Es probablemente uno de los momentos de la historia de Chile más instalados en la memoria colectiva al relatar los pormenores del combate naval de Iquique, acaso uno de los hitos claves de la Guerra del Pacífico. Al ocurrir el primer espolonazo del monitor peruano Huáscar a la corbeta chilena Esmeralda, el capitán Arturo Prat Chacón, lanzó el grito de “al abordaje muchachos”. Pero debido al barullo del momento, fue seguido solo por el sargento Juan de Dios Aldea y al parecer por otro marinero que no alcanzó a hacer pie en el buque.
El teniente Luis Uribe Orrego, quien asumió el mando de la nave tras la muerte de Prat, describió el momento en su relación de los hechos a la comandancia general de marina, fechada el 29 de mayo. Esta se publicó en los diarios de la época, lo que amplificó su impacto y contribuyó a crear muy rápido el relato heroico sobre lo ocurrido. “Desgraciadamente, el estruendo producido por toda la batería al hacer fuego sobre el Huáscar, impidió oir la voz de nuestro valiente comandante; y de los que se encontraban en la toldilla con él, solo el sargento pudo seguirlo”, escribió Uribe. Una vez en la cubierta del Huáscar, tanto el capitán Prat como el bravo sargento Aldea cayeron abatidos. Mientras el primero pereció, el segundo quedó malherido y falleció días después.
Un sargento poco conocido
A pesar de su participación en un momento clave del combate, es poco lo que se sabe a ciencia cierta sobre la vida de Juan de Dios Aldea Fonseca. En rigor, era sargento segundo del Regimiento artillería de marina, en el que también estaban enrolados sus dos hermanos, Ramón y Eduardo. “El Regimiento Artillería de Marina dependía del Ejército, aunque no estaba en su orgánica, sino que asimilado a la de la Armada”, comenta Rafael Mellafe, historiador militar y especialista en la Guerra del Pacífico.
“Sabemos que Aldea nació en Chillán, ciudad alejada del mar, pero en julio de 1872, a la edad de 19 años se presentó en la oficina de enganche que la Armada tenía en Chillán, ingresando como recluta al Batallón Valparaíso -apunta Mellafe-. Luego aparece como soldado del Batallón (luego Regimiento) Artillería de Marina. ¿Qué lo motivó a ingresar a la Armada? no lo sabemos. Podríamos elucubrar que siguió el ejemplo de sus hermanos o bien que en el alma del joven Juan vibraba el deseo de ser militar, pero son solo conjeturas”.
De allí, Aldea comenzó una ascendente carrera militar. “El 11 de mayo de 1874, ascendió a cabo 2° y pasó a integrar el grupo de instructores de reclutas -apunta Mellafe-. Este es un dato no menor ya que indica que Aldea estaba bien considerado por el mando. El 1 de enero de 1876 asciende a cabo 1° y contrae matrimonio con Remigia Segovia quien da a luz su único hijo. En 1877 obtiene el grado de sargento 2°. Se aprecia que el ascenso de Aldea desde soldado raso (1872) a sargento 2° (1877) fue rápido, lo que nuevamente indica que estaba comprometido con su profesión y ese compromiso era apreciado por el mando”.
Así llegó a formar parte de la tripulación de la Esmeralda. El dato curioso, es que su inclusión ocurrió el mismo día en que el gobierno de Chile declaró la guerra a los aliados Perú y Bolivia. “Llega a la guarnición de la corbeta Esmeralda el 5 de abril de 1879 y sus funciones fueron las clásicas de un sargento embarcado, es decir, entrenar a su dotación, guardia en la toldilla de la nave, pero en ningún momento participaban de las labores netamente marineras”, señala Mellafe.
No es mucho más lo que se sabe sobre su personalidad. “Terceros indican que era un hombre humilde, callado, quitado de bulla y querendón de su mujer e hijo. Preocupado por las angustias de su madre al tener 3 hijos en la guerra, se sabe de la existencia de al menos una carta de Juan a su mamá donde la tranquiliza”, detalla el historiador.
El historiador apunta que la misión específica del sargento como parte de la artillería de marina era muy clara. “En todas las armadas del mundo de la época (y antes también), cuando se entraba en combate se destacaba una guardia especial a la bandera que se izaba en la toldilla de la nave, esto en razón por si algún marino tuviese la mala ocurrencia de ‘bajar el pabellón’ en señal de rendición. También estaban ahí para que, en caso de abordaje, protegiesen la bandera de caer en manos enemigas”.
Esto explica por qué Aldea sí escuchó a Prat cuando gritó la orden de abordaje al Huáscar. “El 21 de mayo de 1879, Aldea estaba junto con una parte de la dotación del Artillería de Marina, en la toldilla de la Esmeralda cumpliendo la función ya dicha y al lado del capitán Prat”.
Una vez en la cubierta del monitor el sargento avanzó por el costado de estribor, pero cayó abatido por los disparos, que al parecer le destrozaron las extremidades. “Aldea quedó muy malherido después del combate y con varias hemorragias. En documentos que indican que le fue amputado un brazo, algunos indican que fue el brazo y la pierna y otros no dicen nada al respecto -dice Mellafe-. Lo que sabemos es que Aldea fue depositado en el muelle de pasajeros de Iquique junto con los cadáveres de Prat y Serrano. Alguna mano piadosa lo trasladó hasta el hospital, pero aparentemente sus heridas eran tan graves que no había mucho más que hacer. De esta manera fallece el 24 de mayo de 1879, el mismo día en que cumplía 26 años”.
Los restos del sargento Aldea fueron sepultados al día siguiente en una fosa común. Tiempo después, en junio de 1881, cuando la guerra ya estaba concentrada en la sierra central del Perú, el cuerpo fue exhumado. Hasta hoy, reposa en la Cripta del Monumento a los Héroes de Iquique en Valparaíso.
Hoy, el equivalente del regimiento al que pertenecía Aldea es el Cuerpo de Infantería de Marina. “Con el correr de los años el Regimiento Artillería de Marina fue mutando -detalla Mellafe-. De esta manera en 1903 deriva en el Regimiento Artillería de Costa, esta vez pasando ya a depender de la Armada. El 3 de marzo de 1964 el cuerpo es reorganizado y pasa a denominarse Cuerpo de Infantería de Marina”.