De sus conflictos con la TV a su goce con la música: Patricio Bañados, retrato íntimo de un comunicador

PATO BAÑADOS
Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Gozador, conversador ameno y de inquieto espíritu crítico, el fallecido periodista y locutor fue el símbolo de una época. Quienes le conocieron, perfilan para Culto a un profesional dedicado, que con los años y los cambios de la industria, se formó una dura opinión de la pantalla chica. Y también al hombre que vibraba con la música clásica, la buena mesa y la charla distendida.


“No, no creo en los OVNIS”, respondió Patricio Bañados cuando el reportero de LUN le preguntó sobre el fenómeno de los objetos voladores no identificados. Corría 1999, y Bañados era el conductor de OVNI, el programa de tono documental con que TVN apostaba por la ufología, pero con un enfoque serio. Por ello, la sorpresiva respuesta del hombre ancla del espacio no gustó nada en las oficinas de Bellavista 0990. “Salió en portada diciendo eso, yo lo quería matar”, recuerda Fernando Acuña, por entonces productor ejecutivo del programa y muy cercano a Bañados. “Porque ¿para qué salía hablando esas cosas? y me consta que Jaime de Aguirre (entonces director de programación, hoy ministro de las Culturas) también lo llamó para putearlo. Pero eso no eliminó nuestra amistad. Es más, nos reconciliamos. Y como tenía que ser, en un buen restorán”.

Para ese momento, Patricio Bañados Montalva era un nombre con una dilatada trayectoria en los medios. Pionero de la televisión en el país, su presencia y estilo sobrio lo habían puesto en transmisiones que pasaron a la historia, como la de la Copa mundial de fútbol de Chile en 1962, un evento clave para la masificación del medio en el país. Además, fue el primero en conducir eventos como la transmisión de la parada militar y el mensaje del 21 de mayo del entonces presidente Jorge Alessandri Rodríguez.

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Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Su labor le abrió la posibilidad de una carrera en el extranjero, en la que trabajó para medios como la BBC (1966), la Agencia Informativa de Estados Unidos en Washington D.C. (1968), la Radio Suiza Internacional (1972) y la Televisión Española (1974). Regresó a Chile en 1975, en plena dictadura militar. Por entonces, su irreductible postura crítica le significó quedar marginado de la pantalla, aunque tuvo algunas apariciones esporádicas en noticieros y transmisiones deportivas.

En esos días en que la pantalla se le abría a cuentagotas, la radio se presentó como una opción laboral. Bañados la conocía bien, en los sesentas ya había trabajado en Radio Cooperativa. Eso le permitió ser considerado para la Radio Beethoven, la emisora de música clásica a la que arribó en 1986 y en la que se mantuvo hasta el final de sus días.

“En ese tiempo don Patricio estaba censurado en los medios más grandes -recuerda Sergio Díaz, productor de la estación-. Él estaba trabajando en Radio La Ciudad, que era una radio bastante pequeña. Él sabía que los directores de la radio nuestra querían contar con sus servicios, pero no se atrevían a hablar con él porque pensaban que era muy caro. Y hasta que al final pudieron contactarse y descubrieron que en realidad lo podíamos tener en la radio. Él se vino con todo el gusto porque quería trabajar en la radio”.

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Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Pero la televisión le abrió una nueva oportunidad. Ahí llegó la oferta para trabajar en la franja televisiva de la opción NO, en el plebiscito de 1988. En esos días, el hoy realizador Rodrigo Moreno tuvo la chance de conocer a Bañados. “Estaba recién egresado de periodismo y trabajé en la campaña del NO haciendo la práctica. Hacía unas piezas pequeñas para la franja. Tenía que ir algunos días al lugar de grabación y ahí lo veía grabando los nexos, las intervenciones que hacía para la franja. Ahí lo vi por primera vez”.

Aún recuerda su impresión de esos días en el Teatro Huemul. “Él era muy magnético, una persona que congregaba, que daba mucha tranquilidad, con mucho aplomo. Fue generando esta aura en torno a él que tenía que ver con el rigor, pero por sobre todo el aplomo, la tranquilidad con que comunicaba”.

Moreno fue uno de los socios fundadores de Nueva Imagen, productora audiovisual que al retorno de la democracia trabajó en conjunto con TVN. Esta fue la responsable de espacios clásicos de la década como Cine Video, El show de los libros y El Mirador, un programa que tuvo a Bañados en la conducción. Pero entre las bambalinas, no perdía ocasión para extenderse en largas conversaciones con gente del equipo. “Era un gran animador de las tertulias, de las discusiones editoriales -dice Moreno-. Habían buenos periodistas, todos al lado de él discutiendo, conversando, polemizando. Siempre estaba cuestionando la cuestión, se preguntaba por qué estábamos haciendo las cosas o para qué estábamos haciendo las cosas y cuál era el sentido de lo que se está comunicando como programa”.

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Patricio Bañados en el set de El Mirador. Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Nada raro. Quienes le conocieron señalan que Bañados era un hombre de vasta cultura y de facilidad para la charla. Algunos recuerdan largas sobremesas con él, incluso hasta el anochecer. “Era el rey de la tertulia, de conversar en torno a un vino o una buena comida en un restorán y contar miles de anécdotas. Yo diría que el Patricio que conocí, era una persona que le gustaba mucho esta cosa más como sensorial. Toda esa seriedad o parsimonia que uno observaba en él, desaparecía en su vida privada”, detalla Moreno.

Fernando Acuña aún recuerda sus almuerzos con Bañados. “Hay que decir que era un vividor, que era un concupiscente, un sibarita. Le gustaba mucho la buena mesa ¿lo que más le gustaba? la comida europea. Era muy pro Europa, también era melómano, le encantaba la música clásica y la ópera”.

De hecho, ese último detalle es el que explica por qué decidió tomar la oferta de radio Beethoven. “Le gustaba mucho la música de Beethoven y Mozart -recuerda Sergio Díaz-. De hecho, cuando estaba resfriado y no podía leer, hizo uno o dos programas solo con la música de Beethoven, que se la conocía prácticamente de memoria”.

Por eso llamó la atención que ese refinado hombre de mundo fuese el elegido para conducir el programa OVNI, el que lo terminó posicionando como una figura de culto. “Eso fue en conversaciones con Televisión Nacional. Teníamos el proyecto, el programa, una productora independiente y en conversaciones particularmente con Jaime de Aguirre discutimos eso y llegamos a ese acuerdo. Y ya te digo que él al principio no estaba muy convencido”, dice Moreno.

Pero en la productora confiaban en sus datos. “No sabíamos si el programa iba a tener conductor, entonces hicimos un piloto de prueba y un focus group”, recuerda Fernando Acuña. Una de las conclusiones del estudio, fue que se requería de un rostro. “Tenía que ser alguien serio, porque el que creía en los ovnis iba a ver el programa sí o sí. Pero teníamos que traer público nuevo y él era por lejos el rostro más serio en la televisión chilena”, agrega.

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Archivo Histórico / Cedoc Copesa

“Al principio, él no estaba muy convencido. Le parecía que podía ser un poco light -apunta Moreno, quien era director del programa-. Pero nosotros llegamos rápidamente a un encuentro para darle una vuelta al programa, darle un sentido para la gente y para nosotros”.

Según Moreno, al momento de grabar el bagaje de Bañados facilitaba las cosas. Su especialidad, dice, era lo que en jerga televisiva se llama nexos, es decir, las intervenciones de los conductores. “Era el rey de los nexos. O sea, tú le pasabas un texto, se lo leía, y te decía, ‘ya, vamos’. Prendíamos la cámara y se lo sabía impecable. Él hacía una interpretación, con una soltura, naturalidad y aplomo que eran envidiables, como si no le costara nada. Tenía un dominio de escena muy fuerte”.

Para el programa, Bañados dedicaba horas a la preparación. “El tipo era de un profesionalismo increíble, muy estudioso -detalla Acuña-. Él investigaba por su cuenta, incluso. Y por supuesto, cuando viajábamos afuera, lo primero era ver a qué restaurantes íbamos a ir a comer”.

Un hombre crítico

Además de un gozador de la vida, Bañados era un hombre de espíritu crítico. En privado, algunos revelan que en ocasiones incluso podía tener un humor muy ácido. Como sea, en las entrevistas que concedió nunca ocultó sus resquemores frente a los cambios que notaba en la televisión. Industria a la que no volvió de forma estable tras su despido de TVN en 2005, por razones nunca aclaradas del todo.

“Él pensaba que la televisión podía volver a lo que fue el comienzo, que la tomaron las universidades con el objetivo de educar a la gente, sin preocuparse por si tenían más o menos plata”, dice Sergio Díaz. “Lo que hablaba con nosotros es que la televisión era un medio por el cual se podía transmitir mucho más conocimiento a la gente y no solamente la cultura, también lo más cotidiano”.

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Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Desde la experiencia de los años de industria, Rodrigo Moreno recuerda esa mirada de vida. “Patricio en general era muy crítico con todo lo establecido, al poder, a la ignorancia, a la soberbia, a la violencia. Él se paraba en una vereda muy crítica de toda actividad política, pero en general toda la actividad social, cultural. Quiero decir con eso que que una persona que se paraba este desde una mirada crítica del país y de nosotros los chilenos, entonces, tuvo una oportunidad en el programa El Mirador y de tener ahí un espacio, una ventana para mirar el país”.

Según Moreno, hay que detenerse en esos primeros años de la transición. “Yo creo que esos fueron buenos años, sobre todo los primeros años soy testigo de que del año 91 como hasta el 96, 98, fue una ventana muy importante. Ahí yo creo que estaba medianamente cómodo y luego tal vez no se le abrieron nuevas o más ventanas para trabajar”.

En una entrevista con Mentiras Verdaderas, Bañados culpó a la Concertación de su salida de TVN. “Se fue sin mayor explicación -dice Moreno-. Pero eso es un triunfo, diría, de una mirada sobre la televisión, en que no cabían personas como Patricio Bañados, o como Antonio Skármeta, con quien pude trabajar en El Show de los libros”.

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Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Lo cierto es que la televisión hacia finales de la década comenzó a cambiar. El fenómeno de la fuga de audiencia golpeó las parrillas y los presupuestos. “Es como un cambio cultural en Chile en el que por lo menos la televisión chilena, que después del 2009 hay una cosa muy clara donde en ese nuevo escenario Patricio no se pudo integrar muy bien”, apunta Moreno. “Permanentemente se escandalizaba, le encantaba escandalizarse de las burradas que ocurrían en nuestro país”, apunta Acuña.

El paso por la televisión dejó algunas marcas. “Él era bastante amable, no era para nada creído ni nada -dice Sergio Díaz-. Pero siempre nos contaba que igual él tenía como cierta aprehensión a recibir gente. Entonces, teníamos que estar ahí un poco al aguaite cuando terminaba de grabar, si había alguien esperándolo que le avisaran, porque él contaba que cuando estuvo en la televisión siempre había mucha gente que le iba a pedir cosas, y le pedían cosas muy, digamos, absurdas de repente. Y él obviamente que desde su posición no podía satisfacer. Siempre andaba un poco a la defensiva”.

Pero en sus últimos años, ya parecía más reconciliado con la exposición. “Ya al final estaba bastante más abierto -dice Sergio Díaz-. También lo demostró en nuestro desayuno mensual que últimamente habíamos tenido gracias al Club de amigos, en que él estaba presente ahí. Estuvo presente en casi todo. Trataba muy cordial a las personas que iban a visitarlo. Ya al final ya no era para nada tanto, ya no había problema en eso. En los últimos años recibió mucha gente joven que le pedían entrevistarlo para algunas cosas, para algunas cuestiones bien pequeñas de repente. Así que ya al final estaba bastante más abierto. Lo demostró en nuestro desayuno mensual que habíamos tenido gracias al Club de amigos de la radio, que estuvo presente. Estuvo presente en casi todo, estaba muy cordial a las personas que iban a visitarlo”, acota Diaz.

En estos días, Fernando Acuña se juntará con amigos y colegas para recordar a Patricio, el amigo, el sibarita, el conversador, el de las anécdotas extendidas en todas sus ramificaciones. “Vamos a celebrarlo comiendo y tomando como a él le hubiese gustado ¿por qué no? vamos a brindar mucho por él, porque fue un hombre libre. Un hombre libre”.

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