No importaba que solo hace unos meses ya estuviera en el país, en un multitudinario concierto en el Movistar Arena. A minutos del show de Rosalía, pasadas las 20.00 horas en el escenario Banco de Chile, los jóvenes espectadores se apuraban por llegar al lugar para presenciar el show, confirmando una vez más su arrastre.
En su regreso al evento, la española confirma su momento como una de las estrellas globales de la música latina. Con el el sol ya cerrando, salió a escena con algunos minutos de retraso con la puesta en escena propia de la gira de Motomami; luciendo el particular casco de la portada del álbum, acompañada de su cuerpo de baile mientras pasaban los beats iniciales de Saoko, el mismo tema que llamó la atención hasta de Barack Obama.
Con Bizochito, coreada por el público, la catalana despachó su habitual fórmula; coreografías bien preparadas y ejecutadas con precisión, aunque delatan el uso de pistas. Pero al respetable eso poco le importa. El show pasa a otro mood con la bachatera La fama, que siguió a un improvisado ceacheí que la artista, en tomo de broma, anunció como una sorpresa que “me llevó mucho preparar”. Una jugada más que delata que si algo sabe hacer Rosalía, es generar espectáculo.
En guión, el show es bastante similar al que se vio en el Movistar Arena en agosto pasado, aunque por los tiempos, adaptado a versión de festivales como se suele hacer. Algo impensado hace décadas en que a Chile llegaban las versiones reducidas de las grandes giras de los artistas del primer mundo. Incluso con la artista cantando el hit La noche de anoche al lado de sus fans en primera fila, transmitido desde un teléfono móvil. Un uso estudiado y preciso de las herramientas de la era digital.
Ante un público entregado, la Rosalía despachó temas como Linda (la colaboración con Tokischa), Diablo (con la artista desmaquillandose en vivo, en una dramática puesta en escena), la veraniega Despechá, entre otras, concentrando el set en el material del álbum Motomami, que en estos días cumple un año desde su lanzamiento. Un año exitoso y que la consagró como nombre a nivel internacional. El detalle fue revelado por las pancartas de los fans, y astuta, la catalana no lo dejó pasar. “Chile es el lugar más Motomami”, aseguró.
Con momentos bien coreografiados y un diseño escénico sobrio pero impactante, el show se sustenta ante todo en el carisma de la artista y su capacidad para ofrecer diferentes emociones. Incluso despejando momentos para lucir su capacidad como intérprete (como la sección a capella de Hentai).
Hacia el final pasaron temas conocidos por el público como La combi Versace, la reggeatonera Con altura, Chicken teriyaki y otras tantas que cierran uno de los buenos y contundentes shows que se vieron esta temporada en Lollapalooza y marca un contraste con su debut en 2019, cuando era un fenómeno por sí celebrado El mal querer. Hoy es una estrella que hace de la canción un campo de juego entre la experimentación y el pop, sostenido en una puesta en escena ambiciosa.