Richard Barbieri, tecladista de Porcupine Tree: “Sólo seguimos nuestra intuición en cada caso”

Porcupine Tree

Con el enigmático título Closure/Continuation bajo el brazo, los británicos Porcupine Tree, uno de los estandartes del rock progresivo del cambio de milenio, marcan su regreso discográfico y a los escenarios, algo que tomó por sorpresa a los fans que les daban por disueltos. En Chile, harán su debut este viernes 7 de octubre en el Movistar Arena. Vía Zoom con Culto, el tecladista Richard Barbieri se explaya acerca de este giro inesperado y lleno de nuevos bríos.


Para los seguidores del motor principal de Porcupine Tree, el reputado Steven Wilson (54), el paso por Chile de la banda británica que encapsuló su intrincada, expansiva y obsesiva propuesta y la presentó ante el mundo, era una deuda que habría quedado pendiente por toda la eternidad, a pesar de que Wilson se ha dado el lujo de incluir algo del material en sus visitas a nuestro país. Dada por desaparecida tras el auge de la carrera solista del siempre ocupado musicópata inglés, la verdad es que el retorno de la entidad se fraguó en secreto durante una década.

Steven Wilson

“Creo que el disco tiene el título perfecto, aunque supongo que podría haber llevado un signo de interrogación al final”, bromea desde su estudio el hombre tecla Richard Barbieri (64), encargado de los sintetizadores en los legendarios Japan, donde militaba junto a otro líder potente: David Sylvian. Miembro de Porcupine Tree desde el segundo álbum, Up the downstair, editado en 1993, ya parecía habituado al modus operandi de Wilson. En este caso, el nombre de la placa con que la banda retorna no hace referencia a un concepto determinado y definido a priori sino, más bien, a la evolución.

“Nosotros tampoco sabemos de qué va el disco, pero no es un disco conceptual. Todo fue grabado en un lapso de diez años. El mundo ha cambiado y nosotros también, como personas. Acá cada canción tiene su propia historia pero no hay un concepto que aúne todo. Supongo que ese concepto es el mismo grupo y la pregunta: ¿es este es el comienzo o es el final? En cualquiera de los dos casos, nosotros estamos bien”.

Las palabras de Barbieri suenan como el fin de una vieja forma de enfrentarse a Porcupine Tree, y el comienzo de una nueva. “Lo que importa es que no queremos presionarnos. Porque hacer este disco ha sido fantástico. Esta es la primera vez en nuestras vidas que hacemos un disco sin un contrato, sin tener un plazo que cumplir y sin expectativas. Nadie sabía que lo estábamos haciendo y podríamos habernos deshecho de la música si lo que salía no nos gustaba. Eso nos hizo probar otras cosas. Pero, si ahora nos ponemos a pensar en hacer algo así de nuevo, en otro disco en un año o algo así, pues eso nos volvería a hacer sentir presionados. Esto, en cambio, salió de forma natural. Ahora en lo único en que pensamos es en el tour”.

Cierre

Hace tres años, poco antes de la pandemia, Barbieri se cambió por primera vez en su vida de un departamento a una casa, algo que le dio un lugar de trabajo que nunca antes había tenido. “Es primera vez en mi vida que tengo mi propio espacio”, dice, y sus palabras parecen remitir a la oportunidad que este nuevo comienzo de la banda le dio para colar sus ideas, modificando el balance de fuerzas.

“Es mi primera vez viviendo en una casa, en un lugar grande y con harto espacio. Esto fue accidental y afortunado. Cuando llegué acá, el primer año fue bastante creativo. Aquí es donde grabé mi último disco solista”, sentencia. Hasta antes de eso, los esfuerzos donde Barbieri participaba siempre fueron en alguna medida colaborativos. La pandemia, que lo encontró en un lugar seguro y propio, le permitió operar realmente en solitario. Encontrar su voz aparte fue un proceso alineado con lo experimentado por Wilson desde la disolución de Porcupine Tree y la grabación de su segundo disco solista Grace for drowning (2011).

“Ha pasado harto tiempo, Steven llevaba diez años siendo solista, y esta vez la diferencia es que hay una línea bien gruesa que divide sus obras en solitario de lo que es Porcupine Tree. Ahora, en este disco, él es una persona nueva por completo. Ya no necesita tener ese tipo de control”, recalca Barbieri. Junto a él, el otro miembro reclutado para Closure/Continuation fue el el octópodo batero Gavin Harrison, quien se benefició del proceso como nunca antes.

“Steven quería componer música junto conmigo y Gavin esta vez. Quería que todo fuera equitativo y renunció mucho a tener el control en el proyecto. Todo fue bien relajado, y es una dinámica diferente. Para mí y Gavin es genial, porque es lo que siempre quisimos que fuera Porcupine Tree. En todos estos años había sido un proceso bien lento el de intentar colar nuestras ideas, pero ahora esto es un animal completamente diferente”.

Esta vez, en la placa, las texturas sónicas del alguna vez hombre del sinte en Japan se abren paso no solo en la construcción del material, sino que también en la mezcla del álbum. Algo que, considerando la tendencia de Wilson de mezclar no solo su propio trabajo sino que también remezclar obras clásicas de sus bandas favoritas, es algo digno de destacar.

“Creo que mis elementos electrónicos siempre han estado ahí, pero ha sido complicado antes que se abrieran paso. Hubo un periodo en que la banda tenía un sonido más pesado, más cercano al metal, y Steven solía hacer overdubs y grabar encima capas de guitarra para tener un sonido más denso. Pero acá es distinto, ya que sacamos todas las capas de guitarra y dejamos solo una. Eso hace que haya más dinámicos, nos abre todo el espectro y entonces otras cosas salen a la luz. Se escucha más lo intrincado de lo que hace por su parte Gavin, y se escuchan más mis cosas electrónicas. No he escuchado la mezcla surround del álbum aún, pero me imagino que debe sonar muy bien”.

porcupine tree

El espacio creativo para expresarse también se anuda al espacio que tuvo la banda para trabajar el material, en términos temporales. Con diez años de composición, el material fue decantando y se evitaron las concesiones. “Tal vez hay una sola canción tipo balada, o algo por el estilo. No estuvimos pensando en términos de cómo sería cada canción desde antes, ya que solo seguimos nuestra intuición en cada caso, y eso fue porque, insisto, no había expectativas”

-Con todo ese tiempo para experimentar, imagino que el material de sobra debe ser mucho en esta ocasión.

Siempre hay un ochenta o un noventa por ciento de material que se bota. Son cosas que dejamos atrás, pero creo que tenemos unos tres buenos bonus tracks que pusimos en la versión deluxe y que son tan buenas que podrían haber estado ahí en el disco, aunque nosotros seguimos obsesionados con la idea del álbum, del formato de una pieza que comienza y termina en un tiempo determinado. Sé que eso no significa mucho en la música de hoy en día, pero crecimos con eso y lo sentimos así. Creo que Love in the past tense es una de las mejores cosas que hemos hecho.

-¿Cree que tal vez el concepto del disco tenga que ver con ese slash entre el cierre y la continuación? ¿Con el cambio?

-Sí, a veces debes sentir que estás en un ambiente desconocido para sentir algo. Tiene que haber un cambio, ya sea de músicos, como algunos que dejamos atrás para el proyecto; cambiar el diseñador; el sello; muchas cosas. Todo eso para no sentirnos cómodos, y eso es bueno mentalmente para el trabajo. De lo contrario, todo se pone muy confortable y vuelves a hacer lo mismo de siempre.

-Esta vez Steven tomó el bajo, como lo hizo Gilmour en Animals de Pink Floyd.

-Sí, y esa es una gran diferencia, es gigante, tanto por el énfasis que da al sonido y por la forma en que las pistas se grabaron. No es Geddy Lee o Chris Squire, pero Steven lo usa también como un instrumento líder acá, y eso es un cambio importante.

-Y en su caso en particular, ¿cambió su forma de aproximarse a la música?

-No he cambiado mucho mi manera de enfrentarme a la música. Ya desde muy joven hubo un momento en que cambió todo y fue cuando me di cuenta de que yo no sería un músico muy técnico. Mi interés siempre fue el sonido, y cuando salieron los sintetizadores me di cuenta de que podía trabajar con estas máquinas que creaban sonidos, y ya las teclas no fueron importantes, sino que lo eran los controles. Cuando eso ocurrió fue que encontré mi propia voz. Y he tenido esa forma de aproximarme desde entonces, en distintos contextos. Para Porcupine Tree es genial tener por un lado a alguien que no sea realmente un músico, como yo, que no entiende de teoría musical, que no tiene ese costado. Y, por otro costado, tienes a este músico excepcional que es Gavin, que lo entiende todo. Él entiende las teorías, la matemática, lo tiene todo claro. Para mi, todo eso es interesante, solo que yo me aproximo de una forma distinta. Ahora, todo esto funciona porque Steven, estando al medio de los dos, puede unirlo todo. Él hace posible el diálogo entre nosotros, porque él tiene uno con Gavin y tiene otro conmigo. Él conecta todo.

Continuación

“Hay dos canciones en el disco donde yo tuve algo que ver. Una es Dignity, que es como una canción old school de Porcupine Tree, que tiene una buena historia y hermosos acordes, buenas segundas voces. Tiene todo lo que me gusta de cómo éramos en el pasado y luego está Walk the plank, que es algo nuevo para Porcupine Tree. Es algo que empuja los límites de nuestro sonido, y es algo que puedo vincular con Japan. Ahí, hay sonidos mios a los que Gavin reacciona. No hay guitarras y es bien abstracta, no suena como nosotros”, explica Barbieri. “Todo se trata de espacio y siempre fue difícil encontrar espacio en Porcupine Tree”.

-¿Y cómo es posible transportar las texturas que diseña para el disco a la situación en vivo?

-Llevar todo eso al show en vivo es un desafío, porque para mí no se trata de tocar, sino que de programar estos sonidos. Llevarlo del estudio al ambiente en vivo es diferente, ya que algunos sonidos que funcionan bien en el disco no funcionan bien en el escenario y tienes que encontrar el equilibrio perfecto. Ya hemos tocado estas dos canciones de las que te hablaba con los músicos adicionales para el show en los ensayos y suenan muy bien, mejor de lo que pensábamos. Estamos confiados de que el nuevo material puede ser llevado a los shows. Aunque tocar en lugares grandes es un problema en sí mismo por la acústica, hemos conservado al mismo ingeniero en sonido desde los años noventa, y es fantástico. Esperamos que podamos hacerlo funcionar.

La mutación que ha sufrido Porcupine Tree en estos diez años de hiato ha sido satisfactoria al punto de producir música que compite con lo mejor de un catálogo extenso. “Cuando sacas un disco te gusta pensar que es el mejor, pero siempre hacen falta un par de años para poder verlo en perspectiva y elegir con sabiduría. Yo estoy confiado de que Closure/Continuation está ahí con In Absentia y Fear of a blank planet, con lo mejor que hemos hecho. Esos son los tres mejores. Es algo que tengo muy claro. Tal vez con el tiempo lo considere mejor o no. Pero es algo bueno para mí, porque creo que con The Incident no hicimos nada nuevo y estos diez años han hecho que cambiemos y que todo sea fresco. Tuvimos que molestar a muchos para hacerlo, pero quisimos hacerlo los tres solos y se ha sentido todo diferente”.

En la gira, el álbum será interpretado de forma íntegra, pero no lineal ni de corrido. “Lo iremos colando entre el resto del catálogo y probablemente nos enfocaremos en In Absentia y Fear, y tal vez incluiremos dos o tres canciones que nunca hemos tocado antes. Serán dos sets de más de una hora, y tal vez veinte minutos de encore, si es que nos piden más”, ríe.

-Con composiciones de tamaña escala y esta duración extensa del setlist, ¿qué tan demandante es interpretar algo así?

Sobre todo es algo físicamente demandante para Gavin (59), porque cuando toca con King Crimson no requiere de la misma energía. En su caso debemos ir modificando el paso en el setlist. Para mí lo complicado es mantener el foco, la atención con la edad, soy un tipo viejo y eso es desafiante. Pero tenemos dos buenos músicos acompañándonos (Randy McStine y Nate Navarro).

-¿Cuál es su secreto para concentrarse en el escenario?

Puedes estar nervioso y preocupado, pero cinco minutos antes todo justo desaparece y vas y lo haces y te sientes bien. Es lo más extraño que hay, te sientes de hecho más cómodo estando ahí. Simplemente me enfoco. Siempre ha sido así, toda mi vida.

-En ese sentido, ¿tocar el mismo setlist en toda la gira le da seguridad?

Sí, pero por eso no quisimos hacer un tour tan largo, para no sentirnos tan cómodos tampoco, ni complacientes. No queríamos eso, pero podríamos haberlo hecho.

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