Fue uno de los nombres presentes en el Michelob ULTRA Arena de Las Vegas la noche del 17 de noviembre, con ocasión de la ceremonia de los Latin Grammy. Allí, entre las estrellas latinas del momento como Rosalía, Anitta, Becky G, Camilo, Sebastián Yatra, Raw Alejandro, entre otros, apareció la cantante Christina Aguilera quien competía en siete categorías gracias a su álbum Aguilera, publicado este año tras cuatro años sin lanzamientos discográficos.

Finalmente, la estrella recientemente confirmada para el Festival de Viña como el número anglo, se llevó la estatuilla por Mejor Album Pop Vocal. Cuando recibió el premio, la artista estadounidense (nació en Nueva York, pero su padre militar era ecuatoriano), remarcó su interés en honrar sus raíces latinas. Eso lo concretó en Aguilera, un disco grabado totalmente en español, lo que no hacía desde hace más de viente años. “Había querido lanzar otro álbum en español desde Mi reflejo (2000) y fue un momento maravilloso para mí. Esto es muy importante para mí y ha sido maravilloso regresar a mi casa”.

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Pese a todo, la mujer que popularizó hits como Pero me acuerdo de ti puede decir que aquella fue una buena noche. Además de imponerse en una categoría (aunque no contaba con retadores particularmente pesados), también se presentó en el evento junto al mexicano Christian Nodal, con quien interpretó Cuando me dé la gana. Un guiño más a su empeño por acercarse a su raíz y conectar con el momento estelar de la música latina.

En el álbum Aguilera, publicado en junio, la estrella reunió canciones de sus epés La Fuerza y La Tormenta, cantadas en español. El material fue producido por los reconocidos compositores y productores Rafa Arcaute y Federico Vindver, e incluye colaboraciones de TINI, Ozuna, Becky G, Nicki Nicole y Nathy Peluso. Es decir, apela directamente al mercado latino.

Un cancionero efectivo y gran capacidad vocal

Por todo lo anterior, la reciente confirmación del nombre de la artista como número anglo del Festival de Viña (evento al que ya había sido ofrecida en años anteriores), es coherente con su empeño por conectar con lo que está sucediendo en la industria, en un año marcado por el éxito de números y crítica de lanzamientos latinos como Un verano sin ti, de Bad Bunny y Motomami, de Rosalía.

Aunque, los expertos remarcan algunos matices. “Christina Aguilera llega veinte años tarde al Festival de Viña -dice Marcelo Contreras, crítico musical de La Tercera-. Si bien ha tenido un renacer artístico este último año a través de un disco que ha sido premiado en los Grammy Latino, con una gran campaña promocional tratando de introducirla a su raíz latina, la verdad es que si uno pone atención al material, se da cuenta de que no hay mayor comprensión del idioma. Para mí, sigue siendo una artista estadounidense”.

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Para el periodista, músico y conductor radial, Nicolás Castro, la presencia de Christina Aguilera en Viña tiene un plus. “Me parece un acierto por donde se mire. Primero, porque es su debut en Chile y conseguir eso a estas alturas es difícil para quienes organizan conciertos. Y segundo, porque tiene hits para regalar, muchos que pegaron fuerte por acá, algo que funciona muy bien para un contexto como el Festival de Viña”.

Sin embargo, Castro hace el punto sobre el momento actual de la artista. “Es cierto que puede que no esté en su peak de popularidad global, como a principios de los 2000, pero eso no quita que nos visita en plena vigencia, con discos recientes que han tenido buenos resultados comerciales”.

Por su lado, Marcelo Contreras destaca que se trata de una artista que cuenta con un repertorio más que suficiente como para subir al escenario de la Quinta Vergara. “Su plus está en el cancionero que acuñó hace veinte años y su extraordinaria capacidad vocal que la destacaba sobre la media de las artistas de su tiempo, incluyendo a Britney Spears”.

Además, el pasado 21 de octubre, Christina Aguilera lanzó una edición aniversario con ocasión de los veinte años de su álbum Stripped (2002). Un trabajo, en que participó en la composición de todas las canciones y marcó su transición de una imagen más adolescente y edulcorada, hacia una más empoderada y femenina. Fue un momento que definió su carrera, y que de alguna forma dialoga con su empeño actual por renovarse y apuntar hacia el mercado latino, lo que tiene en su show en Viña una proyección hacia Sudamérica.

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