A tono con su espíritu ecléctico, la jornada de domingo y final de la edición 2023 de Lollapalooza, reunió un cartel en que resaltó su contraste entre nombres consagrados y emergentes, y aunque con presencia del género urbano chileno, en cuotas más dispersas respecto a lo visto entre viernes y sábado, sobre todo con los chilenos.
Eso sí, no faltaron las dificultades. Pasadas las dos de la tarde, la organización informó de cambios en los horarios de 17 de los shows de la jornada. Según se comunicó estos se debieron “a un retraso en la llegada de la carga con los equipos de las bandas” desde Argentina, donde varios se presentaron en la edición trasandina del evento. Todo a consecuencia de la difícil situación de las huelgas allende los Andes.
De este modo, algunos de los shows se adelantaron, mientras otros se retrasaron en un margen que varió entre 15 minutos y media hora dependiendo del caso.
Así, el chileno Alex Anwandter debió salir a escena a las 15.30 horas, es decir, se vio forzado a atrasar quince minutos el arranque de su show. La cantante Melanie Martínez también postergó su presentación hasta las 22.30 horas.
Mientras, The 1975, contemplados para las 19.00, empezaron a las 19.30, y otro de los números importantes de la jornada, la banda australiana Tame Impala, debió subir al escenario media hora más tarde de lo previsto: a las 20.30. Una dificultad más que golpeó al evento, la que se suma a imponderables como las bajadas de artistas, los problemas de sonido en algunos de los shows (como el de Billie Eilish el viernes) y la dificultad para conectarse a Internet en varias zonas del Parque Cerrillos.
A diferencia del sábado, en que se notó una afluencia masiva de público, acicateada por números como Rosalía, la jornada de cierre tuvo algo de menor asistencia en sus primeras horas, aunque sin dejar de ser masiva. Se pudo ver desde los primeros shows, como el de los chilenos Spiral Vortex. Pero el primer apronte masivo fue la presentación de Pablito Pesadilla en el Perry Stage. El DJ de la música urbana debutaba en solitario en el evento (antes fue parte de shows de Paloma Mami y Power Peralta), con un espectáculo pensado para la pista de baile. Pese al sofocante calor, el puentealtino convocó una respetable audiencia de jóvenes que bailaron como si estuvieran en una discoteca.
Pesadilla demostró su oficio y despachó un set contundente y sin pausas, en que mezcló desde clásicos como Gasolina, a temas más recientes como el hit Una noche en Medellín y hasta la colaboración de Shakira y Bizarrap, cantada con fervor por el juvenil público. Asimismo, tuvo invitados como los Power Peralta y el trapero chileno el Jordan 23, quien encendió todavía más la presentación. Con el hit Baby Otaku, que trabajó junto a Polimá Westcoast cerró una presentación que cumplió con su objetivo.
Luego fue el turno de los chilenos Plumas. La banda de los hermanos Abel y Camilo Zicavo, debutó en el evento con un repaso de algunos temas de su discografía, concentrada sobre todo por los más recientes como del EP Sobre el júbilo y la pena, además de temas como Te van a olvidar (aunque sin Pedropoedra, el invitado en la grabación original) y Bot, su ácida crítica a las redes sociales. El show también contó con invitados como el músico Ángelo Pierattini, quien tocó el viernes en el Festival, así como el grupo rapero Liricistas y la cantante Denise Rosenthal. En el público estaba la esposa de uno de sus líderes, la ministra secretaria general de gobierno, Camila Vallejo.
Otra presentación destacada fue la del chileno Álex Anwandter, uno de los mayores créditos del pop local que hizo gala de su buen directo y lo extenso y asentado de su repertorio. Así, despachó canciones como Casa Latina, Tormenta, Traición, Siempre es viernes en mi corazón, entre otras. En su estilo también dedicó temas a las diversidades sexuales, como la reciente Maricoteca. Además aprovechó para estrenar en vivo canción Qué piensas hacer sin mi amor, que será parte de su inminente próximo disco. Un show macizo que cerró con el hit Como puedes vivir contigo mismo, y que lo sitúa entre los buenos momentos de la jornada.
Luego vino un reencuentro. En el mes de su reunión (que ademas tendrá show en Teatro Coliseo), los chilenos Pánico, la banda liderada por Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas. Pese al tiempo y la distancia, el grupo sonó afiatado y despachó un contundente set de 18 canciones en que repasó su trayectoria con temas como Una revolución en mi barrio, Chica bonita, Surfer, Las cosas van más lento, Chica bonita, los que fueron seguidos y hasta bailados por la multitud. El rock crudo y de ritmo acelerado invitó al mosh a parte de los entusiastas que se animaron.
En el resto de la tarde pasaron shows de musica urbana como el del puertorriqueño Álvaro Díaz, quien pese a problemas de sonido tuvo convocatoria aunque no prendió demasiado al público. Pese a ello, tuvo un buen momento cuando invitó al chileno Young Cisger para hacer el hit LaTerapia (él junto a Nicky Nicole participaron en el remix).
Cuando el calor comenzaba a dar una tregua, subieron los históricos Jane’s Addiction, la banda del fundador del evento, Perry Farrell. En su estilo habitual, el músico bebió vino chileno, e hizo una particular mención al presidente Gabriel Boric. “Me gusta ese tipo, es buen momento para vivir en Chile”, señaló además de agregar que le gustaba que participaba en marchas, aunque hizo ver que solo el tiempo permitiría valorar su gestión. En el show interpretaron temas como Ain’t no right y una versión de la clásica Jane Says, que sonó etérea, acústica y algo atmosférica. Por cierto, despachó un Viva Chile.
Hacia el atardecer, cuando la tarde ya refrescaba, fue el turno de The 1975. Los de Cheshire despacharon un show energético, haciendo gala de su efectivo y simple pop rock, asentado en canciones como If you’re too shy (Let me know), Chocolate, I’m in love with you, entre otras que contaron con una fiel fanaticada.
Le siguió uno de los más esperados de la noche: Tame Impala. El proyecto del músico australiano Kevin Parker, quien en su regreso al evento entró a escena apoyado en muletas, debido a que aún está convaleciente de una fractura de cadera sufrida hace semanas. De hecho parte del show debio hacerlo sentado para tocar la guitarra eléctrica. Por ello solo autorizó que se le hicieran fotos en dos temas y la transmisión vía streaming apenas tomó las primeras canciones.
En lo musical, el set se concentró en el material de su más reciente disco, The Slow Rush (2020). Una buena oportunidad para escuchar en vivo canciones como Borderline, One more year, Breathe Deeper, Lost in Yesterday, entre otras, que suenan muy fieles al registro e disco.
El show fue apoyado por las clásicas visuales psicodélicas y coloridas propias de los shows de la banda. Por supuesto pasaron temas más antiguos como Elephant, Apocalypse dream y Feels like we only backwards del buen álbum Lonerism, y que contaron con algunos arreglos diferentes. También hubo espacio para otros cortes como Let it happen, de Currents, arreglada con más presencia de teclados. Durante el show, se pudo observar a buena parte del público enfilar hacia las salidas para aprovechar que el flujo no era tan masivo y el funcionamiento del metro.
Por ello es que el cierre con Twenty one pilots tuvo una convocatoria menor a la de otros shows finales de otras noches. Era además el número que entró en reemplazo de Blink-182. Con siete minutos de retraso arrancó el show, que pese a todo, tuvo un público entusiasta.
Con temas como Guns for hands y Holding for you, el grupo despachó una presentación correcta y festiva, marcando un contrapunto con lo ocurrido con Drake en el cierre de la jornada de sábado. Incluso, casi como una humorada, el grupo despachó First date de Blink-182 (en Argentina hicieron All the small things). Los homenajes siguieron con un popurri de trompeta en que pasaron melodías como Mira niñita y Loca de Chico Trujillo.
En cuanto a la asistencia, la organización detalló a Culto que hasta ahora cada día ha bordeado un flujo de 80 mil personas (79 mil el viernes, 78 mil y fracción el sábado).