Artistas, no musas: publican el primer libro sobre rockeras de Concepción
En "Como una ola", nueve artistas penquistas cuentan sus historias, procesos creativos y las dificultades que han tenido que enfrentar en un relato predominantemente masculino.
Como una ola: trayectos y procesos de rockeras de Concepción, es el título del nuevo libro del periodista y académico Rodrigo Pincheira. Se trata de una investigación que pone al descubierto la trayectoria de nueve rockeras penquistas, desde la década de los 80′ con figuras como Carmen Gloria Narváez (Emociones Clandestinas), hasta 2015 con la publicación del primer EP de la cantante Daniela González (Dulce y Agraz).
El libro -pionero en investigaciones de este tipo y que fue financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart)-, cuenta con la participación de la cantante Ariana Riffo, junto con las investigadoras Alicia Rey y Paulina Barrenechea, quienes analizaron la escena musical de la ciudad y los relatos de las artistas.
Carmen Gloria Narváez, la primera vocalista de Emociones Clandestinas, es quien abre la sección de entrevistas. Pese a que su voz fue reemplazada por Jorge “Yogi” Alvarado, luego de su salida de la banda, Pincheira establece que se trata de una de las dos figuras femeninas del rock penquista en los 80, junto con Coti Donoso, quien se desempeñó como vocalista y guitarrista en Los cuatro amigos del doctor.
Una posibilidad como la de Pete Best, reflexiona el autor en el libro, aludiendo al ex baterista de The Beatles, quien fue expulsado de la banda en 1962, antes de su salto a la fama. “Quedó en el aire una sensación de algo que pudo ser y no fue. Desde el punto de vista de la investigación y por una cosa media poética, quise dejar planteado qué habría pasado si ella hubiera sido la vocalista durante más tiempo”, cuenta Pincheira, quien en 2020 publicó el libro Genealogías del rock penquista: orígenes y destinos.
El histórico manager de Los Prisioneros, Carlos Fonseca, quien estuvo vinculado a la carrera de Emociones Clandestinas, abordó la excepcionalidad de la performance de Narváez en el libro ConcEnoff: Relatos del rock penquista, que fue recogido como antecedente en la investigación de Rodrigo Pincheira.
“Era una chica que se subía arriba de las mesas, que le cantaba a la gente en la cara (...), súper histriónica y tenía una voz bien alta, muy aguda, muy especial. Además funcionaba muy bien con las canciones…Emociones Clandestinas tenía muchas más posibilidades de ser un conjunto exitoso con Carmen Gloria”, contó en aquella oportunidad Fonseca.
Desde lo femenino
Narváez, que ahora es vocalista de la banda Ropa tendida, valora de manera positiva la iniciativa de recoger los testimonios de las mujeres que fueron y son parte de la escena musical de Concepción, principalmente porque el foco está puesto en las experiencias y procesos creativos de las artistas, y no exclusivamente en relación a lo masculino.
“Se muestra esta creación artística, en el contexto femenino y desde lo femenino, sin hacer esa especie de fractura que implica que hay que darle una reivindicación especial o que hay que hacer un trato diferencial. Tenemos nuestro público, nuestros procesos y es bueno visibilizarlo, pero también es bueno hacerlo desde una mirada objetiva respecto de lo que significa la creatividad, la creación y el aporte a la cultura, sin muchas chapas sin darle esta cosa así media paternalista”, reflexiona la cantante.
Familias de músicos, cantar las canciones de la radio, formar bandas en el colegio, mezclar sonidos en plataformas digitales o la súbita determinación de dedicarse a la música, son los elementos que comparten las nueve artistas cuando hablan de sus primeros acercamientos a esta disciplina. Sus procesos creativos, trayectorias y la manera en la que ocupan el escenario son parte de las incógnitas que contesta el libro, que durante mucho tiempo no tuvieron respuesta, puesto que según reconoce el autor, el relato del rock en Concepción está construido principalmente sobre las masculinidades.
“El rock está masculinizado, es patriarcal. Hace unos pocos años que se ha venido desmontando la historia de las artes en general, se están deconstruyendo y desmontando los relatos que son esencialmente masculinos, porque las mujeres han estado invisibilizadas”, dice Pincheira.
Para Katherine Carrasco, bajista y cantante de Kato -su más reciente proyecto solista-, leer el libro fue una experiencia singular. “Fue bonito y melancólico a la vez saber que las colegas músicas vivieron en distintos periodos cosas muy parecidas a las que yo viví”, dice Kato, quien es parte de las nueve entrevistadas.
La dinámica entre hombres y mujeres en la escena musical no está exenta de hostilidades y sesgos de género, según cuentan las artistas entrevistadas. En los relatos las experiencias negativas van desde ser cuestionadas constantemente para demostrar su capacidad técnica e interpretativa, o sugerencias de vestir ropa más ajustada hasta formas de violencia sexual.
“En ese proceso tienes que ponerte un poco dura. Media pesá porque hay que estar dando examen todo el tiempo (...). Tuve experiencias donde nos echaron la culpa porque no funcionaba un amplificador y por atrás escuchaba ‘es que estas niñitas no saben’ y en las bandas de hombres, era buena compadre, te voy a conectar”, cuenta Carrasco en el libro.
En cuanto al rol que juegan las expectativas que hay sobre las mujeres y las dificultades de su paso por Emociones Clandestinas, Narváez apunta: “Además de tener edad diferente, era la única mujer, era una época con varias restricciones. Si bien ahora hay más personas que hacen música, más mujeres, acercarse al rock, al punk o a otros ritmos más transgresores, parece ser un poco más difícil. Se asocia más a una imagen más negativa, distinto habría sido si yo hubiera cantado baladas o algo por el estilo”.
“Alguna vez me dijeron ‘tocas como hombre’, no sé a qué se refieren con tocar cómo hombre, no sé qué clase de estilo es, me imagino que más rudo”, agrega Katherine Carrasco.
¿Cuna del rock?
Ciudad de origen de bandas como Los Tres, Machuca, Emociones Clandestinas, Santos Dumont y Los Bunkers, Concepción ha sido calificada como la cuna del rock chileno. No obstante, esta denominación tiene varios detractores. El autor Rodrigo Pincheira es contrario a esta idea: “En realidad la cuna del Rock chileno vendría siendo Valparaíso. Williams Rebolledo fue el primero que tocó rock and roll. El mito se ha alimentado, pero históricamente no, hasta donde hemos investigado nosotros y otros investigadores no es así. Ahora, bueno, quién sabe, por eso es que la historia se va escribiendo, a lo mejor el panorama cambia”.
Pese a denominaciones o clasificaciones, es innegable la calidad de urbe rockera que ostenta Concepción, siendo Cecilia una de las primeras grandes figuras conocidas a nivel nacional.
“Es como un homenaje a ella considerando que no pudo ser incluida en el libro, por dificultades para reunirnos en la pandemia”, cuenta Pincheira, para luego explicar los otros significados que tiene el título del libro: “Tiene que ver con una ola que empezó a crecer en los 80, en el caso del rock en Concepción. Una nueva ola -de la que viene la propia Cecilia- que invade los discursos del rock de Concepción, una nueva mirada, una nueva narrativa, porque hasta ahora los que hemos contado la historia del rock en Concepción habíamos hecho una mención muy secundaria de las mujeres, el relato no estaba centrado en ellas”.
Como una ola puede ser adquirido en la Tienda Nacional de Santiago.
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