La historia detrás de Narvik, el emocionante filme bélico sobre la invasión nazi en Noruega

Terminaba la década del 30 y las cosas no pintaban bien para los habitantes de Narvik, fría ciudad ubicada al norte de Noruega. Aunque el país nórdico mantuvo sus esfuerzos por mantenerse como una zona neutral durante la segunda guerra mundial, la creciente tensión entre las naciones aliadas y Alemania hacían la tarea cada vez más difícil.

Pero eso no era todo. Por su cercanía geográfica con Suecia, país que comercializaba hierro a los nazis para la fabricación de armamento, Narvik no tardó en transformarse en una zona cotizada por ambos bandos. Muy pronto, los habitantes de la ciudad comenzaron a sufrir en carne propia la peor cara del conflicto, transformando la imparcialidad en algo prácticamente imposible de sostener.

Ese contexto abraza a los Tofte, una pequeña y joven familia que vive los estragos de la invasión alemana efectuada en 1940. Por un lado está Gunnar (Carl Martin Eggesbø), padre y esposo que ejerce como soldado del ejército noruego y que pasa gran parte de la batalla de Narvik en combate. Mientras tanto, su mujer, Ingrid (Kristine Hartgen), se mantiene en la ciudad trabajando en el hotel donde los cónsules de los países involucrados sostenían sus reuniones diplomáticas y prestando servicios de traductora para los alemanes. Esto, al mismo tiempo en que cuidaba que el hijo de ambos sobreviviera a los bombardeos, que eran un asunto cada vez más frecuente.

Su historia es narrada en Narvik, largometraje dirigido por Erik Skjoldbjaerg que llegó el pasado 23 de enero al catálogo de Netflix. En apenas una semana, el filme ya se posicionó dentro de los contenidos más reproducidos de la plataforma, siguiendo el camino de éxito cimentado previamente por otras producciones bélicas, que suelen gozar de bastante popularidad dentro del catálogo de la compañía de streaming. El caso más emblemático es el de la alemana Sin novedad en el frente (2022), que hoy tiene nada menos que nueve nominaciones a los próximos premios Oscar.

A diferencia de otras películas sobre la segunda guerra mundial, Navik se centra en un capítulo de la guerra no tan explorado en el cine, pero que jugó un rol trascendental durante los años de conflicto y que, incluso, desató la primera derrota del ejército alemán.

El toque ficticio de la película de Skjoldbjaerg está en sus protagonistas. Aunque sus conflictos representan lo que varios noruegos debieron pasar durante esos años, se trata de personajes creados por el director y en función de la trama. Pero todo lo que los rodea tiene una base sólida en la historia universal.

Además de su cercanía con la frontera suiza, Navik tenía otra virtud que la hacía ventajosa para la ruta del hierro: era el único puerto sin hielo de la zona, lo que facilitaba aún más el transporte del mineral. Así fue como los alemanes comenzaron su invasión en 1940, obligando a Noruega a romper la imparcialidad y defender su territorio.

Pese a que se le conoce como “la batalla de Navik”, en realidad se trató de una serie de ofensivas terrestres, aéreas y marítimas que tuvieron lugar en la ciudad y que sucedieron entre el 9 de abril y el 8 de junio de ese año. Las tropas noruegas se unieron a los militares ingleses, franceses y polacos en el intento por liberar el puerto del control de los nazis y así cortar el suministro de hierro, en 62 días que dejaron un saldo de 64 barcos hundidos, 86 aviones derribados y cerca de 8 mil 500 soldados muertos.

En general, las bajísimas temperaturas, las constantes tormentas de nieve y la falta de suministros complicaron las cosas para ambos bandos. La primera de las batallas más importantes tuvo lugar el 10 de abril en la bahía de Navik, y enfrentó a los barcos ingleses con los alemanes. Sin embargo, ninguno resultó victorioso. En realidad, fue un encuentro que debilitó a ambos.

Cabe destacar que, casi por casualidad y convencidos de la necesidad de evitar que los nazis controlaran la ciudad, los ingleses libraron la denominada operación Wilfred un día antes de la invasión alemana. Un plan que consistió en sembrar minas en las aguas cercanas a Navik con el fin de encontrar a los germanos desprevenidos y contar así con ventaja en el posterior combate.

El segundo enfrentamiento sucedió tres días después, el 13 de abril de 1940, y tuvo a Inglaterra como vencedor. La falta de combustible en los destructores alemanes contribuyó a que el país aliado pudiera atacar con mayor precisión, relantizando la respuesta de los germanos.

Lo que se denomina como la tercera batalla se extendió prácticamente hasta el 8 de junio. Poco a poco, y luego de una serie de pequeños enfrentamientos, las fuerzas aliadas y noruegas lograron mantener a los alemanes en una actitud defensiva. Las cosas se complicaban cada vez más para el ejército nazi, comandado por Eduard Dietl. Enterados de la situación precaria que vivían los soldados alemanes, desde Berlín comprometieron una serie de refuerzos para el batallón instalado en Noruega. Pero, convencido de que la ayuda no llegaría a tiempo y con un liderazgo debilitado, Dietl comenzó a planear la rendición de sus militares.

Todo parecía pintar bien para Navik. Por primera vez los alemanes estaban dispuestos a retirarse de la ciudad, demostrando que era posible vencer logísticamente a las tropas nazis y marcando con ello la primera gran derrota de Alemania durante la guerra.

Pero la batalla de Francia, que materializó la invasión del país europeo el 10 de mayo de ese mismo año, hizo que el gobierno británico comenzara a planear la retirada de los aliados del suelo de Noruega. Ahora, todos los esfuerzos militares debían estar concentrados en el territorio francés.

Entre el 4 y el 8 de junio se concretó el abandono de los aliados. Todo esto, sin notificar previamente a las autoridades noruegas. Y aunque las tropas locales intentaron resistir, los alemanes volvieron a reanudar la toma de la ciudad, que estuvo bajo su control hasta 1945. Los bombardeos dejaron a la ciudad en ruinas. Los civiles pudieron salvarse gracias a los barcos pesqueros, que los alejaron del centro de Narvik antes de que fuera destruido.