Bastaron los primeros compases de Aunque te mueras por volver, un tema que tiene solo algo más de un año, para que la audiencia se entregara de lleno a Mon Laferte. La cantante chilena que es estrella en México, se reencontraba con el país con un show de alto impacto, con factura internacional a la altura de su estatus en la industria.
La noche en el Movistar Arena arrancó con algunos guiños al repertorio clásico de la cantante. Y un golpe de efecto casi inmediato con la invitación al escenario a “la maestra” Myriam Hernandez, con quien despachó una soberbia interpretación de Amor Completo, cuya construcción musical deudora de la canción romántica latina, las encontró en una sola voz. Más con la audiencia que la coreó completa.
Mon, enfundada en un largo vestido negro de inspiración golden age, lucía emocionada. Iban a arrancar con otro tema, pero la viñamarina lo detuvo. “Vamos a hacer otra canción”. Luego sorprendió con una poderosa versión de la clásica Herida, que la audiencia coreó tal como lo hacían los públicos de los noventas o, quien sabe, la misma cantante en su niñez. “Te adoro”, le dijo Mon a la baladista al final, con su habitual encanto.
La noche estuvo cargada a la canción romántica. En la previa al show, la música envasada se concentró en el cancionero latino, de Gilda a Julieta Venegas, pasando por Raphael. El repertorio de Mon tributa a esas raíces con una banda en vivo de sonido orgánico y eléctrico (y acento retro), comandada por el tecladista Manú Jalil y el guitarrista Sebastián Aracena. Los secundan el siempre eficiente Rulo, en el bajo eléctrico y Cancamusa (quien hizo el show de apertura) en la batería. Con ellos basta para sostener la música.
El show es organizado por actos separados por pequeñas (y dramáticas) piezas audiovisuales protagonizadas, como no, por Mon. Le siguió un cambio de vestuario, en que se calzó un vestido blanco con detalles que lo ampliaban en los hombros, y la guitarra colgando, en un cruce entre glam y pop.
Esta sección fue dedicada a presentar temas de 1940 Carmen, uno de los dos discos que Mon lanzó en 2021. Un trabajo de corte más indie e internacional, grabado en EE.UU, que incluye canciones en inglés. Una buena oportunidad para escuchar en vivo cortes como Supermercado, Algo es mejor, entre otros que de todas formas eran conocidas para el incondicional público de la viñamarina.
Al segundo acto, Mon vistió traje negro, con chaqueta y pantalón. De alguna manera era una referencia a las noches de puerto animadas a guitarra acústica y una copa de vino. Así pasaron temas de sonoridad más latina del repertorio de Seis, el otro álbum de 2021, que El País destacó como uno de los mejores 10 discos lanzados en Latinoamérica durante ese año.
El momento entonces era preciso para el segundo invitado, Aldo “Macha” Asenjo. Se impusieron entonces los boleros, con Aracena y Rulo en las guitarras, en que pasaron clásicos como Cariño Malo, cantada a toda voz por el público. La fibra romántica popular que antes tuvo cultores como Zalo Reyes y Palmenia Pizarro, encuentra en Mon a una más que justa heredera.
Más cuando siguió con la dramática La Trenza, dedicada a su abuela y sus años de niñez en la población Gómez Carreño. Las contramelodias tocadas por Aracena en la tesitura alta de la guitarra, como los viejos del mercado, le daban el preciso aire popular.
Luego, la valseada (y coreada) Se me va a quemar el corazón, le dio un momento más mexicano al show; un guiño a los años de Mon en el gigante de Norteamérica, pero también al lazo de la canción popular chilena con México, desde Jorge Negrete a nuestros días. Y otra prueba más de que el de Mon es un repertorio que invita a cantar.
En escena, Mon sostuvo el show con simpatía y talento. Bromeó con el público, y ha pulido un acting muy fluido en las interpretaciones. En los pasajes instrumentales baila, se acerca a las primeras filas, recibe una flor, lanza besos y, a pedido del respetable, bebe de un sorbo el espirituoso contenido de una copa.
Hacia el final, pasó Por qué me fui a enamorar de ti, extendida con arreglo de música tropical que sirve de animado contrapunto a una noche intensa.
El tramo final es el festivo. Mon lució un amplio vestido rojo de charol con el que despacha temas de fibra más pop para subir la energía del show. Ahí pasa Lo que pido, del álbum Tornasol (2013), en un poderoso arreglo de inspiración soul. Y a tono con los tiempos, Mon usa la cámara del teléfono conectada a la pantalla como para hacerse una selfie, tal como por ejemplo lo hace Rosalía.
Al final suena una emotiva Tu falta de querer, la canción que este año fue reconocida en los Pulsar con el Premio SCD a la canción más tocada en las radios. El remate con Mi buen amor (cantada a garganta batiente por el público), la explosiva Plata ta ta, con chinchinera en escena, seguida de una cumbiera versión de El Beso y Amárrame (cantada desde la primera fila) sumaron más momentos emotivos de un show que mostró a una estrella plena y un repertorio marcado a fuego en una generación.