La fiesta siempre tuvo a los latinos: las claves de Hip hop x siempre
El documental producido por Jessy Terrero, para Amazon Music, recorre la historia del hip hop y la subvalorada participación de los latinos desde los comienzos del movimiento. Un abrazo entre negros e hispanos en el bronx que empujó al estilo por todo el mundo hasta el auge latino en la actualidad. Pasan los testimonios de gente como Fat Joe, B-Real, N.O.R.E. y Residente, hasta nombres más actuales como Trueno y Villano Antillano. Culto accedió al trabajo y acá detalla algunos puntos.
Ya en la película Wild Style (1983), la primera en que se presentaba al mundo al movimiento del hip hop, tenía en su reparto un latino. El puertorriqueño Lee Quiñones interpretaba a un graffitero, lo que llamó la atención de los chicos hispanos que crecían en las barriadas del bronx. Al fin y al cabo uno de ellos era parte de un estilo que emergía. Ese punto ilustra la tesis del documental Hip Hop x siempre, enmarcado en los 50 años del género y ya disponible en la plataforma Amazon Music.
Se trata de un proyecto a cargo de Jessy Terrero, productor y videísta que ha trabajado con gente como Wisin & Yandel y el grupo Aventura. En un relato sin voz en off, articulado en base a entrevistas a variadas figuras, como Fat Joe, B-Real, N.O.R.E. y Residente, el documental aborda la huella de los latinos desde el inicio del hip hop y como el estilo fue influyente para las nuevas generaciones. Una reflexión contingente, a tono con el auge de lo latino con el éxito de artistas como Bad Bunny, Rosalía, y más reciente, el mexicano Peso Pluma.
El relato se sustenta con el testimonio de quienes estuvieron en los días clave, como en el caso de Fat Joe, nacido en el Bronx, pero de ascendencia puertorriqueña y cubana, quien detalla su experiencia. La clave, dice en el documental, fue que ambos grupos se integraron al compartir los mismos espacios. “Crecí en un barrio de negros, nunca vi a los latinos y a los negros de forma diferente, siempre los he visto igual”, afirma. La contribución de los latinos al hip hop ¿sabes? siempre es controversial cuando lo digo. No lo sé, hay algo nuevo sucediendo”, agrega.
Incluso hay canciones que de alguna forma cruzan ambas miradas. Así lo hizo Mellow Man Ace, cubano pero criado en EE.UU, quien en 1990 impuso el hit Mentirosa, el primero de un hip hopero latino, tras su salida de Cypress Hill, una institución del hip hop. Un tema que nació casi de casualidad. Estaban estancados con B Real. “Llevábamos estancados 45 minutos, no se nos ocurría nada, me fui al baño y es cuando escuché al chico de al lado”.
Fue entonces que Mellow Man Ace tuvo una epifanía. “Le dijo a su madre: ‘amá, i’m going to the licore store, ahorita vengo’. Pensé ‘hablamos así todos los días, ese es el estilo’. Si hago una línea en inglés, la siguiente es en español”. Así nació Mentirosa, un tema que alterna letras y rimas: “Check this out baby/tenemos tremendo lio/last night you didn’t go a la casa de tu tio”.
El trabajo incluye además la mirada de generaciones más recientes sobre el hip hop como un caso de mestizaje. Tal es el caso del argentino Trueno, uno de los nombres claves de la bullente escena urbana trasandina y del auge de la música latina en nuestros días. “Para mí cuanto más se mezcle, cuanto más se choquen esos mundos, y se acerquen otros horizontes, otros continentes, otras culturas, es enriquecedor para todos los géneros”, dice.
También participa Residente, uno que ha llevado la bandera de los latinos desde sus inicios como parte de Calle 13. “El entender el aporte de los latinos al hip hop, le da longevidad al género, lo hace más grande, más abarcador y le da más vida”, asegura.
Es interesante, asimismo, la repasada por la presencia femenina en el género, aunque sin problematizar en demasía sobre los límites y las condiciones en que esta se despliega. Pero de todas formas, se valora la presencia de nombres como Villano Antillano, la productora Mimi Valdés y la rapera Snow Tha Proyect, de raíz mexicana. “Fue un acto de rebeldía escucharlo (el hip hop), aún más rebelde unirme y convertirme en rapera, cuando ellos [mi familia] querían que fuera una cantante de mariachi tradicional”, dice esta última en el documental. “Si no fuera por el hip-hop, no sabría lo que estaría haciendo. [Hip-hop] se convirtió en mi vida, mi familia, la razón por la que mi hijo va a tener una buena vida”.
En suma, se trata de un documental que despliega una tesis de forma muy clara, basado en testimonios de la época, pero quizás extraña una mirada más profunda desde los afroamericanos, los que habitualmente son los considerados los nombres claves del género. Pero se entiende a qué público se le está hablando desde la elección de las fuentes, y la discusión que se plantea, desde una clásica lectura del pasado a través del filtro de la contingencia.
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