María Hesse: “Cuando te sales de las líneas que han trazado para nosotras, automáticamente te llega el insulto de ‘puta’ o de ‘loca’”
La ilustradora y escritora española vino a Chile para participar en el Festival Internacional del Libro y la Lectura de Ñuñoa 2022, donde presenta su libro Malas mujeres, donde reivindica el rol de las mujeres empoderadas. Además, critica los estereotipos en torno a las mujeres a lo largo de la historia y los relatos de ficción.
Cuando era niña, a la española María Hesse le decían “Loca” en el colegio. De alguna forma pagando costos por llegar a una ciudad nueva. Por esos años, era fiel a la cultura pop: leía los cuentos de los hermanos Grimm y veía La bella durmiente en el VHS de su casa. Años después, ya siendo una destacada ilustradora y escritora, esas horas de lecturas comenzaron a tener un sentido en su cabeza.
Una vez que trabajó en sus libros ilustrados como Frida Kahlo. Una biografía (Lumen, 2016), Bowie. Una biografía (Lumen, 2018) o Marilyn. Una biografía (Lumen, 2020), donde se enfocó en un solo personaje, comenzó a pensar en un conjunto más amplio. Esto, a partir de sus reflexiones en torno a la historia y la cultura.
Así le dio vida a Malas mujeres, volumen editado por Lumen y que la tiene en Chile, donde lo presentará en el marco del Festival Internacional del Libro y la Lectura de Ñuñoa 2022, este domingo 6 de noviembre, a las 16.00 horas en el Escenario Principal del evento, ubicado en la Plaza Ñuñoa.
En sus páginas, revisa cómo se ha construido el rol de la mujer a lo largo de la historia y los relatos de ficción. “Surge de las lecturas que había hecho antes y las inquietudes al revisar cuentos populares, películas, y ver en qué papel se nos había dibujado a las mujeres, cómo se había creado esa ficción, que en un principio parece inocua pero que tiene mucho peso y que al final configura qué tipo de personas vamos a ser mujeres y hombres en la sociedad”, señala Hesse a Culto, sentada en el Espacio Literario de Ñuñoa, donde nos recibe.
“A partir de ahí, yo propongo a la editorial que me parecía interesante hacer un libro sobre esas mujeres, que son el antiejemplo a seguir, pero que normalmente suelen ser las mujeres más libres, aunque -para que no sean nuestro modelo- se les transforma en malas”.
Es que tras su análisis, Hesse concluye que las mujeres más independientes y empoderadas, a menudo han sido representadas como malas. Entiéndase ese mote como “Locas, putas, brujas, llantas, manipuladoras”, como señala la autora. Desde la madrastra de Blancanieves, pasando por Hester Prynne, de La letra escarlata a casos de la realidad como el de Yoko Ono (acusada hasta hoy de haber provocado la separación de los Beatles) o Monica Lewinsky (quien quedó marcada por haber supuestamente seducido a Bill Clinton).
En cambio, las heroínas clásicas, suelen ser más pasivas y dóciles, como la protagonista de cuento Rapunzel o Medusa, de la mitología griega. Aunque recalca que en los últimos tiempos, las heroínas se han convertido en mujeres fuertes, como la Princesa Leia, de Star Wars; Sarah Connor, de Terminator; o la misma Wonder Woman.
¿Influyeron para este libro tus trabajos anteriores, como las biografías de Frida Kahlo y Marilyn Monroe?
Pues claro que sí. En el caso de Marilyn Monroe, ella era una mujer que era muy poderosa, si bien siempre se le ha dibujado como una rubia tonta, en realidad era una mujer súper inteligente, muy conocedora de su sensualidad, pero que una y otra vez la sociedad y el entorno se empeñó en dibujarla como todo lo contrario, porque sino suponía un peligro. Por ejemplo, en mi libro El placer, me pasó lo mismo, cómo muchas mujeres habían hablado de la sensualidad femenina, pero que es algo que no se suele estudiar, se nos ha ocultado. Entonces, claro, en mis libros anteriores las mujeres aparecían en una posición diferente, y ellas o se les dibujaba como malas o se les oculta. No se les estudia en los colegios y la historia las invisibiliza.
¿Con este libro buscas destruir estereotipos de las mujeres como las malas?
Evidentemente destruir estereotipos, pero sobre todo lo que necesitaba era entender de donde venían, y saber el peso que tienen en la ficción. Este libro se fue transformando mucho, porque yo quería que fuera un libro que hablara de esa narrativa a través de la ficción, pero me parecía que era necesario poner ejemplos de mujeres en la vida real, que cumplían con este estereotipo y se les demonizaba, como a Juana de Castilla. Definitivamente, mujeres que eran poderosas. Luego hablo de mi propia vida, de cómo cuando te sales de las líneas que han trazado para nosotras automáticamente te llega el insulto, que los más populares son el de “puta” o el de “loca”. Pero ¿quién ha creado esos estereotipos? Y lo que te das cuenta es que esa narrativa, esa construcción de los géneros, ha sido una edificación patriarcal y ha sido una narrativa masculina, porque a nosotras o no nos dejaban escribir, o no se nos estudia, o no se nos lee.
En uno de los primeros tópicos que tratas, están los cuentos clásicos infantiles, como La bella durmiente, o Blancanieves, donde la madrastra es la mujer mala. ¿Por qué crees que las madrastras fueron escogidas como malvadas?
No solo eran las madrastras, ¿eh? Tanto en los cuentos clásicos como en la mitología siempre aparece una mujer bondadosa, sumisa, pasiva, que no hace nada. Lo único positivo que tiene -por así decirlo- es la belleza, pero más allá de eso y del cuidado, no hacen nada, son seres totalmente inactivos. Y lo que crean como enemigos no son hombres sino otras mujeres y tiene que ser un hombre quien nos rescate de la maldad femenina. Además, si te das cuenta en todos los cuentos tradicionales, mientras somos niñas no somos peligrosas, el peligro llega cuando cumplimos la mayoría de edad y nos transformamos en mujeres. Lo que pasaba con Caperucita, que tenía la culpa de haber ido hablando con el lobo en el camino, no que había un lobo. Antes de las madrastras, eran las madres las malas de los cuentos, como en Pulgarcito o en Hansel y Gretel, pero las madres morían en los partos y entraba otra figura externa, que era la madrastra.
Hay una parte en que cuentas que tú misma eres madrastra de hijo de tu pareja, y que tuviste que hacer el ejercicio de mirarte al espejo y repetir la palabra para poder asumirla.
Pues sí, cuando me convierto en madrastra, hay un momento en que hay un silencio en torno en cómo se me va a llamar. Si yo soy la novia de papá, no soy nada del niño, tampoco soy su madre, porque hay veces que uno entra en la vida del niño porque la madre se ha muerto, o se ha ido, pero en el caso de que haya una figura materna y una paterna, no eres una madre. Se creó el dilema de cómo nombrarme a mí y al final tomamos la decisión de utilizar la palabra que existe, que es madrastra. La connotación negativa viene de la ficción, no de la realidad. Y la realidad es que cuando te haces madrastra asumes un montón de responsabilidades, quieres a esa criatura que está en la familia. Una vez que me nombré, como el niño no había leído esos cuentos ni tenía esa carga, nunca vio mal la palabra. Yo le digo “hijastro”, y él dice “madrastra”, “abuelastra”, y se vive con mucha naturalidad. Pero siempre que le digo a mi madre que soy madrastra, ella me dice: “¡Hija, no!”, y yo le digo que sí, que no pasa nada, no es nada negativo. Lo que no se nombra, no existe, por eso es importante nombrarnos sin miedo.
También das un paseo por la historia y cómo se ha representado a la mujer en diversos relatos. La mitología grecolatina clásica, la tradición judeocristiana, la edad media, la era moderna. ¿Cómo fue el proceso en que fuiste seleccionando los diversos ejemplos que pones?
Quería hablar de diferentes arquetipos, así divido el libro: el de la bruja, el de la mujer violentada, como el mito de Medusa, que sigue pasando actualmente cuando una mujer es violada el foco se pone en la víctima en lugar del agresor, qué hacía sola, si hizo algo por provocarle, si era muy guapa, y ahí se ve el poder de la ficción, si dibuja a la mujer violentada como la mala, eso pesa mucho en la sociedad. También me interesaba el arquetipo de la loca, de la mujer ambiciosa, de la detonante de todo mal, que son esas mujeres que se supone separaron a las grandes bandas de música, pero eso también pasa a nivel político. En ese mundo, las consideraciones que se hacen a hombres y mujeres son diferentes.
Hablas de las protagonistas de las novelas del XIX, como Anna Karenina o Madame Bovary, las primeras heroínas insatisfechas.
Son antiheroínas, ellas también representan el arquetipo de la mala madre. Siempre nos han educado en que la maternidad es algo innato a la mujer, es un instinto, de lo que no podemos huir, es para lo que venimos a este mundo. Al día de hoy eso lo debatimos, pero durante mucho tiempo no nos quedaba otra alternativa que la de ser madres. En el caso de Anna Karenina o de Madame Bovary, cuando se topan con la maternidad no es lo que esperaban, ni siquiera cuando se topan con el amor, porque no es lo que han leído en la ficción escrita para mujeres, donde se les enseñaba el mito del amor romántico y luego se encuentran insatisfechas. En realidad, estas mujeres lo único que querían era vivir la vida que vivían los hombres de su época. Si a un hombre le gustaba jugar o estar con muchas mujeres eran vividores, ¿no? pero en el caso de ellas, estaban locas. De hecho, a partir de Madame Bovary se crea el concepto del bovarismo, que es la enfermedad por desear cosas inalcanzables. ¿Cómo destruyen la fantasía de que las mujeres sean nuestros modelos? acabando en tragedia, ninguna de ellas es feliz y terminan suicidándose.
¿Consideras que con ellas de a poco hay una nueva visión de la heroínas?
En el caso de Madame Bovary, el libro iba a ser censurado porque criticaba a la aristocracia y al final se decide publicar porque da un mensaje aleccionador hacia las mujeres, de lo que no debemos hacer. Eso pesó más. Yo creo que es ahora, cuando estamos revisando lo que querían contarnos con esas historias, es que nos planteamos ¿quién escribía ese relato?, ¿por qué?
También hablas del desapego de la maternidad. ¿Qué te parece que en la actualidad han surgido novelas que cuestionan la idea tradicional de maternidad? Como Los abismos, de Pilar Quintana; o La hija oscura, de Elena Ferrante.
Necesitábamos encontrar otras referencias. No solo el de mujer empoderada, o el de la mala, necesitamos también el de la mediocridad, que no son perfectas, que fracasan, y saben que no pasa nada con ese fracaso. Hemos visto a esos hombres que viven frustrados y defectuosos, pero ellos saben que pueden serlo, sin embargo, nosotras no sabíamos que podíamos serlo o que no pasaba nada si no queríamos ser madres. No se trata de que ninguna mujer no quiera ser madre, se trata de que si tú no quieres ser madre, no te sientas culpable por no querer serlo.
¿De qué manera crees que se podría modificar el estereotipo de las mujeres malvadas en los relatos actuales, del cine, la cultura pop, los comics?
Estudiando en las escuelas lo que significa la palabra feminista, también teniendo presencia en la ciencia, la pintura, la literatura, que se entienda que el feminismo es una lucha por derechos humanos, de las mujeres, claro, pero son derechos humanos.
¿Primera vez en Chile?
Sí. En Latinoamérica he estado en México, 15 días. He estado de paso en Bogotá, he visitado Perú, y Guatemala cuando era más jovencita.
¿Sabes algo de literatura chilena?
Sí. Justo ahora cuando me dijeron de venir aquí estaba con Poeta chileno, de (Alejandro) Zambra, que me está encantando. Además, de él, pues Bolaño y Zurita.
¿Qué te parece el momento de la literatura española? En Latinoamérica de a poco se están conociendo otros autores y autoras más allá de los más clásicos
Hombre, me parece muy bien, fantástico. Me parece que es un buen momento, porque hay mucha variedad de literatura en España, y vivir de lo editorial es complicado, imagino que aquí también. Hay muchos intermediarios, tienes que vender mucho para que sea un sustento. Pero es un momento bonito.
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