Tom Morello en Chile: nostalgia y rabia contra la máquina
En su regreso a Chile, el afamado guitarrista desplegó un show en formato de mosaicos de canciones, donde repasó su trayectoria e hizo gala de su carisma y cercanía con el público. No faltaron los guiños al estallido social y los homenajes a figuras como Víctor Jara y Chris Cornell, en una noche cargada a la nostalgia.
Bastaron unos segundos para generar el ambiente. A las 21.00 en punto las luces se apagaron en el Caupolicán, señal inequívoca del arranque del show de Tom Morello en Chile. Pero en ese instante, con el recinto aún en tinieblas, comenzó a sonar Manifiesto, el inmortal tema de Víctor Jara. Nada de casual, el hombre clave en el sonido de Rage against the machine y Audioslave ha manifestado su respeto hacia la figura del malogrado cantautor chileno en cada ocasión que puede. Un momento emotivo, seguido con respeto por el público que llegó hasta el recinto de calle San Diego.
De inmediato entró Morello en escena. El arranque con One man revolution (de su proyecto acústico The Nightwatchmen) mientras se proyectaba la imagen del Negro Matapacos, un símbolo del estallido social, dejaba las cosas todavía más en claro.
El show en solitario de Morello está construido como un repaso de su trayectoria. Algo así como una biografía musical llevada a escena, en que a retazos, repasa material de sus proyectos y colaboraciones, como Let’s get the party started, el tema que trabajó junto a Bring me the horizon.
Además de tocar la guitarra, Morello se encarga de cantar en varios de los temas. Sin descollar, cumple y saca provecho de su voz profunda. Asimismo, echa mano a su simpatía natural. En su estilo apasionado saluda al público, anuncia que va a repasar “todos mis álbums” y remarca que Santiago es uno de sus públicos favoritos. Aún no puede olvidar la legendaria “batalla de Santiago”.
Y de inmediato, casi como para no dar pausas, lanza el riff de Bombtrack. Con este abre un medley de Rage against the machine, en que pasan como una ráfaga referencias a temas como Know your enemy, Guerrilla radio, Sleep now in the fire, para cerrar con el incendiario riff de Cochise, uno de los primeros temas de Audioslave, aquel proyecto que llevó junto a Brad Wilk y Tim Commerford y Chris Cornell en los primeros años de los dos mil. Probablemente el momento más celebrado por la fanaticada rockera.
Ahí vino otro momento emotivo. Un breve homenaje al ex cantante de Soundgarden, con parte de Like a stone, de Audioslave, interpretada en una versión reducida, con el guitarrista de apoyo haciendo la voz solista y Morello mostrando uno de sus mejores solos. Muy breve y la sensación de gusto a poco es difícil de pasar. Mientras, una foto de Cornell proyectada de fondo le sumaba la nota emotiva que enganchó con el público, el que coreó el tema con entusiasmo desbordado.
En su rol de guitarrista, Morello demuestra que mantiene intacta su capacidad para trabajar la guitarra eléctrica como una máquina de sonido. Los aullidos extraídos desde el clavijero, el juego con el pedal Whammy y el mástil del instrumento, lo muestran en todo su espesor creativo. Y aunque su guitarrista de apoyo no lo hace mal en la voz solista, a ratos palidece frente a la inevitable comparación con los temas originales, en especial cuando suena Gossip, el que Morello grabó junto a los italianos Mäneskin. Le sigue otro guiño a Chile con Lightning over México, el tema que lo reunió con Ana Tijoux, a quien se extrañó en escena.
También hubo repaso para sus días en Prophets of rage, aquel supergrupo de 2016 del que lanzó una selección de riffs en que incorporó pasadas por títulos como Rat race, Battle sirens, para cerrar con Bullet in the head, de Rage. El público corea “Moreeeello, Moreeeello” y lo sigue cuando canta Keep goin’ solo con guitarra acústica como si fuera un viejo blusero en un bar del Delta, marcando un momento de pausa en el ritmo del show, a la vez que denota lo cómodo que se siente en escenarios más pequeños. Y echando mano a su bagaje, pide a la gente que se agache al cantar World wide rebel songs, algo así como si estuviera en los pastos de alguna Universidad. Nada mal para sacar provecho a material que el público no maneja del todo.
En el envión final pasa otro collage musical de Rage, esta vez, concentrado en temas menos evidentes como Testify, que vuelven a encender al respetable. También una repasada a la versión para The ghost of Tom Joad, de Bruce Springsteen, que era parte del set de la gira de regreso de Rage against the machine que quedó trunca por la lesión de Zach de la Rocha. Al cierre, otra mirada a Rage, esta vez con una interpretación de Killing in the name, en versión de karaoke con el público haciendo la parte de Zach de la Rocha; y por supuesto con la afamada adaptación criolla para el estribillo “And now you do what they told ya”.
Como cerrando el círculo abierto con la apertura, se suma la habitual versión en clave punk rock de Power to the people, aquel sencillo de vocación pop del período más radical de John Lennon. Un guiño a la historia del rock como para marcar el respeto por la tradición y que a la vez, es una conclusión para un show estructurado como un mosaico de ideas y canciones; a ratos algo disperso, pero que así mismo habla del espíritu aventurero del artista. Un profeta de la rabia que no desea detenerse.
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