Volver a Yvetot, de Annie Ernaux (UDP)
A los cinco años llegó a Yvetot, una ciudad en ruinas. En el otoño de 1945, Annie Ernaux y sus padres entraron en un camión de mudanzas a una ciudad que había sido bombardeada dos veces, en la Alta Normandía. “Más tarde, adonde quiera que fuera, cualquier paisaje de ruinas me remitiría inconscientemente a las ruinas de mis primeros años”, escribió en una conferencia ofrecida en Yvetot en octubre de 2012. La escritora y premio Nobel de Literatura vivió allí hasta 1958, cuando se marchó a estudiar a Rouen. Desde entonces volvió continuamente a visitar a sus padres, y a medio siglo de su debut con Los armarios vacíos (1964), ofreció esta conferencia, publicada en Francia en 2013 y ahora en español por ediciones UDP, traducida y prologada por Alan Pauls. En ella Annie Ernaux recuerda su infancia y adolescencia en la ciudad, calles y lugares desaparecidos, el café que instalaron sus padres, el descubrimiento de la lectura y el desafío que enfrentó como autora y que definió su estilo: “Desde el principio estuve atrapada en una tensión, incluso un desgarramiento, entre la lengua literaria, esa que estudié y amé, y la lengua del origen, la lengua del hogar, de mis padres, la lengua de los dominados”. Esa tensión la resolvió en El lugar, la novela que escribió a la muerte de su padre, ocurrida durante una de sus visitas, en 1967, y donde dio curso al “deseo de vengar a mi raza”. El volumen incorpora cartas, fotografías, extractos de sus diarios y una entrevista que permiten acercarse al universo más íntimo de una escritora fundamental y que ha hecho de la memoria la gran materia de su obra, una memoria -como dice Pauls- “llena de sonido y de furia”.
Todo el Mundo Sabe que tu Madre es una Bruja, de Rivka Galchen (Fiordo)
Katharina Kepler tiene claras sus perspectivas: “Si mi defensa fracasa, tratarán de arrancarme una confesión mediante torturas; primero, con aplastapulgares; después, con botas trituradoras; después, con el potro o algo por el estilo. Depende del verdugo que contrate el consejo. Si se apiadan de mí, me decapitarán y después me quemarán. Si no se apiadan de mí, me quemaran sin decapitarme antes”. Alemania durante el siglo XVII vivió una aterradora cacería de brujas. Katharina Kepler, madre del célebre astrónomo, fue una de las mujeres acusadas de brujería en la época. Ella fue encarcelada durante 14 meses, torturada para confesar y finalmente liberada gracias a las gestiones de su hijo. La escritora canadiense Rivka Galchen le da voz por primera vez en esta novela que recrea su historia en Leonberg, un pueblo donde todos se conocen y donde sospechan unos de otros. De este modo, en 1615 Katharina, una viuda con más de 70 años, analfabeta, con fama de entrometida y de preparar extrañas pócimas con hierbas, es acusada de envenenar a una vecina. La novela recoge su voz, la de Simón su vecino y protector, así como otros testimonios de los pobladores, en una novela coral armada con destreza narrativa, que despliega humor e inteligencia y que se asoma a un universo de horror, dominado por el miedo, las mentiras y la desinformación. Magnética y sarcástica, la propia voz de Katharina se ríe de las acusaciones absurdas que le enrostran, desde atravesar puertas cerradas a causar la muerte de vacas y ovejas. Un libro ágil y ocurrente de claras resonancias políticas. “Una novela hermosa, tan cómica como perturbadora”, afirmó Alejandro Zambra.
Leyendas Chilenas para Niños y Niñas, de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez (Planeta Junior)
Elisa tenía ocho año cuando su padre desapareció. Fue durante una noche de luna llena en Chiloé, cuando salió a la caza del Caleuche; “zarpó con sus hombre en el Orca para perseguir el buque fantasma y tratar de descubrir sus secretos y tesoros. Hizo oídos sordos a la advertencia de que cuando viera sus luces o escuchara su música debía alejarse y evitar mirarlo, ya que, de hacerlo, el velero del otro mundo se lo iba a llevar”. El cuerpo de su padre nunca fue hallado; tampoco el de sus pescadores, y aun menos los restos de su lanchón. Ahora, cuentan que el padre de Elisa es un tripulante más del Caleuche. Dos años después, cuando se apronta a cumplir 10, ella se enfrenta a una nueva noche en las mismas condiciones, en Queilén, al sur de la isla Grande, junto a sus abuelos. “Noches como esta, despejada y con luna llena es noche de Caleuche. Los espectros que navegan en él a veces escuchan el llamado de los suyos y sienten el deseo de venir a buscarlos”, le dice su abuelo. Elisa y el Caleuche es uno de los 15 relatos que integran este volumen, donde Francisco Ortega le da nueva vida a leyendas y mitos locales, en dupla con el ilustrador Gonzalo Martínez, su socio en las novelas gráficas Mocha Dick y Álex Nemo. La lucha entre Ten Ten y Kai Kai, las serpientes de las montañas y del mar; las travesuras del diablo por los pueblos del campo chileno; la maldición del Tue Tué; la sombra del Colo Colo, una criatura monstruosa, en Curicó, y los brujos de la Recta Provincia, son algunas de las historias que reviven los autores; viejas historias sobrenaturales que a través de un lenguaje fresco y una presentación jovial, van en busca de nuevos lectores.