Gary Oldman: “En la pantalla chica encuentro algunos de los mejores guiones y actuaciones”
Ganador del Oscar y del Bafta, el británico habla con Culto sobre su desenfadado personaje en Slow Horses –que acaba de lanzar su segunda temporada en Apple TV+– y sobre sus preferencias en la era de dominio de las plataformas digitales. “Personalmente, no me gustaría ver esta serie en un iPhone en un autobús con mis audífonos”, opina.
Jackson Lamb es el jefe indeseable de una oficina plagada de indeseables. Conocido como Slough House (o el Retiro), el lugar es el destino de los agentes del servicio de inteligencia británico que, debido a que cometieron un error fatal o a un simple accidente, han sido obligados a dedicarse a labores administrativas. Básicamente, un purgatorio para espías que vivieron mejores días, llamados en el cotidiano “caballos lentos”.
Gary Oldman (Londres, 1958) encarna a Lamb con desenfado y un total control de sus recursos interpretativos, atributos que contribuyeron a que la serie Caballos lentos (Slow horses en su título original) se alzara como uno de los buenos estrenos de la primera parte del año.
Cruce de thriller de espías y drama de oficina, la producción basada en las novelas de Mick Herron debutó con seis capítulos en Apple TV+ en abril pasado, y acaba de lanzar su segunda temporada (tres episodios ya disponibles en la plataforma).
“Te has encontrado con gente como él en el camino. Creo que, en secreto, te encantaría ser tan brutalmente honesto. Eso es lo que nos parece divertido y gracioso de Lamb. Hay algo que tal vez reconozcamos”, plantea.
Destartalado, cruel y con un humor muy negro, disfruta humillando a todos los miembros de Slough House, pero especialmente a River Cartwright (Jack Lowden), un agente del MI5 que fue sancionado después de fallar en un ejercicio de entrenamiento. El actor parece darle vida acudiendo a todo lo que ha aprendido a lo largo de su carrera al encarnar a tipos situados en las sombras.
“Si estás interpretando a alguien malo y feo y tienes un mal guión, entonces es difícil. Con (el guionista) Will Smith y Mick Herron es mucho más fácil”, indica a través de Zoom a Culto y a un pequeño número de medios internacionales. “No digo que sea fácil, no digo que cualquier chiflado pueda hacerlo, pero es una ayuda cuando tienes un buen texto”.
Tras ganar el primer Oscar de su trayectoria –por encarnar a Winston Churchill en Las horas más oscuras (2017)–, Oldman tuvo sus primeros acercamientos con el streaming en La lavandería (2019), de Steven Soderbergh, y Mank (2020), de David Fincher, dos filmes realizados por reputados cineastas para Netflix.
En sintonía con los cambios de la industria, Caballos lentos es su primera serie en la era de reinado de las plataformas digitales, una particularmente exitosa si se considera que Apple rápidamente confirmó que la ficción se extendería por al menos cuatro temporadas. Hoy la estrella de Drácula (1992), quien ha sugerido que podría retirarse de su profesión después de terminar la serie, acota sus preocupaciones a un ámbito.
“Si hay alguna limitación, creo que es al final del proceso”, opina. “Personalmente, no me gustaría ver esta serie en un iPhone, en un autobús con mis audífonos, en esta pequeña pantalla. En el mundo del streaming, en que tenemos iPads y computadores, me gustaría pensar que la gente la vería en una pantalla más grande”.
Si bien siempre perteneció al primer grupo, el británico recuerda como una demostración de “esnobismo” cuando se hablaba de actores de cine y actores de televisión como dos parcelas separadas y con una jerarquía clara.
“Para ser muy sincero, algunos de los mejores guiones, actuaciones y direcciones los encuentro en la pantalla chica. Los encuentro en los streamers. Y eso viene ocurriendo desde hace años”, argumenta.
Aunque actor y personaje no podrían ser más diferentes, Gary Oldman podría compartir un rasgo con Jackson Lamb: viene de vuelta y no le importan las críticas a su trabajo. “Tengo casi 65. Si no les gusto ahora…”, señala lanzando una carcajada. Reconociendo que cuando un intérprete es “joven y ambicioso” el asunto tiene otra cara, insiste: “Ya no me importa”.
También cuenta una historia que lo separa abismalmente de Jackson Lamb, un hombre mayor hundido en el consumo excesivo de alcohol y otros hábitos poco recomendables.
“Recientemente celebré 25 años de sobriedad. Todas las cosas que he disfrutado y con las que he tenido que lidiar, buenas y malas, en estos 25 años han sido posibles gracias a eso, a la sobriedad. Sin ser demasiado dramático, no estoy seguro de que estaría aquí”, dice con la voz quebrada.
“En mis 50 conocí al amor de mi vida. Tuve nietos. Fui testigo del nacimiento de mis hijos. He tenido altos y bajos en mi carrera. Ha habido cosas extraordinarias que son poderosas y significativas, y que cambian la vida”.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.