Tras dos noches de perfil juvenil y beats acelerados, la tercera jornada del Festival de Viña 2023, se presentó más cercana a su repertorio más habitual. Hasta ahora, salvo la aparición de Myriam Hernández en el show de Karol G en la jornada inaugural, la gran ausente era la balada. El género que ha dominado la parrilla del evento casi desde sus comienzos, con presentaciones de leyendas como Camilo Sesto, Julio Iglesias, José Luis Rodríguez, Nino Bravo, entre muchos otros.
Y si bien, no es un baladista por definición, el mexicano Alejandro Fernández es el único artista más cercano a la tradición romántica propia del pasado de Viña. Su carrera se ha desplazado entre la balada, el pop y la música regional mexicana, por el fuerte influjo de su padre, el legendario Vicente Fernández.
En la previa se podía observar el contraste entre el público que llegó a la Quinta Vergara esta jornada, en comparación con los dos primeros días. En su mayoría, público adulto y popular, en su mayoría mujeres que venían por Alejandro Fernández. También se podía observar a los fans de la música mexicana que lucían el tradicional sombrero de charro, acaso dando cuenta del fuerte eco del género, en especial en el sur del país.
Siguiendo la tendencia de los días anteriores, en esta jornada la transmisión televisiva arrancó algo más temprano, a eso de las 21.35 horas, con los animadores Martín Cárcamo y María Luis Godoy apareciendo desde el público hacia el escenario. Según dijeron fuentes consultadas por Culto, debido a “ajustes programáticos”.
El público recibió con aplausos a la banda de Fernández, montada durante la pausa comercial. Los mariachis acompañaron al cantante quien entró a escena a las 21.55 entre la ovación de su fanaticada. El arranque con la animada Con tantita pena, mostró la flexibilidad del repertorio del oriundo de Guadalajara y su contundente capacidad como intérprete. Le siguió la romántica Estuve, con su ritmo de tinte bachatero el que permite al cantante acercarse al público y saludar a las primeras filas.
En la presentación, Fernández también repasó parte de Hecho en México, su último disco de estudio que además da nombre a la gira que lo trae al país, la que tendrá dos shows en Movistar Arena y Gran Arena Monticello post presentación en la Quinta Vergara. Con el acompañamiento de una banda eficiente y bien afiatada, el mexicano repasó buena parte de los hits de su carrera, con un manejo escénico sólido. Destaca su voz, pero maneja bien los códigos televisivos, sonríe a las cámaras, saca partido de su prestancia y de tanto en tanto se aproxima a los costados para darse el tradicional baño de masas propio de un espacio como el de Viña.
Así pasaron cortes como Hoy tengo ganas de ti, coreado a rabiar por el público que repletó la galería y buena parte de los palcos. Incluso hubo quienes se ubicaron en las escaleras laterales para ver el show. El show continuó con temas de vocación romántica como Qué voy a hacer con mi amor, Qué lástima, Experto en olvidarte, la desgarradora Te voy a perder, Si tú supieras, entre otros, los que generaron la respuesta más entusiasta del respetable. Una imagen que hace mucho no se veía en la Quinta Vergara, e hizo recordar los días más clásicos del Festival.
“El estandarte de la mejor tradición mexicana vuelve a triunfar en Viña del Mar”, fue el lugar común con el que lo saludó Martín Cárcamo en la primera pausa del show. Vino la tradicional entrega de la Gaviota de Plata en una ceremonia que ya se vuelve predecible. El cantante lucía particularmente alegre. La mención a Vicente Fernández, el legendario padre del artista sacó aplausos. “Él estaría muy contento”, dijo, antes de obtener un cuadro conmemorativo (bastante más sobrio que el que se le entregó a Miguel Bosé en 2018), la Gaviota de Oro y cerrar con un momento incómodo y subido de tono con la modelo que entregaba los premios.
Pero a grandes rasgos, se trató de un show bien trabajado y de nivel internacional, que marca un contraste con lo visto en la jornada de lunes. El cierre con los hits Me dediqué a perderte, Quiero que se oiga mi llanto, Se me va la voz y la tradicional El Rey, coronó una presentación con sabor a programación de radio romántica adulta, que pese a la irrupción del nuevo “monstruo” juvenil y centennial, es una audiencia fuerte del Festival.