No se puede comprender el legado musical de los ingleses The Smiths, sin referirse a sus ejes instrumentales. Más allá del sello que Morrissey imprimió a las letras y a su interpretación operástica, fue el trabajo de Johnny Marr en las guitarras y el del recién fallecido Andy Rourke en el bajo eléctrico, los que definieron buena parte de la sonoridad particular de la banda, uno de los grupos ineludibles de los ochentas, cuya leyenda se agigantó con el paso de los años.
Nacido en Manchester, el 17 de enero de 1964, Rourke creció en el seno de de una familia de buena situación en la zona de Ashton upon Mersey. El biógrafo de los Smiths, Johnny Rogan, lo perfiló como “un niño considerablemente retraído”, pero que pronto desarrolló un comportamiento salvaje. Cuando entraba en confianza “revelaba un simpático sentido del humor y una pasión casi fatal por las bromas pesadas”. Era en toda regla, un chico problemático.
En las aulas del St. Augustines Grammar School, Rourke se hizo amigo del joven John Martin Maher, quien a futuro se haría conocido por su nombre artístico de Johnny Marr. Juntos compartieron bromas, noches de juega y escuchas de long plays de rock setentero. Por entonces se inició en la experimentación con las drogas, un interés que no soltaría por el resto de su vida.
“Éramos mejores amigos, íbamos juntos a todas partes”, escribió Marr años después. “Cuando teníamos 15 años me mudé a su casa con él y sus tres hermanos y pronto me di cuenta de que mi pareja era una de esas raras personas que absolutamente nadie no quiere. Andy y yo pasamos todo nuestro tiempo estudiando música, divirtiéndonos y trabajando para convertirnos en los mejores músicos que podríamos ser”.
Con el interés en la música propio de la adolescencia, se inició en el bajo eléctrico, instrumento para el que demostró una notable aptitud y un refinado sentido de la melodía. Compartió con Marr en sus primeras bandas juveniles, mostrando un fiato musical tan sólido como el de su amistad. Por ello, era un nombre considerado por Marr en el momento en que formó The Smiths a partir de su alianza con Morrissey. Pero sus líos y su apertura a las drogas fueron motivos más que suficientes para dejarlo de lado. Por el momento.
En principio, el puesto de bajista lo ocupó Steve Pomfret, quien sería reemplazado por Dale Hibbert, quien tocó en el primer show del grupo. Tras esa actuación, quedó claro que aquel no daba el ancho para acompañar al virtuoso Marr. Por ello, tras hablarlo con Morrissey, este convenció a Rourke para unirse al grupo. Ahí se terminó de configurar la alineación definitiva de la banda, que completaron “Moz”, Marr y el baterista Mike Joyce.
El aporte del bajista a la música del grupo fue clave. Las líneas construidas con su Fender Precision, tocadas con uñeta y la perilla de tono al máximo, resultaron inolvidables. “Rourke desarrolló un estilo complejo pero fluido de tocar, dijo, para ‘compensar en exceso’ el hecho de que la banda solo tenía un guitarrista. En Heaven Knows I’m Miserable Now de 1984 o The Headmaster Ritual del año siguiente, su bajo y la guitarra de Marr se entrelazan con una destreza bastante asombrosa”, explica el crítico Alexis Petridis, en su reseña para The Guardian.
Pero el consumo de drogas lo persiguió toda la carrera del grupo. Rourke luchó contra su adicción a la heroína, lo que le significó su arresto por posesión de drogas en 1986. En ese momento fue expulsado de forma temporal de la banda, período en que fue reemplazado por Craig Gannon. Pero tiempo después, decidieron darle una oportunidad, así se reintegró y Gannon pasó a ser guitarrista de apoyo. “Empiezas a recibir un montón de dinero y no sabes qué hacer. Empiezas a gastarlo en drogas”, dijo Rourke más tarde.
Tras el quiebre de The Smiths, Rourke se mantuvo ligado a Morrissey como parte de su banda de apoyo. De hecho, se le puede ver en el clip de The last of the famous international playboys, junto a Gannon y a Joyce. Su bajo lleno de fibra funk se puede escuchar también en November Spawned a Monster, el single de Morrissey de 1990.
Pero la relación cordial no duraría mucho más. La falta de claridad sobre los derechos de autor, ante la ausencia de un contrato que definiera bien la situación legal de los Smiths (que nunca fueron muy prolijos en ese aspecto), derivó en una larga batalla judicial de Joyce y Rourke contra Morrissey y Marr, que acabó dinamitando la relación entre ellos.
De todas formas, la muerte de Rourke sepulta para siempre cualquier chance de reunión del grupo, un anhelo que sus fans han planteado durante años.
Desde los noventas, Rourke desarrolló variados proyectos junto a otros nombres de la industria. Así pasó por Frebass, el súpergrupo que lo reunió con otros connotados bajistas como Mani de Stone Roses y Peter Hook de New Order. También en Dark, junto a la fallecida Dolores O’Riordan de The Cranberries. Y por cierto, Moondog One con Joyce y Bonehead de Oasis. Ninguno de estos siquiera eclipsó su leyenda en las filas de los Smiths,
Visitó Chile en un par de ocasiones. En 2010 se encargó de poner música a la fiesta de aniversario de la desaparecida tienda Sonik y dos años después despachó un DJ set en el Club Subterráneo, en Providencia. Eventualmente se reencontró con Marr en el escenario en varias oportunidades, mostrando que la amistad entre ellos era más fuerte que cualquier cosa. Juntos interpretaron en vivo varias canciones del catálogo de los Smiths, por ejemplo, en Lollapalooza Brasil en el año 2014.
Por su lado, Mike Joyce también recordó a Rourke en una publicación en su cuenta de Twitter: ”No solo el bajista más talentoso con el que he tenido el privilegio de tocar, sino el muchacho más dulce y divertido que he conocido. Andy dejó el edificio, pero su legado musical es perpetuo. Ya te extraño mucho. Por siempre en mi corazón compañero”. Mientras, Morrissey, con su habitual distancia, no se ha pronunciado al respecto. Hay un rencor que nunca se acaba.