La relación con el Premio Nobel
César Cuadra es licenciado en filología, poeta, crítico y ensayista. Además de ser un estudioso de la obra de Nicanor Parra, tuvo una relación de amistad con el antipoeta.
Cuadra recuerda la difícil “relación” que tuvo Parra con el Premio Nobel. Un reconocimiento que nunca alcanzó.
“Cuando estábamos en el tema de la candidatura al Nobel, estoy hablando del año 2001, por ahí, una sueca nos invitó a él y a mí para que fuéramos a Grecia a una reunión con 12 premios nobeles. Ese más o menos era el contexto”, empieza Cuadra.
- ¿César vamos? – me pregunta.
- Vamos a perder el tiempo, Nicanor. No pasa nada - le digo yo.
- Sí, vamos - me dice.
- Perfecto, vamos -, le respondo convencido. Y cerramos el tema.
Parra y Cuadra fueron avanzando en los detalles del viaje por un tiempo largo.
“Un día antes ¡uno!, me dice: ¿Y a qué vamos a ir?”, remata Cuadra.
Según, relata el filólogo, el poeta hizo exactamente lo mismo en otro viaje con destino a la Universidad de Harvard, donde le iban a hacer un “homenaje impresionante”. Ahí también, al último minuto, dijo que no asistiría.
“Me di cuenta, cuando yo veía el tema del Premio Nobel, que lo anterior era también una de las razones que mostraban la dificultad para que le dieran el Premio Nobel. Porque en cierto modo el proyecto antipoético era también romper con la cadena de la producción que se hacía sobre la cultura. Entonces la antipoesía, parte de su propio proyecto, es no entrar en la cadena. Entonces (Parra) calentaba el agua, pero no se la tomaba, se salía”.
Los 60 mil dólares con elástico
En esa misma línea, para describir a Parra, Cuadra recuerda otra anécdota que se la contó el crítico y profesor de literatura, académico de la Universidad de Chicago y de Valencia, René de Costa.
“Él (De Costa) conocía a un tipo que se llama Joan Brossa, que es un catalán, un poeta y además pintor espectacular. Y entonces me decía ‘yo no podía no invitar a Nicanor, tenía que conocer a Brossa para que vean que hay cosas en común’. Realmente tenían muchas cosas en común en la parte estética, no en la parte filosófica. Parra era mucho más”, cuenta Cuadra.
De Costa, entonces, invita a Parra a conocer a Brossa.
- Claro, encantado, pero son 30 mil dólares – dice Parra.
- ¿30 mil dólares? Pero si eso no se paga - reclama De Costa.
- Bueno, si no, tan enemigos como antes - responde Parra.
De Costa partió a la universidad, le contó al rector que este personaje era único, bla, bla, bla...
- Me conseguí los 30 mil dólares – le dice el académico a Parra por teléfono -Nicanor, estamos listos.
- Claro, pero yo no viajo solo – replica Parra- . Yo viajo con 12 personas, porque tengo una comitiva, necesito crítico, necesito esto y esto…
De Costa se consiguió también los pasajes.
- Luz verde – dice Parra en su estilo.
“El primer día se llevó a cabo esta reunión con Joan Brossa. Esto generó una cosa impactante, porque la gente no podía creer este tipo de personajes haciendo lo que hacen. Bueno, un éxito”, cuenta Cuadra.
- Nicanor, viste el éxito, como la gente te quiere acá, como te reconocieron a pesar de la diferencia lingüística. ¿Por qué no hacemos una mañana con los alumnos?’ – le dice De Costa a Parra.
- Claro, son 30 mil dólares más - replica Parra.
- ¿Pero cómo me va a cobrar? - reclama De Costa.
- Bueno, si no, tan enemigos como antes.
“De Costa me cuenta que no se atrevió (a pedir más dinero) y le hizo un cheque de 30 mil dólares de su bolsillo (…) Llegó a un restorán donde le estaban haciendo un homenaje en la noche”, relata Cuadra.
- Aquí está el cheque Nicanor – dice De Costa.
- Nicanor lo miró y lo guardó. Ya, ¿a qué hora? – pregunta Nicanor.
- A las nueve – responde De Costa.
- Perfecto, a las nueve.
De Costa lo fue a buscar a las nueve y le pregunta al conserje por Parra, recuerda Cuadra.
- ¿Quién? ¿Un señor bajito? – le pregunta el conserje
- Sí – responde De Costa.
- Ah, no, él se fue – explica el conserje.
- ¿Cómo? – vuelve a preguntar el académico.
- Salió a las 06:00 de la mañana – responde.
- ¿Sabe dónde? – insiste De Costa.
- No – dice el conserje
De Costa llamó a todos lados y nada, nada, nada. Después de un rato, el conserje le pregunta quién es.
- Yo soy René de Costa.
- Ah, para usted hay un sobre – le dice el conserje.
De Costa abre el sobre y estaban los dos cheques de 30 mil dólares cada uno.
El poema anónimo
Otro de los amigos de Parra, fue el fundador de The Clinic y escritor, Patricio Fernández. Quien relata su relación con el antipoeta y recuerda la admiración que este tenía por el periódico.
“Lo conocí por el año 2000. El Clinic llevaba muy poco rato, había nacido el 98, se había interrumpido y había vuelto a aparecer. Y me invitó porque le encantaba, le gustaba mucho”, cuenta el exconvencional constituyente.
- A (Vicente) Huidobro le sacaron la mierda por mucho menos - me dice Nicanor cuando me conoció.
“Y me contó la vez que a Huidobro, subiendo a su casa en Cartagena, le dieron una pateadura. Según él, por el mundo conservador… cuando un pije se metía a desordenar el baile. Y desde ahí nos hicimos muy amigos”, explica el exconvencional constituyente.
Según relata Fernández, Parra “tuvo secciones en el Clinic. Tuvo una sección que se llama La Hoja de Parra, donde escribía, además exponía sus poemas preferidos. Si hoy día uno hiciera una recopilación de eso, podría haber una pequeña antología de los poemas queridos por Nicanor. Eran poemas de la literatura chilena, básicamente los que se sabía de memoria, que no eran pocos. Me acuerdo, con eso que alguna vez le comentaba que en la televisión le habían preguntado a una mujer en la calle qué canciones le gustaban y ella había contestado las que me sé y parece que era parecida a la selección de Nicanor”.
El escritor agrega un detalle desconocido: “también publicó cosas de él y publicó, de hecho, poemas. Publicó un poema de muy subido calibre sin firmarlo, porque dijo que hasta ahí no más llegaba su valentía. Es un poema en que en que ciertos personajes tienen relaciones sexuales con unos perros”.
Presidente honorario del Instituto Humorístico
Rafael Gumucio, escritor, biógrafo del poeta (Nicanor Parra, Rey y Mendigo) y también amigo del mismo, como él señala, relata cómo lo terminó nombrado presidente honorario del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales (UDP).
“Se cruzaron muchos intereses en común porque Nicanor estaba muy interesado en el Clinic y en todo lo que tuviera que ver con el Clinic y luego estaba también muy interesado en la Universidad Diego Portales, que también estaba interesada en él. Entonces, como yo trabajaba en ambos lugares nuestra relación se hizo mucho más estrecha, porque yo era parte de lo que él llamaba la mafia, digamos”, explica Gumucio.
“Como era parte de la UDP y parte del Clinic, esto llevaba a que tuviéramos un contacto un poco más directo, porque tenía que presentar libros de él. Él preguntaba cómo iba el Clinic, cómo iba la UDP, hablaba como si estuviera trabajando ahí diariamente. Después yo fundé el Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP, que es una broma de él, que él trabajaba en el Departamento de Estudios Humanísticos, pero sus alumnos lo llamaban el Departamento de Estudios Humorísticos, porque evidentemente las clases de él eran muy humorísticas. Entonces, cuando yo fundé el instituto, él se sentía parte de él y yo lo hice presidente honorario del instituto”.
La visita del alcalde de Chillán
Patricio Fernández recuerda otro episodio que describe en parte el carácter de Nicanor Parra. El hecho ocurrió en 2014.
“Me acuerdo cuando cumplió cien años. Estábamos en su casa, no había nadie, no había fiesta ni nada, y de pronto golpean la puerta y Rosita que era la persona que trabajaba con él, la Rosita Avendaño, va a abrir y vuelve”
- Lo busca el alcalde de Chillán – le dice Avendaño a Parra.
- ¡Ah, Chillán! - dice Parra-. Y empieza a hablar de Chillán, de este alcalde que no sabe bien quién es, que sé yo y de repente se interrumpe…
- Rosita, dígale que vuelva para el siguiente centenario –remata Parra.