En el Chile de los noventas, dedicarse a la música resultaba todavía una actividad compleja en términos de gestión. Nada raro en un país con una industria cultural en que los obstáculos eran tantos como las ganas. Así, muchos bregaban por obtener un contrato con las multinacionales. Pero hubo quienes se las ingeniaban a su modo para hacerse notar. En eso, la banda Pánico destacó por su tenaz persistencia. Ese detalle le hizo sentido a la periodista Marisol García, quien los conoció cuando la década promediaba su primer lustro, entre los viajes de Frei, los goles de Zamorano y la democracia de los acuerdos.
“Yo recuerdo que ellos hacían mucha gestión propia. Eran muy hábiles para ver quiénes estábamos hablando de música, para enviarnos información, enviarnos material, era un grupo al que no perdías de vista. Y creo que la primera entrevista que les hice fue en la casa del barrio Yungay, en la calle Quechereguas, que en algún momento fue casa, sala de ensayo, oficina de Combo Records”, señala a Culto. “Era un grupo que de manera atípica para esos años, asumía la promoción de su música”.
Aquel rasgo marcó la personalidad de la banda, que bajo el impulso de la pareja chileno-francesa, Edi Pistolas (Eduardo Henríquez) y Carolina Tres Estrellas (Caroline Chaspoul) irrumpió en la escena local en 1994. Tras conocerse a fines de los ochentas en Francia (país al que llegó la familia de Henríquez tras el Golpe de estado de 1973, además de residir algunos años en Japón), ambos se instalaron en Chile con la convicción de formar una banda.
Al poco tiempo se hicieron notar. Así llegó un Ep homónimo, grabado en vivo y mezclado en no más de dos jornadas, bajo el alero de su sello discográfico propio, Combo Records. Un ejemplo concreto de la lógica del do it yourself, predicado por el punk rock, y ejecutado por una banda inclasificable, que en principio generaba tanta atención como rechazo.
Sus tempranas apariciones en notas para periódicos y en TV, a la vez irreverentes y provocativas (como la vez en que Edi cantó vestido de novia en el programa Más Música, en un capítulo nunca emitido), les permitió estimular una carrera sostenida con códigos propios. Una apuesta audaz y diferente cuando bandas como Los Tres y La Ley, eran los ejemplos exitosos con resonancia internacional.
Esa historia, sumada a la experiencia de haberles seguido la huella en su momento, motivaron a Marisol García para escribir la primera biografía del grupo, titulada Al estilo Pánico, la que llegará a las librerías bajo el sello Clubdefans, una tienda de música que con este título, inaugura además su extensión editorial.
El trabajo será presentado el próximo 22 de marzo, a las 19.30 horas, en el Centro GAM y coincide con el breve retorno del grupo, acotado a tres fechas en vivo; de las cuales restan la presentación en Lollapalooza Chile (domingo 19 de marzo) y en Teatro Coliseo (23 de marzo). Ya habían tenido un breve encuentro en el marco de la feria Pulsar, en noviembre pasado.
Pánico no fue una banda de hits ni con demasiada rotación radial ¿por qué escribir una biografía de ellos?
Porque no evalúo la historia de la música chilena, desde desde el éxito ni desde los hitos comerciales, eso es una rama del recuento y de la crónica musical. A mí me interesan, y eso es coherente con lo que he hecho antes en otros libros, las historias en torno a las canciones. Y si estas canciones están nutridas de cruces artísticos, que excede con lo que pasa en el escenario, en el estudio de grabación, no tengo duda de que hay carne suficiente para convertir eso en una narración que se sostenga y hable sobre su época.
El texto se trabajó durante al menos dos años. Fue un proceso intenso en revisión de datos y extenso en reporteo, en que se entrevistó a todos los integrantes originales: Edi Pistolas, Carolina Tres Estrellas, Juanito Zapatilla (Cristóbal Pfenning), Tatán Cavernícola (Sebastián Arce), además de Memoria Radial (Guillermo Dumay), segundo guitarrista que entró a la banda en el período posterior en que residieron en Francia. De hecho, la autora también viajó al país europeo para entrevistar a Henríquez y Chaspoul.
“En verdad, Marisol un día nos llama y nos dice: ‘Chicos, me están contactando de una editorial que se llama Club de fans porque les interesaría que yo escriba un libro sobre Pánico. ¿Les interesa?’. Y nosotros le dijimos ‘bueno, sí, obvio. Cómo no nos va interesar’ (entre risas). En general, nosotros nunca decimos que no cuando hay gente que quiere trabajar con nosotros. Es como el tema”, recuerda Edi Pistolas en charla con Culto.
El contacto, recuerdan los músicos, se dio previo a la pandemia. “La primera vez que estuvimos en Lollapalooza 2020, ya estábamos hablando -cuenta Carolina-. Ella realmente hizo un trabajo muy largo, muy rebuscado. Había mucha información que verificar porque tenemos una memoria...se nos olvidó todo. Entonces, claro, Marisol tuvo que ir a buscar cada cosa, cada información, y verificar, como se debe, que estaba todo bien”.
Jóvenes e inquietos
Entre sus páginas, el libro retrata a Pánico como una fuerza creativa que excedía lo estrictamente musical. Desde sus inicios montaron extensiones de su creatividad en afiches, fanzines (a la venta en tocatas y en la disquería Background) fotonovelas (como la que incluía el librillo interior del álbum Pornostar, de 1995), historietas y por supuesto, los videoclips. Un entusiasmo que tenía un antecedente desde los días parisinos de Edi y Carolina y que después decantó en el llamado “estilo Pánico”.
“En su juventud en París tenían tal inquietud y eran tan ansiosos por el consumo cultural, de devorar películas (eran muy fans de Almodóvar), de estar atentos a determinados cruces entre música, arte y vida, que ellos se propusieron fundar una banda, pero como se pudieron haber propuesto hacer una película o desarrollar un proyecto de diseño -dice Marisol García-. Cuando ellos deciden fundar Pánico, lo que mandaba no era en absoluto la trayectoria esperable de disco, promoción y éxito, sino que era más bien la instalación de una propuesta. Yo creo que han tenido que pasar los años para que esta propuesta brille en todo su esplendor”.
Decíamos que Pánico consiguió un rápido acceso a la prensa y la televisión. Como otras bandas de la época tuvieron desencuentros con los medios, pero en su caso, había algo más. Hacían de cada presentación una performance, algo que era a la vez promoción y provocación, aprovechando la poca especialización en música popular. Como la vez en Más Música en que doblaron una canción vestidos de pseudotrajes de astronauta, con cajas de cartón en las cabezas e instrumentos de plumavit en las manos.
“En un comienzo ocupamos muchos a los medios para hacer performance, íbamos a la tele y eran performance, eso pasó mucho. Y eso generó también que Pánico creó, finalmente, el estilo Pánico. Pasó mucho por la televisión. Cuando éramos chicos, mirábamos a Bowie, Prince, los Cure en la tele, que siempre tuvieron una presencia muy magnética en televisión. Trascendían la pantalla para justamente entrar en los hogares y cambiar a la gente. Nosotros como que queríamos hacer eso”, recuerda Edi.
Por su lado, Carolina Tres Estrellas dice que el grupo se benefició de la idea de apertura. “En el fondo, era la oportunidad de experimentar, porque todo era muy nuevo. O sea, se abría Chile de nuevo. Yo que soy extranjera me daba cuenta mucho de eso, había una fragilidad, algo que estaba al borde siempre, pero que no pasaba realmente”.
Para Marisol García, el desarrollar ese vínculo en el texto permite introducirse en la mentalidad de los medios de la época. “Yo creo que es muy elocuente de una cierta ingenuidad cómoda que caracterizó a los medios en los años de transición democrática, en torno a tener mucho entusiasmo por abrir supuestamente los espacios y comenzar a incorporar voces y tendencias que no estaban incorporadas en dictadura. Pero, sin el rigor, ni los conocimientos, ni la profundidad para distinguir lo que valía la pena de lo que no”.
La biografía está organizada en secciones más que en un relato organizado en sentido temporal. “Conozco bien el tipo de escritura que me parece más desafiante, y el recuento cronológico creo que deja fuera la tesis de punto de vista sobre una época”, explica la autora. Así hay partes y anexos dedicadas a los puntos que sostuvieron la propuesta del grupo, los lugares que frecuentaron e impulsaron, los personajes, una revisión profunda a su discografía, un análisis a la escena de los noventas, además de una sorprendente colección de fotografías facilitadas por los integrantes de la banda.
Entre las tesis del texto, está el rol de Pánico como una banda pionera en la autogestión, que será clave para la escena alternativa que surgirá en los primeros dos mil. De allí la inclusión de un prólogo a cargo de Walter Roblero, músico y uno de los fundadores del sello Quemasucabeza, iniciativa surgida a inspiración de Combo Discos. “Él destaca que aprendió muchísimo de la manera profesional que tenía Pánico de trabajar -detalla Marisol García-. Desde los contratos para las tocatas en vivo, hasta la manera en que diseñaban su estrategia de promoción de prensa. Walter dice que nunca había visto a una banda trabajar así y era evidente como Pánico traía estrategias de trabajo que no estaban naturalizadas en Chile”.
Para la autora, este libro (el 5to que ha publicado) también le reforzó una convicción. “En mi trabajo y en las investigaciones, siempre me ha guiado la completa convicción de que ya sea trabajando el bolero, la canción política, la canción cebolla o esta suerte de pop político o pop provocador que uno puede atribuir a Pánico, hay una pista muy poderosa de del tipo de país en el que se desarrolla. Es lo que a mí más me mueve y lo que más me motiva”.