Fernando Aramburu: “ETA ha perdido presencia en el debate político español, aunque no ha desaparecido del todo”
El escritor español publica Hijos de la fábula, su última novela, en que narra la historia de dos jóvenes aspirantes a combatientes de la ETA, que de repente ven frustrado su objetivo. En charla con Culto desmenuza la novela, que forma parte de una serie de volúmenes que el autor ha dedicado a su región de origen.
Asier y Joseba son dos muchachos que apenas superan la veintena. Con toda una vida por delante -y uno de ellos incluso con un hijo y pareja- toman una decisión que parece una locura. Dejar todo y luchar por Euskal Herria, es decir la independencia del país vasco. No puede ser de otro modo que entrar en la Euskadi Ta Askatasuna, la temida ETA.
Son los primeros meses del 2018, y ambos son llevados al sur de Francia, donde una familia granjera los recibe y los oculta a la espera de que reciban su instrucción como combatientes. Sin embargo, todo cambia cuando se anuncia que la organización cesa sus actividades. Pero nadie se preocupa por Asier y Joseba, que quedan a la deriva y sin un plan claro. Aunque en sus cabezas, pasa la idea de armar una organización propia para seguir la lucha. Sin embargo, la llegada de una joven llamada María Cristina trastocará su inventiva.
Ese el argumento central de Hijos de la fábula, la nueva novela del afamado escritor español Fernando Aramburu, justamente originario de San Sebastián, en el corazón del país vasco. Publicada vía Tusquets, retoma la temática de la lucha vasca por su independencia que abordó en su exitosa novela Patria (2016). Claro que en esta ocasión lo que prima es un tono algo más humorístico e irónico con los personajes, unos fracasados aspirantes a guerrilleros y que tienen diferencias fundamentales. Asier, es un comprometido a muerte con la causa y se muestra algo ortodoxo, en cambio Joseba, es más laxo con la idea de luchar y extraña la familia que dejó atrás.
¿Cómo surgió la idea de escribir Hijos de la fábula? Aramburu responde a Culto: “Creo recordar, aunque no estoy seguro, que en el principio hubo una pregunta del tipo: Ahora que ETA ha decidido renunciar a las armas, ¿qué sucedería si...? Tal vez me vino a continuación una imagen, la posibilidad de un episodio, en fin, esas cosas dispersas que empiezan a formar vínculos en un rincón del cerebro y que un buen día encienden la voluntad de escribir una novela”.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
Resultó harto complicado debido a que me impuse una concisión extrema y a que necesitaba encontrar en todo momento un equilibrio que salvase a la novela de incurrir en el exceso de caricatura o, por el contrario, en el blanqueo de los agresores.
¿Usted de alguna manera se propuso parodiar a los agresores? En la novela hay bastante sarcasmo con estos jóvenes que quieren formar parte de la ETA.
En realidad, no hizo falta proponerme la parodia. Mi modelo fue Kafka, quien gustaba de iniciar sus relatos a partir de una premisa absurda que luego desarrollaba con lógica estricta. He pretendido lo mismo, sin acentuar adrede las notas humorísticas. Mis personajes actúan de principio conforme a un sistema lógico-mental, pero a partir del absurdo de pretender ser combatientes sin experiencia, sin armas, sin apoyo, sin estructura organizativa y sin dinero. Que los lectores los encuentren divertidos o grotescos es asunto de los lectores.
También de alguna manera, en el personaje de Asier usted es crítico con quienes son ortodoxos y caen en el fanatismo. ¿Es así?
No. Yo soy crítico con el fanatismo cuando me expreso en artículos o entrevistas. En las novelas adopto una distancia con respecto a lo narrado a fin de no dañar la literatura llenándola de ideología explícita. Jamás tutelo a los lectores diciéndoles lo que tienen que pensar a partir de mis textos ni cometo con ellos el abuso de encaminarlos a la aprobación de una determinada tesis.
Usted ha abordado el tema de la ETA en sus libros, como Los peces de la amargura, o Patria. ¿De qué forma Hijos de la fábula dialoga con esos otros libros?
Hijos de la fábula forma parte de una serie a la que he titulado Gentes vascas. En tal sentido es cierto que dialoga o se complementa con otros libros protagonizado por hombre y mujeres de mi tierra natal y acaso no esté de más juzgar dichos relatos y novelas en su conjunto, aunque esto no sea en modo alguno imprescindible.
En Hijos de la fábula, se aborda el cese de las acciones de la ETA, en 2018, pero los personajes lo viven desde un punto más periférico. ¿No pensó en una novela “desde adentro” del proceso de cese del fuego?
No trabajo así. Yo nunca voy de los temas a las novelas. Mi punto de partida es siempre, sin excepción, la vivencia humana singular e intransferible. Claro que los personajes no flotan en el aire, sino que están inmersos en la sociedad. Entonces, de manera automática y natural, se incorporan a la narración de sus historias los elementos políticos, históricos, sociales y demás.
Asier y Joseba representan dos visiones diferentes: uno, comprometido ideológicamente; el otro, más laxo en su militancia. De alguna manera, ¿quiso centrar en los personajes la tensión principal de la novela más que el contexto que vivían de cese de la ETA?
Me limité a dotarlos, hasta donde me pareció que la novela lo pedía, de volumen humano y, por supuesto, puse cuidado en que no fueran idénticos, ni en su conformación psicológica, ni en sus pensamientos, ni en su procedencia familiar. Determinar lo que representan o dejan de representar se lo dejo gustosamente a los lectores.
Sobre las mujeres, Asier lanza varios comentarios, todos desfavorables hacia ellas como guerrilleras o combatientes. Incluso, su idea es negar el ingreso de mujeres a la nueva organización que fundan con Joseba, aunque la llegada de María Cristina lo pone en jaque. ¿Influyó el auge del feminismo para incluir esta capa dentro de la novela?
No influyó para nada. Asier es un joven reprimido que teme a las mujeres. El texto, creo yo, permite entrever que viene maltratado de casa por su madre. Y, como ocurre con frecuencia en mis historias, si un personaje varón se expresa negativamente acerca de las mujeres, eso significa que ya faltan pocas página para que aparezca una mujer que le dé una lección de vida.
¿Cómo se percibe a la ETA actualmente en España y en el País Vasco?
ETA ha perdido presencia en el debate político español, aunque no ha desaparecido del todo. No cabe duda de que para sus víctimas, el recuerdo y la herida permanecerán para siempre.
¿En qué se encuentran las reivindicaciones nacionalistas vascas?
Le responderé a la vasca: Ahí siguen.
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