Acaso como una maldición, en los cuatros año siguientes al monumental éxito discográfico de Back to Black (2006), Amy Winehouse apenas se reencontró con la música. Más allá de alguna sesión puntual, lo cierto es que el desenfreno y los días de giras hicieron que la malograda cantante grabara muy poco en el estudio.

Para 2010, Amy apenas había grabado dos canciones para el disco que debía suceder a Back to Black; Between The Cheat y Like a smoke, completada posteriormente por el rapero Nas. El resto habían sido canciones que había dejado sin terminar o fragmentos de temas que estaban en construcción. Pero en esos días frenéticos, Amy parecía sumergida en el ahogo de la fama; más con los paparazzi que acampaban fuera de su casa. Por ello, se desató en una espiral de destrucción que arrancaba con un irrefrenable consumo de alcohol.

Mientras, su matrimonio con Blake Fielder-Civil se iba al carajo. Se habían conocido en un bar en 2005 y desde es momento comenzaron un intenso romance. Pero él, un tipo con sus propios demonios, acabó arrestado y encarcelado por una pelea en un pub, lo que sumió en la tristeza a Amy. La pena la pasó en las letras para Back to Black, pero una vez que su enamorado salió la cosa no fue mejor. Las peleas y discusiones eran frecuentes, también el consumo de drogas duras. La situación acabó fuera de control y finalmente Fielder-Civil presentó una demanda de divorcio en 2009. “Moriría antes de divorciarme de ti, tomaría mil golpes por mi amor”, cantó ella en Between The Cheat.

“Amy cambió de la noche a la mañana después de conocer a Blake”, dijo al Sunday Times, Nick Godwyn, su primer manager. “Simplemente sonaba completamente diferente. Su personalidad se volvió más distante. Y me pareció que eso se debía a las drogas. Cuando la conocí, ella fumaba hierba, pero pensaba que las personas que tomaban drogas de clase A eran estúpidas. Ella solía reírse de ellos”.

La cantante tuvo otros amoríos, pero finalmente comenzó una relación con el cineasta Reg Traviss. Mientras, sumaba episodios de comportamiento errático; a menudo no llegaba a los conciertos, más de alguna vez subió muy mal al escenario, olvidaba las letras o simplemente no estaba en condiciones de cantar por la borrachera. Y en eso el respetable siempre se hace sentir; estrella o no, esos shows acabaron con abucheos estridentes, que no hacían más que lacerar un ánimo que ya estaba quebrado y con nula chance de componerse.

(Photo by SHAUN CURRY / AFP)

“Una verdadera cantante de jazz”

Pero a veces la música ofrecía un bálsamo. En marzo de 2011, Amy atendió una llamada telefónica. Al otro lado de la línea le hablaba el legendario Tony Bennett. El eterno crooner, entonces un octogenario preparaba un disco de duetos y había pensado en ella como invitada. “Me decía a mí mismo: ‘¿Quién canta de la manera correcta?’”, recordó Bennett en el documental Amy de 2015 . “Cuando escuché a Amy Winehouse, inmediatamente pensé: ‘Esta lo tiene’”.

Para Bennett, la estrella era “una verdadera cantante de jazz natural”. Por eso, le sugirió cantar Body and soul, un estándar compuesto por Edward Heyman, Robert Sour, Frank Eyton y John Green en 1930, que en su momento interpretaron desde Ella Fitzgerald a Billie Holiday. Coincidió que era una de los estándar favoritos de Amy, quien escuchaba jazz desde su niñez por influencia de su padre. Basta notar su fraseo en Back to Black, para oir la huella de Sinatra como evidencia de las incontables horas de discos en el equipo familiar.

“Amy era atractiva, divertida, encantadora y totalmente profesional, pero un poco tímida. Dijo que estaba nerviosa porque nunca había grabado una canción con alguien a quien consideraba uno de sus ídolos”, recordó Bennett sobre la grabación en los legendarios estudios Abbey Road, en Londres.

El padre de Amy, Mitch, contó tiempo después: “Amy estaba muy emocionada de trabajar con Tony Bennett y tengo muchas ganas de que sus fans escuchen esta nueva grabación. El hecho de que la voz de Amy suene tan increíble y hermosa como siempre y esté cantando con el gran Tony Bennett parece el tributo más apropiado de todos en este momento tan difícil”.

En el estudio un equipo de filmación registró parte de la sesión para un documental. Las imágenes se aprovecharon para un videoclip posterior, cuando Body and soul fue lanzado como primer sencillo del álbum Duets II ese mismo año. “Se metió de lleno en el ritmo del jazz y el disco salió hermoso”, le dijo Bennett a Rolling Stone. “Quería disuadirla de las drogas, pero nunca tuve la oportunidad”.

Era el último single que tuvo la voz de Amy en vida, antes de su trágica muerte el 23 de julio de 2011, cuando fue encontrada en su habitación con tres botellas de vodka vacías a un costado de la cama. Tenía 4.16 gramos de alcohol por litro en la sangre, una cantidad que supera la barrera de la embriaguez profunda, sobre los 3,0 gramos. Fue la última que cruzó.

“El hecho de que ella muriera a los 27 años es simplemente horrible para mí”, dijo el mismo Bennett a Entertainment Weekly , una vez que la canción fue lanzada en el álbum Duets II, aunque también se incluyó en el póstumo Lioness: Hidden Treasures, junto a las grabaciones que había avanzado en la época. “Si hubiera vivido, habría estado a la altura de Billie Holiday y Dinah Washington. Es simplemente una tragedia”.

Mira a Tony Bennett y Amy Winehouse cantar Body and Soul

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