Fue un trayecto largo, tal vez de forma sinuosa. Paula de Solminihac (1974) estudió arquitectura, pero su falta de sensibilidad hacia las matemáticas la redirigió hacia historia primero y más tarde, y definitivamente, a la escuela de arte. Trabajó en torno al fuego y la arcilla, exploró en los procesos y el ambiente natural: instaló un atrapanieblas en la costa del norte, plantó papas en Chiloé y trajo una playa al Mavi en 2019. Ahora, su nuevo proyecto de algún modo la conectó con su primera pasión: Morning Glory une arte y arquitectura en una obra a gran escala que invita a la interacción en la playa, en Miami Beach.

Morning Glory es el proyecto con el que Paula de Solminihac ganó el Faena Prize for the Arts 2022, premio bianual dotado de US$ 100 mil que promueve las artes integradas y las prácticas site-specific. El premio lo organiza la Fundación Faena, asociada a los hoteles homónimos, presentes en Buenos Aires y Miami. La propuesta de la artista chilena se impuso a más de 390 proyectos de 72 países y será inaugurada durante Miami Art Week, que comienza la próxima semana.

Croquis del diseño original de la instalación.

Coordinado por Direlia Lazo, el jurado lo integraron, entre otros, Cecilia Alemani, directora de la Bienal de Venecia 2022; Chus Martínez, quien dirige el Institute of Art del FHNW Academy of Art and Design de Basilea, y José Roca, director artístico de la Bienal de Sidney 2022.

Académica de la UC y directora ejecutiva del taller NubeLab, Paula de Solminihac diseñó su propuesta junto al arquitecto Vicente Donoso. La convocatoria invitaba a hacer una intervención en la playa y a dialogar con el entorno, y ella comenzó a trazar líneas durante la reciente Bienal de Sidney, donde fue invitada por José Roca.

-Yo ya había hecho una playa falsa en la muestra Humus, en el MAVI, y la verdad es que me encanta. La playa es un lugar donde vamos felices, queremos encontrarnos, pasan cosas en la noche, es un territorio común, colectivo -dice.

Su diseño se inspira en una flor de la familia de las Ipomoeas o campanillas, la Beach Morning Glory, cuyas semillas son muy resistentes al agua salada, viajan y han colonizado las playas de Florida.

La flor que inspiró el diseño y que está en las playas de Miami, Beach Morning Glory.

-Me encantó su color y su aspecto súper coqueto. Ellas crecen en red y forman mallas de protección de las dunas. Y al mismo tiempo van generando suelo fértil para el humus y para la reproducción de pequeños insectos.

De este modo la artista dio forma a una instalación topográfica que vista desde el cielo tiene el aspecto de una rama sinuosa con hojas y flores. La idea, dice, es que la gente pueda interactuar y jugar con ella.

“En el caso de Morning Glory, el lenguaje del arte invoca a una flor viajera, que se manifiesta en el suelo de arena, frente al mar, como una invitación a divagar en búsqueda de nuevos significados motivados por el hecho de tocar, habitar, estar”, escribió en el programa de presentación.

Hojas y ramas crean 10 espacios diferentes y la artista ha programado activaciones para cada uno en días distintos, desde meditaciones al amanecer hasta una jam session por la noche. El espíritu que anima la obra es el intercambio, dar y recibir. Como dijo el sociólogo francés Marcel Maus, “este acto de dar y recibir sucede porque las cosas que ofrecemos tienen alma”. Así, Morning Glory plantea un intercambio entre personas y elementos “bajo el lenguaje del arte para estar, disfrutar, y pensar en los cuidados recíprocos”.

Render con el aspecto nocturno del proyecto.

La propuesta la llevó a pensar también en el arte en el espacio público, a partir de su experiencia en educación.

-Yo le decía a un curador, hace 20 años soy la jefa del Departamento de Escultura de la Católica, hago los cursos de paisaje y territorio y nunca me había vinculado con el arte en el espacio público. Toda la vuelta por educación que me di y que me lleva a comprender mi interés por el arte público. El arte público es la arquitectura, sí, pero sobre todo las personas, la interacción entre las personas.

Desde 2012 Paula de Solminihac dirige NubeLab, un taller de educación en arte para niños, ubicado en el Parque Alberto Hurtado. El taller funciona como un laboratorio creativo que estimula el trabajo colaborativo con economía de recursos.

-Para mí ha sido un antes y un después. Al principio no me daba cuenta que me ayudaba mucho a romper ciertas estructuras, porque así trabajan los niños, con una energía al 1.500% y les gusta hacer por sobre el resultado. Por lo menos esa es la manera en que nosotros los invitamos a actuar, a romper la competitividad de que mi trabajo sea mejor que el tuyo. Olvídate, ahí no hay competencia, no hay materiales propios, es todo colectivo. Y con el tiempo se ha convertido en cierta filosofía de vida: el contexto como recurso. En Chile, un país muy pobre en términos de cultura y de educación, tú trabajas con lo que tienes a mano y le das vuelta a lo que tienes a mano. Y el arte contemporáneo es un poco eso, y eso es lo que está también ahí (Morning Glory), en otra escala, evidentemente.

Así se verá Morning Glory en la playa desde el cielo.

Del mismo modo, destaca también cómo el trabajo colaborativo en NubeLab ha influido en sus procesos artísticos:

-En Nube hay un concepto como de falta autoría, de trabajo colectivo entre los propios artista profesores, entre los artista y los niños, y los profesores que vienen de los colegios, que ya es como un tipo de forma de hacer. Y de lo efímero también, de lo pasajero, del tiempo. Cuando tú le pones valor al proceso, tú te das cuenta de que el proceso ocurre en un tiempo y aprecias el paso del tiempo.

Morning Glory también es una instalación efímera: se inaugura el 29 de noviembre, durante la Miami Art Week, y permanecerá hasta el 4 de diciembre. Luego la artista espera donarla a una organización que trabaje con niños y espacio público.