Modest Mouse, o cuando los centennials descubren el indie

MODEST MOUSE
Modest Mouse. Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

La banda estadounidense despachó un buen show, con un repertorio en que revisaron su carrera, marcando un contrapunto en una jornada marcada por la música urbana y el ánimo festivo. Su propuesta más expansiva y guitarrera por momentos fue seguida con atención, pero dejó en claro que no es tan simple como parece.


Parecía una pausa. Un momento de distensión entre la sensación de euforia que dejó el show de Mora, cargado de reggaetón y volumen de pista de baile. Así, la música de los estadounidenses Modest Mouse en el escenario Axe se sintió como un contrapunto cuando el sol todavía quemaba en el Parque Cerrillos. Nada raro en una propuesta ecléctica como la de Lollapalooza.

Pasadas las 17.45 el grupo salió a escena entre un publico menos numeroso que en los escenarios centrales, pero que le dio una chance a su propuesta musical entretejida con filosos riffs, armonías algo disonantes y texturas propias del rock alternativo. El arranque con Dramamine, un tema de pulso medio y largos pasajes instrumentales, es justamente lo opuesto a lo que mandaría el manual para marcar una partida. Eso es indie.

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Modest Mouse. Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

El debut en Chile de los oriundos de Issaquah, Washington presenta un set de 12 temas en que repasa su larga trayectoria, con un Isaac Brock en su estilo histriónico y urgente para interpretar, aunque el desgaste de su voz acusa el paso del tiempo. Pasaron temas de Good news for people who love bad news (2004), We were dead before the ship even sank (2007), un par de cortes de The moon & antartica (2000), algo del debut This is a long drive for someone with nothing to think about (1996) y algún repaso por el más reciente, The Golden Casket (2021).

Además es la chance de ver el debut del baterista Damon Cox, el antiguo técnico de batería del grupo quien fue elegido por Jeremiah Green antes de su muerte el pasado 31 de diciembre. En escena se le ve afiatado con el grupo, compenetrado del repertorio, con golpes firmes y definidos, aunque tiende a matizar poco y no darle mucho espacio a la expansión de los platos.

Es claro que el público, en su mayor parte juvenil, no maneja el intrincado repertorio del grupo, más cuando tienden a alargar algunas de los pasajes instrumentales. Varios probablemente los están conociendo, así que en general prima el respeto. Otros no engancharon y sin más se fueron a ver qué había en otros escenarios.

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Modest Mouse. Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera

Pero temas como Ocean breathes salty o Paper thin walls son celebrados por los más interiorizados en la obra del grupo, al resumir su espíritu más aventurero. Pasan algunos tibios aplausos cuando suena Dashboard, uno de los temas del buen We were dead before the ship even sank, el álbum trabajado junto a Johnny Marr en el ático de la casa de Brock, a quien el ex The Smiths, acaso uno de los últimos héroes de la guitarra, calificó como el mejor letrista con el que ha trabajado.

Los aplausos más entusiastas llegan hacia el final al tocar Float on, lo más parecido a un hit de su carrera. Un corte que los músicos despachan en una interpretación correcta y en su tonalidad original pese a que Brock no alcanza las notas altas y otros en su situación ya le harían bajado un tono. Pero así es el indie, es visceral.

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