Cecilia Vicuña: la artista chilena que tiene conquistado al mundo
Pasó los últimos 50 años casi en el margen del mundo del arte. Hoy, a sus 74 años, se convirtió en estrella. Ganó el León de Venecia, fue la primera latinoamericana en exponer en el Guggenheim, y en octubre lo hará en el Tate Modern de Londres. Para ella es el comienzo.
En junio pasado llegué al Guggenheim de Nueva York sabiendo muy poco de Cecilia Vicuña. Aparte de que hacía un par de meses había ganado el premio León de Oro de la Bienal de Venecia y que ahora era la primera artista latinoamericana que realizaba una muestra individual en la icónica rotonda del museo neoyorquino. Pero nunca había visto su obra. Lo primero que me sorprendió era que la instalación de la muestra era realmente impactante, y ocupaba gran parte del edificio. También llamaba la atención la cantidad de gente que asistía, que sin desbordar, era muy numerosa. Y todos dedicaban largos minutos a admirar sus obras. Yo observaba todo esto con cierto asombro y una gran pregunta en la cabeza: ¿En qué momento esta artista chilena conquistó el mundo del arte mundial?
Los datos son abrumadores. Fue la primera latina en recibir el prestigioso León de Oro a la Trayectoria. Algo que, según comentó a La Tercera, la tomó con sorpresa. “Fue totalmente inesperado, algo que afectará mi vida y mi muerte”. No tuvo mucho tiempo para asimilar aquello, porque de ahí pasó a conquistar otra cumbre: el Guggenheim. Y como si todo esto fuera poco, en octubre instalará su obra en la mítica Turbine Hall de la Tate Modern en Londres. O sea, un año irrepetible.
Al día siguiente de mi visita, venía publicado en el New York Times un extenso artículo acerca de la vida de Cecilia Vicuña. No era una nota al pasar, ni una crítica a su exposición. Se trataba de un texto central de ese día. Como si fuera algo predestinado me sumergí en su lectura y a los dos párrafos encontré la clave de lo que estaba buscando. “Después de décadas en el margen del mundo del arte, a los 74 años, la artista chilena se ha convertido en la más aclamada del año”.
Leerlo me dejó una doble sensación. Primero, lo de Cecilia Vicuña este año ha sorprendido a todos. Segundo, que su vida es realmente increíble. Una de esas historias que uno sólo ve en las novelas o en la vida de otros grandes personajes. Sin más, me recordó la historia de Patti Smith, que ella misma describe en el libro Éramos unos niños, donde habla de su llegada a Nueva York, con 20 dólares en el bolsillo, pasando hambre y durmiendo en plazas o sitios abandonados.
Cecilia Vicuña llegó a Manhattan en 1980, sin ningún plan. Con muy poca plata en el bolsillo, su mejor comida eran diminutos pedazos de pizza. Al poco tiempo se cruzó con un pintor argentino, quien la invitó a vivir en un loft a medio construir en el barrio de TriBeCa. Se trataba de algo muy precario, pero al menos tenía dónde pasar las noches, ya que en el día su compañero usaba el departamento como estudio y ella tenía que salir. Comenzó a trabajar en las orillas del río Hudson, donde hizo sus primeras instalaciones, con los materiales que encontraba en la orilla.
De aquello han pasado 42 años y durante casi todo ese lapso, su vida transitó fuera o en el margen del mundo del arte tradicional. Tanto, que no estuvo representada por una galería de prestigio sino hasta el 2018 –Lehmann Maupin– y fue ese año cuando recién pudo darse el privilegio de tener un estudio para ella sola.
Todo esto lo pude ratificar cuando apareció el número de agosto de la revista “Wallpaper”, cuya portada, en una edición limitada, estaba diseñada por Cecilia Vicuña. Un privilegio que no es raro, pero que la publicación sólo reserva a los grandes.
Al igual que el NYTimes, la revista inglesa es muy tajante respecto de su historia: “En la mayor parte de los últimos 50 años, Cecilia Vicuña, artista, poeta y activista, ha sido ignorada, censurada, marginalizada y ridiculizada. Ahora, en el 2022, está teniendo lo que se conoce como Su Momento”.
Un comienzo brillante
Nació en 1948 en la comuna de La Florida, al seno de una familia humilde, pero muy intelectual. Siempre recuerda que las casas eran de adobe, pero tenían una biblioteca con textos en cinco idiomas.
Tuvo un comienzo muy promisorio. Mientras estudiaba Arte en la Universidad de Chile, publicó su primer libro de poemas. A los 23 años realizó una instalación en el Museo de Bellas Artes. De ahí ganó una beca del British Council para estudiar en la Slade School of Fine Art en la ciudad de Londres, donde estaba viviendo cuando ocurrió el Golpe Militar en Chile. Ahí se convirtió en una activista, realizando una serie de acciones en favor de los derechos humanos. En el plano artístico, ese tiempo “Wallpaper” lo describe como “pobre en material, pero rico en ambición”.
De ahí se trasladó a Colombia por unos años, para luego emprender su aventura en Nueva York.
Antes de ganar el León de Oro de Venecia, el evento más importante de su carrera sucedió el año 2017, cuando fue seleccionada para exponer en Documenta 14, la más grande e importante exposición mundial de arte contemporáneo. Ahí comenzó a gestarse el germen de lo que vendría después y que tiene su explosión el 2022.
“Es algo caótico recibir de un golpe toda la atención que uno no tuvo en 50 años”, dice la artista cubana Teresita Fernández, refiriéndose a Vicuña, su gran amiga. “Viene de manera muy fuerte y muy rápida”, agrega.
Pero Cecilia Vicuña lo ve de otra manera. Ser invisible la hizo trabajar con mucha libertad. Nunca estuvo atada a nada y pudo experimentar quizás demasiadas cosas: la pintura, el canto, la escritura, el cine, las instalaciones. Algo que explica en parte que pocos entendían cómo clasificarla. Siempre fue una suerte de bicho raro, incluso en el mundo del arte conceptual. Y tampoco claudicó ni adaptó su camino.
Respecto de su momento actual, reconoce que la sorprendió mucho el reconocimiento tan transversal que hoy tiene su obra. “Indudablemente, no me lo esperaba, porque es la tradición de cerca de dos mil años de tradición patriarcal que a las mujeres nadie las escucha, porque en general las mujeres no son oídas”, señaló en julio en estas mismas páginas.
Y respecto de la idea que ha trasmitido la prensa internacional de que este es el momento cumbre de su carrera, ella lo discute. “¿Eso quién lo sabe de antemano? Nadie. Y si uno se imagina que va en una cumbre, va perdido”. Así las cosas, más que llegar, parece que lo de Cecilia Vicuña es sólo el comienzo.
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