la historia del reino de la balanza inclinada, donde le rey “repartió el tesoro” y “al pueblo dejó con lágrimas”. Como una metáfora de los sociedades sin equidad social, las gentes “vivían con lo justo y/ hasta la risa les faltaba”. En el reino “se había hecho costumbre/ vivir con poco y nada/ y la gente silenciosa/ iba al trabajo y soñaba”. En el pueblo sospechaban de la balanza: seguramente estaba mal calibrada. Pero un día un niño curioso, con la osadía de la infancia, se aproximó al castillo y descubrió que el misterio no se encontraba en ella sino en el corazón del rey. Más allá del relato y sus trazos simples, el libro destaca por su visualidad y sus sorprendentes ilustraciones: todos los personajes, así como el castillo, las flores y desde luego la balanza, son figuras hechas a mano con madera y pintadas con alegres colores. Un trabajo visual minucioso, bello y delicado, presentado en una edición cuidadosa, de tapas duras y con una impresión de alta calidad.