José Donoso, Coronación y una novela en la línea del máximo peligro
La clásica novela del reputado escritor chileno se publicó en diciembre de 1957, hace 65 años. En sus páginas, no se propuso hablar de la realidad, sino que atraparla de otra forma, por lo que marcó un quiebre con el panorama narrativo chileno. De mano de dos expertas damos cuenta de sus principales claves, y junto a Silvio Caiozzi abordamos su adaptación al cine, en 2000.
Le dijeron que era una novela demasiado extraña y no la quisieron publicar. Al menos, eso fue lo que le respondieron en Zig Zag antes de entregarle de vuelta el desvencijado manuscrito que había llevado. Claro, no se ubicaba en lo costumbrista, en el campo, o en la difícil vida de quienes emigraban a la urbe. La cruda realidad. Esos eran los temas que predominaban en la literatura chilena de la primera mitad del siglo XX, pero esto era todo lo contrario. La historia tenía su fuelle en el interior de una casa y de los personajes.
Empeñado, José Donoso Yáñez continuó su paseo hacia la Editorial del Pacífico. “También rechazaron esta novela, aconsejándome mucha poda, mucha atenuación”, recordó años después el mismo autor en su Historia personal del ‘Boom’. Pero quedaba la tradicional editorial Nascimento. Ahí le dijeron que sí, pero que de los 3 mil ejemplares que se imprimirían, él tendría que vender 700 por su cuenta, a cambio de que cediera su derecho a cobrar adelanto y liquidaciones. Aceptó.
Así, en diciembre de 1957 se publicó Coronación, la primera novela de José Donoso, con una portada amarilla hecha por Nemesio Antúnez. Hoy, es considerada un clásico de la literatura nacional.
Coronación respondía a un contexto bastante particular, así lo explica a Culto María Laura Bocaz Leiva, profesora asociada en la Universidad de Mary Washington, en Virginia, Estados Unidos, una especialista en la obra del autor de El lugar sin límites. “Ya se había consagrado como cuentista. Su nombre figuraba entre los escritores que Enrique Lafourcade incorporó, con la inclusión de su cuento China, en la Antología del Nuevo Cuento chileno, la recopilación que en 1954 revolvió con brío el gallinero. Ahí reunió a un grupo de escritores para entonces relativamente desconocidos, que el antologador defendió como portadores de una voz nueva. Al año siguiente, en 1955, Donoso publicó su primer volumen de relatos, Veraneo y otros cuentos”.
Sin embargo, a Donoso le interesaba ir más allá de los márgenes del cuento. “Estaba entrampado en su propio laberinto que establecía que no se es escritor hasta que no se publica una novela. Y su proyecto de vida era ser escritor”, afirma a Culto Cecilia García-Huidobro Mac Auliffe, académica de la Escuela de Literatura Creativa de la UDP, una referente en la obra de José Donoso en nuestro país.
Así, le dio vida a la historia del cincuentón Andrés Ábalos, quien mantiene una vida abúlica y se dedica a cuidar a su abuela, la nonagenaria y deschavetada Elisa Grey de Ábalos. Alguna vez, los Ábalos fueron un familia burguesa pudiente y poderosa, pero el presente es mucho más decadente. Pero igual se las arreglan para tener dos sirvientas, y la sobrina de una de ellas, Estela, llega a la casa a cuidar a la anciana, lo cual revolverá las hormonas del empaquetado Andrés. A pesar de que Estela se fija en un joven pobretón llamado Mario.
En una entrevista de 1958, Donoso explicó por qué eligió esa temática. “Me interesa el individuo frente a una sociedad, frente a otros seres…no podría crear una novela autobiográfica, psicológica. Tampoco podría hacer una novela épica, una novela de exteriores…en Coronación realizo dos fugas: una fuga hacia adentro, hacia mi medio, la gran burguesía chilena que viene cayendo, pero también en una forma singular. Es decir, no haciendo el arquetipo del individuo de la clase alta que se viene hacia abajo. No EL individuo sino UN individuo”.
La idea no era afincarse en la realidad, sino más bien atraparla de otra manera. “Necesito hacer algo en que sí exista toda esta vida política, social, problemática de hoy, pero, en vez de fotografiarla, debo sintetizarla dentro de una ‘forma’. Esta forma, debo buscarla dentro de mí”, anotó en sus diarios, publicados por Ediciones UDP (Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965).
Para escribirla, Donoso decidió jugarse por el todo. “Quemó naves, dejó uno de los pocos trabajos formales que tuvo en su vida -ser profesor en un colegio-, y se instaló en Isla Negra en la casa de unos pescadores donde pudo concluir la novela”, señala García-Huidobro.
Una vez en los escaparates, la novela tuvo bastante buena recepción. El reputado crítico literario Alone escribió: “Hay libros famosos compuestos de puras evasiones y en que lo esencial nunca está afrontado. Donoso procede al revés: se lanza de lleno, está siempre en la línea del máximo peligro, hace hablar y actuar ante nuestros ojos a su gente hasta convencernos e imponerlas”.
Una novela clásica
¿Por qué Coronación se situó como una novela clásica? Responde Bocaz: “Constituye un quiebre con una forma de escribir, con una forma de narrar. Es una ruptura con esa ‘gran tradición del realismo chileno’ que Donoso afirma en su testimonio del boom, había reducido intrínsecamente las posibilidades de la novela y del lenguaje literario. Coronación es además, una de las seis novelas claves de la Generación del 50, entre las que se encuentra El huésped, de su amiga Margarita Aguirre e Islas en la ciudad de María Elena Gertner”.
“Si bien esta novela de Donoso presenta una narrativa en la que abundan las descripciones, en la que los retrocesos en el tiempo no presentan mayores dificultades para sus lectores y lectoras, donde el mundo interior de los personajes nos llega digerido a través de un narrador omnisciente, a ratos ese mundo narrado se complejiza”.
Por su lado, García-Huidobro señala: “Lograr ser un novelista no es el único miedo que Donoso exorciza al publicar Coronación. En ella desdemoniza también su terror a la decrepitud, su angustia ante la muerte, el amago de ser un timorato como su protagonista, Andrés. Temores que lo acompañarían en el transcurso de su vida y que aflorarán de múltiples formas a lo largo de su obra hasta constituir eso que llamamos ‘lo donosiano’. De algún modo, Coronación es un ajuste de cuentas con su historia de vida y con su entorno. El primero de muchos ajustes, la vía que encontró para canalizar su permanente empeño por salir del ‘horroroso Chile’ interior que lo puebla, que lo invade”.
¿Es posible advertir ya en Coronación lo que vendrá en la escritura posterior de José Donoso? Que incluye esos libros colosales como El obsceno pájaro de la noche, El jardín de al lado o El lugar sin límites. María Laura Bocaz señala: “Coronación inauguró muchos de los temas que Donoso trabajó en su obra. En esta, su primera novela, podemos encontrarnos con varias de las temáticas que recorren la narrativa donosiana. En este novela la gran casa familiar es uno de sus protagonistas y cada detalle bordado por el narrador habla de un pasado glorioso, al menos, en lo material. Somos testigos de una burguesía descendiente de la antigua oligarquía chilena, pero en plena decadencia, embrutecida por la senilidad física y mental o bien por una vida vacía, anulada, como la de Andrés. El jardín de la casa de misiá Elisa Grey de Ábalos si bien cuenta con aromos, acacias y dos palmeras, se encuentra completamente abandonado tras la muerte de Fructuoso, el jardinero que antes lo cuidaba con esmero”.
“De la mano de la casona familiar nos topamos con la representación de diferentes clases sociales, de su jerarquía y formas de relacionarse, producto de una observación crítica y aguda por parte del escritor que devela sin tapujos un racismo y arribismo inherentes a esa antigua aristocracia en decadencia que representa”, añade Bocaz.
Cecilia García-Huidobro complementa: “La emergencia de lo absurdo en la cotidianeidad es un rasgo distintivo de Coronación y anticipa en buena medida la poética de Donoso. Sin duda uno de los aportes relevantes de su escritura. Ahí están la locura de misia Elisita como una fisura por donde se cuelan realidades ocultas -más complejas y contradictorias-, o Omsk, ese espacio remoto, enmarañado, opaco en el que el protagonista se refugia para liberarse del despótico autocontrol, del freno de mano. Recursos creativos con los que nuestro autor va a hacer avanzar a la narrativa chilena numerosos casilleros. Un golpe de dados que lo sitúa en juego con autores que lo presidieron como Juan Emar y Carlos Droguett, y que luego más tarde lo pondrá en sintonía con escritores que irán apareciendo en el tablero, como Diamela Eltit, por ejemplo, delineándose una asombrosa genealogía en las letras chilenas no siempre reconocida como tal”.
A la pantalla grande
Fue en el año 2000 cuando el cineasta nacional Silvio Caiozzi realizó una adaptación de Coronación al cine. La película fue protagonizada por Julio Jung en el rol de Andrés Ábalos, María Cánepa como la abuela y Adela Secall como Estela. Hoy, Caiozzi recuerda al teléfono con Culto cómo fue el proceso.
“Yo anteriormente había trabajado con José Donoso en La Luna en el espejo (1990). Entonces llegué a conocer perfectamente su obra y su pensamiento creativo. Lamentablemente él fallece en 1996 y a mí me queda el recuerdo de Coronación. En el colegio nos obligaban a leerla, a mí me había encantado”.
“Pensé que podía ser una película bastante económica, que no lo fue, porque todo pasa en una casa y eso es fácil. Ahí yo empecé a hacer el guion de Coronación con cierta seguridad, porque de repente se me ocurría algo y pensaba: ¿qué diría José Donoso respecto a esto? si está bueno o no. De alguna manera, me sentí acompañado por él mientras hacía el guion. En general, yo no hago un guion solo, siempre los hago con un literato al lado. Esta fue una excepción”.
La casa donde se filmó la película se ubica en el barrio Huemul, y Caiozzi cuenta que dieron con ella casi de casualidad. “Un director italiano pasó por Chile porque quería filmar en Santiago, y nos pidió ayuda para que lo lleváramos a conocer zonas antiguas. Y resulta que cuando llego al barrio Huemul y veo esa casa, yo digo: ‘Aquí está Coronación. Esta es la casa. Este es el barrio’. Al final, el director italiano no filmó nada. La casa la arrendamos, estaba semi abandonada y nos permitieron cambiar estructuras, eliminar murallas y construir cosas adentro para la película. Tuvimos una suerte muy grande”.
Hay un detalle que Caiozzi recuerda vívidamente: “El jardín que se ve, en realidad no es de la casa, era parte de la plaza. Esa reja que figura en la película es de madera, es de mentira. Con permiso de la municipalidad creamos el jardín enorme que se supone es de la casa”.
Además, tuvo palabras para el rol de Julio Jung: “Es un gran actor y porque es capaz de interpretar roles diferentes, en este caso Andrés Ábalos. A pesar de ser el heredero de toda esta casa y de toda la fortuna que tuvieron sus padres era un personaje apocado. Castrado, dicho en pocas palabras, por algo esta niña que llega lo vuelve loco. Julio no tiene nada que ver con ese personaje (risas), hizo una obra magnífica, siempre he tenido confianza en él como actor”.
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