Cuando uno ingresa al nuevo libro de Matías Rivas, se encuentra con un formidable paisaje devastado. Un escenario arrasado por el amor. El primer poema abre con este verso: “No recuerdo tu amor sino el deseo”. Con una voz despojada y transparente, el poema describe una atmósfera donde la emoción se ha consumido: “La luz de la tarde roza/ otro vacío donde la palidez/ borra, marcada de arena, tu figura”.
Poeta, ensayista y director de Ediciones UDP, así como columnista en La Tercera, Matías Rivas es autor de tres libros en el género: Aniversario y otros poemas (1997), Un muerto equivocado (2011) y Tragedias oportunas (2016). En ellos el autor ha desarrollado un lenguaje sobrio y elocuente, una escritura limpia que retrata con franqueza los desastres cotidianos, los abismos domésticos, el vacío que erosiona las relaciones. En ocasiones con aspereza, a veces con ironía y siempre alejado de lirismos, el poeta escribe versos delineados por la destreza y el oficio que conmueven, sorprenden y a menudo quedan resonando.
Un poema de amor, su cuarto libro, comparte esos rasgos, si bien las escritura acá se estiliza aún más, y explora en los escombros del amor: sus decepciones, reproches, el desgaste de la rutina, el cansancio, el rencor que florece tras las rupturas.
El volumen recoge una variedad de voces que hablan de experiencias en torno al amor y sus grietas: en sus páginas hay matrimonios desganados, amantes, tipos solos, ancianos violentos, padres separados que llevan a su hijos a ver películas de osos polares. Furias, celos, resentimiento, soledades.
“Te sacas fotos con tus hijos, primas, hermanas./ Al final, salgo con la cara torcida/ y los ojos rojos./ Te odio un poco”, dice uno de ellos. “Evita decirme cómo lavar los platos./ Considera que el tiempo viene en contra”, dice otro que registra cómo el silencio se expande entre los muebles de la casa. “Me acuesto y me despierto contigo,/ aunque hace tiempo que no nos vemos”.
-Estos poemas nacen de la vida, de cosas que alguna vez dijiste pero que dejaste flotando, versos que tenía amarrados desde hace unos años. Se fue armando como una especie de collage, pero después vi que tenían un hilo conductor. Al principio el libro era más largo, después lo fui depurando y quitándole toda la cáscara, tratando de ser lo más esencial posible.
Como los poemas latinos, de alguna manera
Sí. Y quería eso mismo: que tuvieron una legibilidad, o sea, que no den la latay que sea emocionante, o por lo menos que las personas puedan compartir algunas emociones que aparecen en el libro, sobre todo la gente que tiene cierta experiencia, digamos, cierta edad, que ha vivido el amor y el desamor también.
Son poemas alejados del romanticismo o de la idealización del amor
Sí, es el amor con todas sus mediaciones complicadas, el amor contemporáneo, actual, con equívocos. Yo creo que el amor no es algo tan puro, está más bien lleno de porosidades, de problemas y de dolores que se expresan de alguna manera con rabia, a veces con pasión, ¿no? Uno no puede escribir de la felicidad del amor, sino que uno escribe de los restos que deja. O sea, no es un libro como para seducir gente, es más bien un libro sobre las ruinas del amor.
Y son poemas con una vocación narrativa muy clara, ¿fue algo trabajado?
Sí, eso me interesa, una poesía narrativa, directa. Es una especie de romanticismo del siglo XXI, de gente que más bien está arrasada, sobreviviendo. Y ahí yo creo que las voces operan en el sentido que interpretan distintas emociones. Lo pensé así como un conjunto de episodios que tienen que ver con lo que le pasa a alguien cuando tiene estos problemas de amor. Y que tienen que ver los hijos, las mamás que opinan, las exmujeres, las amantes.
De cierto modo, me hizo pensar en el realismo sucio, estilo Carver.
Total, a mí me interesa mucho la poesía en inglés: (Philip) Larkin, Carver, hay una tradición de gente que ha escrito de esta manera. Me interesa esa forma de contar o de describir a las cosas muy directas. Cuando uno lee a Larkin, más allá de que tenga rima, uno siente que está hablando de una persona y que tú te emocionas por eso.. Lo mismo con Carver. Y todo incluye cierta suciedad contemporánea. Suciedad me refiero a los moteles, lo pop también aparece.
El libro recupera una palabra un poco perdida: el deseo.
Eso me pareció como lo más arriesgado, en un momento donde estamos hablando de otras cosas, decidí hablar de esto El deseo no está muy de moda, está más bien reprimirlo o conducirlo. Y aquí me parece que el deseo está con todas sus expresiones que son rizomáticas, raras, dolorosas, pasionales. Eso es más cotidiano y más contingente al final que la política. Y me parece que aquí también hay política, una política de los quiebres, que tiene que ver con las crisis contemporáneas. El deseo deja estragos y eso se nota en las voces del libro.
El orgullo oficialista
Con 20 años de vida, Ediciones UDP ha consolidado un notable catálogo de publicaciones en poesía, ensayo, pensamiento y artes visuales. Ciertamente, cuenta con la mayor colección dedicada a los poetas chilenos, desde Gabriela Mistral, Vicente Huidobro a Enrique Lihn, Raúl Zurita, Carmen Berenguer y Juan Carreño.
Sin embargo, ediciones UDP no estará en el pabellón oficial de Santiago en la Feria del Libro de Buenos Aires (Filba), organizado en torno a un guión que se articula en varios ejes, entre ellos los 50 años del golpe y el estallido social. Entre los invitados destacan Diamela Eltit, Raúl Zurita, Nona Fernández, Ariel Richards y Daniela Catrileo.
“Tenemos el honor de no haber sido invitados, pese a que tenemos una gran presencia en Buenos Aires”, dice Rivas. Afortunadamente, cuenta con distribuidor, de modo que los libros de sus autores invitados sí estarán disponibles en la feria.
¿Y qué opinión tiene de esta presentación en Buenos Aires?
Yo creo que el país ha ido modificándose en estos últimos meses de manera muy radical, entonces la presentación de Chile va a quedar un poco desfasada. O sea, las opiniones que está teniendo el país no coinciden con el guión que lleva Chile que ensalza el estallido social. No sé cómo se van a manejar las cosas. Y es muy grave cuando el mundo cultural pierde sintonía.
¿Le parece representativa?
Van cerca de 60 personas. Dentro de todo, y aunque hay varios nombres que quedaron fuera, debe ser representativa, en el sentido de que van muchos escritores; lo que pasa es que lo que no hay son disidentes en los temas que se van a tocar. Y eso hace que todo tenga el mismo color.
¿Oficilista?
Definitivamente. Hay gente muy orgullosa de ser oficialista, creo que muchos de los que van están orgullosos de representar el oficialismo. Por cierto hay que respetarlo y ellos tendrán que entender que no todos pensamos igual.
¿Una presentación de este tipo no debería tener una dimensión más amplia, más allá del oficialismo?
Yo creo que se rompió una tradición que venía desde el retorno de la democracia de mantener la pluralidad; la gente que participaba y que recibía fondos o invitaciones era de cualquier lado, daba lo mismo el gobierno de turno. Parece que eso ha cambiado, en el sentido de que unos tienen más privilegios por estar cerca del poder. Encuentro complicado estar cerca del poder y tan cerca de la idea que significa el poder y ser intelectual o escritor, pero es una posición individual. Hay otros que están orgullosos, no hay que olvidarlo.
¿Cuál es el peligro de estar tan cerca del poder?
Es complicado porque después tienes que criticarlo y tienes que asumir todas sus cosas. Pero creo que hay una cuestión generacional puesta en juego. Veo una ansiedad generacional, que no tiene que ver tanto con la literatura. Yo creo que ellos ya hicieron el punto, en el sentido de que se mostraron como generación; ahora lo importante es mostrar las producciones que están sacando. Ya estamos todos notificados que llegó una nueva generación en todos los ámbitos, ahora hay que ver su trabajo. ¿Cuáles son los elementos creativos de esta nueva generación? Por ejemplo, ¿hay alguna canción que una a todos y sea conocida? Aún no. Creo que a nivel político están más avanzados que en materias culturales.
Pero han tenido que acudir a la generación mayor.
La generación perdida, que dejó de ser perdida. Los años 90 en el arte y la literatura fueron super prolíficos. Es curioso que en este viaje hay poca gente que representa esos años, la Nueva Narrativa, la poesía de Bertoni. Son muy viejos para ellos.
También Rafael Gumucio.
No va Gumucio, no va Jocelyn Holt. No va nadie que haya puesto el dedo en la llaga y que lo consideren irritante. Y eso me parece preocupante, que haya personajes que digan esta es una voz que no puedo escuchar, sobre todo cuando son voces articuladas, con obra. Hay que escuchar, todo lo que más se pueda, pero veo que hay voces que no se les quiere escuchar, ya sea porque tienen problemas morales o políticos con esa voces. Y eso se manifiesta en el diseño de lo que se llevó a Buenos Aires. Se pudo haber hecho algo con más posiciones encontradas. Ahora todo va a ser más o menos plano, todos de acuerdo, en un país donde no se ve que estemos todos de acuerdo.