Tal como ocurrió con el reciente Premio Nacional de Literatura, la nominación de este año en la categoría de Artes Musicales fue a una región. Esta vez, a la Araucanía, zona de la que es oriunda Elisa Avendaño Curaqueo, nacida en la comunidad Manuel Chavarría en la comuna de Lautaro. Un hito en la historia del premio, al concederlo por primera vez a una representante de los Pueblos Originarios y quinta mujer en recibirlo.
Fue precisamente en Lautaro donde Elisa Avendaño comenzó su acercamiento con la música ancestral, gracias a su madre. Desde entonces, se ha labrado una trayectoria en que la lengua tradicional, el mapudungún, es el centro. Ha dedicado años a la práctica y enseñanza de la misma, además de la medicina mapuche tradicional y la recopilación, composición e interpretación de música de su pueblo.
“Yo aprendí la música a través de mi mamá, hacía música en su vida cotidiana -cuenta al teléfono con Culto desde la Araucanía-. Yo tomé la observación en su quehacer. Ella nos hacía observar el cantar de los pájaros, ella decía que los pájaros también hacen música. Todas nuestras cosas naturales, el agua cuando va corriendo hace un sonido, eso era música para ella. Cuando ella lavaba, decía que el agua estaba hablando cosas lindas para nosotros”.
La flamante Premio Nacional de Artes Musicales 2022 fue distinguida esta jornada tras un fallo de mayoría, dado a conocer esta jornada desde el Palacio Pereira por la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky, quien presidía el jurado que definió el ganador. Además, integraban la instancia la rectora de la Universidad de Chile, Rosa Deves; la última galardonada con el Premio, Miryam Singer González; Andrés Maupoint en representación de la Academia de Bellas Artes; Aliro Bórquez, rector de la Universidad Católica de Temuco, en representación del Consejo de Rectores; y las personas designadas por el Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio: el musicólogo, José Manuel Izquierdo y la cantautora mapuche Daniela Millaleo.
La ganadora, quien se impuso ante nombres de más marcado perfil mediático como Valentín Trujillo, Cecilia Pantoja y Horacio Salinas, se lleva un diploma, una pensión vitalicia de 20 UTM y un monto en dinero cercano a los 23 millones de pesos.
“Estamos muy contentos de poder entregar este reconocimiento a Elisa Avendaño, tremenda exponente de la música de raíz mapuche -señaló la secretaria de Estado en el punto de prensa-. Una persona que ha contribuido a revitalizar y difundir esta cultura a las nuevas generaciones, con labor a nivel nacional e internacional”.
En la ocasión, Brodsky detalló que el premio “contribuye a que como país empecemos a saldar una deuda histórica con los pueblos originarios y reconocer a los tremendos exponentes artísticos que existen en el pueblo mapuche y en otros, tenemos que visibilizarlos y ponerlos en valor”.
De hecho, en el acta se establece que el premio se otorgó en función de “su rol como intérprete y su labor de difusión y transmisión del saber que resguarda hacia las nuevas generaciones. Coinciden asimismo en el impacto de su trayectoria tanto a nivel nacional como internacional. Esta candidatura da cuenta de la historia, presente y futuro de su pueblo y representa un precedente de revitalización y reconocimiento de esta tradición”.
“Sin idioma no hay música mapuche”
Por su lado, Avendaño siente que el Premio es también un reconocimiento a los pueblos originarios. “Yo soy una mujer mapuche que ha sido trabajadora de las organizaciones sociales, he entregado mi juventud al trabajo de la resistencia indígena, yo creo que un poco por ahí va el premio igual. En cuanto a la música, no he inventado nada; esta es la música del pueblo mapuche, lo he ido tomando, lo he ido recreando. Todos deberíamos hacer eso, la recreación de nuestro conocimiento, de nuestro newén, porque con la música podemos llorar, reír, bailar. La música mapuche está ahí, solo hay que tomarla, levantarla y recrearla. Yo doy gracias a mi pueblo, gracias a las mujeres es que este premio ha sido posible, porque en el mundo mapuche no hemos sido muy reconocidos, el racismo es muy fuerte, el egoísmo es muy fuerte, el machismo es muy fuerte. En este momento la música está dando que hablar”.
Habitualmente, el Premio Nacional de Artes Musicales se ha inclinado hacia el reconocimiento a la música docta ¿siente que su premiación abre puertas a otras expresiones musicales?
Yo creo que más que abrir puertas, es hacer conciencia con los jóvenes, que puedan nacer más Elisa Avendaño, Sofía Painequeo, que sea un inicio a eso. Esto significa que la música mapuche pueda continuar en la gente joven, me interesa más eso. Si pudiéramos tener un país con más artistas, más cultura, a nivel regional de comunidades. Yo digo, ¿por qué no hay arte en las comunidades? La gente en las comunidades no tiene un lugar de entretención, siempre se trabaja sobre la cultura pero no se practica. Eso es una preocupación y pienso que debe ser una base para avanzar. Pero para eso lo primero que tiene que hacer es retomar el idioma; sin idioma no hay música mapuche, sin idioma no hay ceremonia mapuche, sin idioma no hay medicina mapuche. El idioma es lo primero.
Desde el Estado, ¿qué considera que hace falta para apuntalar la difusión de la cultura y la lengua mapuche?¿está en deuda el Estado en ese punto?
El Estado está en deuda histórica con los pueblos indígenas, no solo con la lengua sino con todo lo que significa ser un pueblo. El Estado tiene el deber de desarrollar al pueblo mapuche, pero también con la deuda del reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas, eso es lo que hay que entender; tenemos que tener un reconocimiento constitucional. Sin reconocimiento, no podemos estar en una sociedad civil que de alguna forma despoja a su pueblo.
¿Qué significa la música mapuche para usted?
Para mí, y para mucha gente que todavía cantan, la música es todo. La música es transversal en el conocimiento mapuche; es ceremonia, es sanación, la machi no te hace sanación si no hace música. No se puede hacer una ceremonia sin música. Es un lenguaje transversal para comunicarnos con el ser superior, sin eso no somos nada.