Faltaba casi una hora y media, para el momento en que Harry Styles debía salir a escena. Pero bastó que en la programación de la música envasada corriera el hit As it was, para volver al Bicentenario de La Florida una sola y masiva voz. Las fanáticas del inglés ya repletaban buena parte de la cancha, la galería y las tribunas. La suave corriente de la cordillera hacía más llevaderos los 24°C, pero al interior del recinto, el ambiente estaba lejos de atemperar.
La fanaticada centennial se tomó el show en serio. A tono con el closet de Styles, no faltaron las ropas coloridas, los peludos de color chillón, los sombreros emplumados, los stickers faciales (los que este año ya superaron a las coronas de flores), como para conectar con la fiesta. Algo así como un dress code informal y pop.
Pasadas las 21.00 horas, un alarido saludó a Harry Styles. A cuatro años de su debut en el país, el cantante inglés regresó como la máxima estrella masculina del pop. Con la entrada de Music for a sushi restaurant, el inglés dejó en claro su arrastre frente a una fanaticada que coreó cada canción.
En escena, Styles (vestido de polera sin mangas y pantalón de pinzas a juego) confirma los reportes que destacan su carisma. Saluda al público, camina con aplomo por la pasarela conectada con el escenario, lanza besos, ejecuta cuidados pasitos de baile, como un Elvis millenial. Lo hace como si cada paso pudiera ser un viral de Tik Tok. A cada movimiento, el grito del público pareciera hacerse más fuerte, como para celebrar el reencuentro.
De inmediato pasan temas como Adore You, del álbum Fine Line, pero el fuerte de la noche está en los temas de Harry’s House, el segundo álbum más escuchado a nivel global en Spotify, solo superado por el fenómeno latino Un verano sin ti, de Bad Bunny.
Y eso queda claro cuando pasan temas como Daylight, que no fue single, y fue seguido con entusiasmo por la audiencia, que coreó la letra al completo. También la muy funky Cinema, la canción que supuestamente le escribió a Olivia Wilde (“me gusta tu cine”, dice en la letra), y que de inmediato arrancó gritos del respetable. Es difícil no recordar que esta fue la temporada en que Styles estrenó dos películas. Si antes que él, gente como Elvis y Bowie incursionaron en la pantalla, el británico ha construido su estatus de estrella pop a base de esos ganchos al manual más clásico.
La ocasión permite apreciar como suenan los temas de Harry’s House y Fine Line en vivo, aunque los gritos constantes lo hacían difícil. En escena, el cantante es apoyado por una banda de músicos competentes que logran emular con precisión buena parte de los arreglos del disco (ahí destaca la buena baterista Sarah Jones). De cuando en cuando, Styles se les suma y se cuelga una bella guitarra de caja, de inspiración retro. Por ejemplo, al cantar la bella (y McCartniana) She.
Como en los shows recientes en Colombia y Perú, hubo un momento de pausa. Un receso de casi 10 minutos, en que se pidió al público mantener la calma, mientras Harry Styles y su banda salían del escenario para sosegar un poco las cosas. A ese punto, muchas chicas lloraban y evidenciaban un estado de descontrol, sumado a que se estaban apretando contra las rejas. La pausa, literalmente, permitió un respiro para un fervor que nada tuvo que envidiar a los días de la Beatlemania.
Acaso para mantener el mood más tranquilo, Styles al regreso canta Matilda, la delicada balada en que le habla a una chica que ha sufrido maltrato y desde la empatía, la escucha. Un signo de los tiempos. Las chicas la cantan. Otras, desbordadas por la emoción, lloran.
Pero el show siguió con la energía a tope. Incluso ya pasada la hora, la energía juvenil no bajaba y los gritos seguían. Styles presenta a su banda para bajar algo las revoluciones y, a continuación, un momento emotivo, cuando pasa una breve interpretación instrumental de la inmortal Gracias a la Vida de Violeta Parra. Un gesto al repertorio local que ha repetido en el tramo Latinoamericano de la gira, que a su vez, sirve de enlace a la interpretación de Late Night Talking, la primera canción que Styles escribió para Harry’s House. El tramo final del show sigue con el hit Watermelon Sugar y Love of my Life. “Nos vemos hasta la próxima”, promete.
Hacia el final pasan los hits As it was, con su guiño ochentero, y la setentera Sign of the Times, el sencillo que lo presentó al mundo. Dos momentos que mantuvieron la tónica del show, alto en emoción y devoción hacia una figura que llegó al país en un momento estelar para cerrar una inolvidable temporada de conciertos.