Habitual polemista, el octogenario escritor Mario Vargas Llosa, quien por estos días está hospitalizado a consecuencia de un contagio de covid-19 (por segunda vez desde el año pasado), no se ha restado de los debates de la agenda pública, en particular en temas sobre derechos y libertades cívicas. Tampoco sobre temas que bordean la vida y la muerte, algo que bien podría ser un interés para un hombre de larga vida.
Así lo hizo en 2021, cuando España aprobó la ley que regulariza la eutanasia, esto es, la despenalización de la ayuda médica para morir en personas con una enfermedad en fase terminal o una dolencia irreversible, lo que debe ser autorizado por un facultativo tras constatar el estado de salud. En esa ocasión, Vargas Llosa, a tono con su tendencia política liberal, apoyó públicamente la iniciativa.
El Nobel peruano reside en España desde los primeros años noventas, donde es integrante de la RAE. Imbuido así del debate que desató la iniciativa sobre la muerte asistida, publicó una columna (a la par en la península y en su Perú natal) titulada El derecho a morir.
En esta, Vargas Llosa defendió la iniciativa, arremetiendo contra aquellos que sostienen su oposición a partir del derecho a la vida. “La defensa de la vida, en este caso, equivale a una macabra broma pues celebrar en un enfermo terminal los fastos de la vida de los que no podrá nunca disfrutar, no cabe siquiera discutirla, sólo facilitarle la salida tomando, claro está, todas las precauciones posibles para, en primer lugar, confirmar que la víctima ha tomado esta decisión de manera firme e inevitable y sin otra razón que la de la enfermedad terminal”.
En su argumentación, el Nobel peruano señaló que que la defensa de la vida no se opone al derecho a la muerte asistida. “El derecho a vivir no se ve amenazado por el derecho a morir, más bien reforzado, porque no hay nada como la referencia de la muerte para apreciar las infinitas riquezas de la vida”.
La literatura como defensa de la muerte
Pese a sus vividos 87 años, Vargas Llosa se ha empeñado en mantenerse activo. A la manera de autores de larga trayectoria vital como Tolstoi y Szymborska, mantiene una estricta rutina de trabajo diaria. De hecho, durante el 2022 publicó La mirada quieta, una semblanza sobre Benito Pérez Galdós y el cuento Los Vientos, muy comentado por sus similitudes con los líos amorosos del autor, aunque él siempre descartó ese vínculo.
“Yo trabajo de una manera bastante metódica, soy muy ordenado para mi trabajo, no para el resto -detalló a BBC Mundo en 2019-. Trabajo siete días por semana, 12 meses al año. Y no tengo la sensación de que es un trabajo. Realmente escribir es para mí un placer, aunque me cueste y tenga períodos muy difíciles”.
En esa misma charla se explayó sobre el hecho de ser un hombre de larga vida, en días en que la esperanza de vida a nivel global para los hombres, según datos de la ONU, es de 70,3 años. “La vida se ha alargado muchísimo, desde luego. Y eso tiene muchos valores pero también muchos problemas: que cada vez menos gente va a tener que apoyar y alimentar a más gente. Significa que tendremos que aguzar la imaginación para que ello sea posible”.
También ha reflexionado sobre la muerte. No en vano, fue el deceso del filósofo Michel Serres, el que permitió su ingreso en la Academia Francesa. Consultado por el temor a la muerte por BBC Mundo, señaló: “La muerte a mí no me angustia. Hombre, la vida tiene eso de maravilloso: si viviéramos para siempre sería enormemente aburrida, mecánica. Si fuéramos eternos sería algo espantoso. Creo que la vida es tan maravillosa precisamente porque tiene un fin”,
Echando a correr la imaginación del escritor, Vargas Llosa hasta se aventuró con una posible escena para su propia muerte. “Me gustaría que la muerte me hallara escribiendo, como un accidente (...) Me gustaría ser recordado fundamentalmente como escritor, aunque uno no sabe en qué forma va a ser recordado, si es que va a ser recordado”.
En su habitual talante intelectual, volvió a reflexionar sobre el asunto en una entrevista con El Mundo, de España, fechada en febrero de este año. “La literatura es una defensa contra la muerte. Ahí, en la novela, encuentras una eternidad que es ficticia, pero que permite protegernos de eso que nos da mucho miedo, sobre todo cuando ya estamos viejos, que es la proximidad de la muerte”.