Juan Villoro: “Hoy en día un algoritmo es más influyente que un pensador”
El destacado autor mexicano publica La figura del mundo, un volumen donde se explaya en torno a la figura de su padre, el filósofo catalán Luis Villoro. Sobre el pasado, la paternidad, pero también de fútbol y la Inteligencia Artificial se explayó con Culto.
Un día, su natural curiosidad llevó al escritor mexicano Juan Villoro a hacerle una pregunta a su padre, el filósofo catalán Luis Villoro. “La revista Orsai, de Argentina, me pidió un texto sobre la figura del padre. Recordé que él me había dicho que en el internado de los jesuitas los alumnos eran divididos en romanos y cartagineses para estimular la competencia. Le pregunté a qué bando pertenecía y dijo: ‘A los cartagineses, por supuesto’. Me sorprendió ese ‘por supuesto’. ¿Por qué se interesaba por los vencidos de la historia? Fue el germen de esa crónica y de este libro”.
Al libro al que hace alusión Villoro se llama La figura del mundo, publicado por Random House y ya se encuentra en nuestro país. En el volumen desarrolla una interesante crónica sobre su padre, su rol como un intelectual emigrado desde Barcelona a México, sus años apoyando a la izquierda, la causa estudiantil (pasando por la matanza de Tlatelolco, en 1968) y su fría personalidad de intelectual y futbolero, hincha del FC Barcelona y del Pumas de la UNAM (a diferencia del autor de El testigo, aficionado del Necaxa, como Don Ramón).
“En 2005 escribí un primer texto sobre él: El libro negro, que está en mi libro de crónicas Safari accidental. Trata del momento en que mi padre tenía prohibida la entrada a Estados Unidos por supuestas actividades antinorteamericanas, como las de haber fundado un partido de izquierda y apoyado la Revolución Cubana. Llegué a ver ese volumen negro en las aduanas de Estados Unidos. Ahí estaba el nombre de mi padre, y esa condena lo hacía sentir muy orgulloso.”
Si bien, usted ha abordado el tema de su padre en otros de sus libros, ¿cómo define este?, ¿qué tiene de distinto respecto a los otros acercamientos que ha hecho desde su obra?
La figura del mundo es un libro de memorias. En esa medida hablo del padre que tuve o del que investigo en el recuerdo. En otros libros míos aparecen padres que a veces tienen rasgos de mi padre, pero no son un retrato suyo. Eso permitió que él viera mi obra de teatro El filósofo declara y riera mucho con las locuras de los personajes, algo bastante curioso porque muchas de las frases que decían eran suyas y de sus amigos.
Al inicio del libro, usted relata que una amiga suya le comentó: “alguien dedicado a la creación no debiera tener hijos”. ¿Lo comparte?
No necesariamente. Hay artistas e intelectuales que han sido estupendos padres. Sin embargo, la necesidad de dedicar horas y horas al trabajo. Sin capacidad de abstracción no escribes La montaña mágica. El artista habita una realidad paralela, lo cual no es muy agradable para quienes lo rodean. Cuesta trabajo imaginar a Beethoven suspendiendo la composición de la novena sinfonía para llevar a un niño al circo. Por desgracia, abundan los casos de hijos de artistas que han crecido en el abandono.
Su padre fue un filósofo, un intelectual. ¿Cuál cree que hoy en día es el rol de los intelectuales en la era digital y de las redes sociales?
La importancia del intelectual ha disminuido mucho. Hoy en día un algoritmo es más influyente que un pensador.
Su padre fue inmigrante catalán en México. ¿Qué cree que pensaría él de las políticas de Trump o del auge de la ultraderecha en España con un discurso duro antiinmigración?
El auge de la ultraderecha le parecería una extraña repetición del pasado. De manera asombrosa, se promueven como novedades ideas que fracasaron hace mucho. Por eso Milan Kundera dijo que habitamos “el planeta de la inexperiencia”. La mayoría de los seres humanos actúan como si nada hubiera sucedido antes. Trump tiene antecedentes en otros populistas delirantes. En 1936, Sinclair Lewis escribió la sátira Eso no puede pasar aquí, inspirada en la postura política de Charles Lindbergh, que fue condecorado por Hitler. La campaña de Trump ya había sido narrada por Lewis. Pero el ser humano no ve para atrás. El pasado es una especialidad que sólo interesa a los historiadores, los periodistas y los escritores.
El fútbol ocupó una parte importante de la vida juntos, usted comenta que lo hizo más que nada para acercarse en su rol de padre. ¿Cómo fue la experiencia de haber apoyado a diferentes equipos?
Mi padre era muy respetuoso con las ideas ajenas. Quería que yo decidiera todo por cuenta propia, como si fuera un pequeño filósofo. Eso me exasperaba, pero me ayudó a tener convicciones diferentes. Él apoyaba a los Pumas porque era el equipo de su universidad. Yo no era universitario y mis amigos del barrio apoyaban al Necaxa; preferí asociarme con la calle donde vivía y él lo respetó. Además, él era un aficionado tibio y yo era un fanático, así es que supo tolerarme.
Sobre lo anterior, ¿considera que esta es una especie de autoficción sobre su padre?, ¿cómo definiría el ejercicio que hace en este libro?
No es una autoficción en la medida en que no busco que haya rasgos de ficción. No es una novela selfie, conmigo al centro. Es un testimonio. El protagonista es mi padre y yo soy su testigo; él aporta las razones y las acciones y yo aporto las emociones y las interpretaciones.
¿Por qué el título de La figura del mundo?
En el libro comento que mi padre creía que ciertos autores lograban ordenar el caos de una época en una figura nítida, capaz de describir ese momento. En la arbitraria marea de los hechos podemos distinguir una constelación de sentido. El título no se refiere a mi padre como persona sino a su forma de entender la realidad. Por eso el subtítulo del libro es “El orden secreto de las cosas”.
Un tema que se ha tomado los comentarios este año es el de la Inteligencia artificial, sobre todo pensando en aplicaciones como Chat GPT, que disparan textos en pocos minutos. ¿Qué le parece el uso de la Inteligencia Artificial en la literatura?
El Chat GPT todavía depende de las preguntas que le hagan para reaccionar bien. Se calcula que uno de los diez primeros oficios que desaparecerán con la IA es el periodismo. Los siguientes en caer serán los guionistas de cine y televisión. Los más irreductibles serán los poetas. Hay que confiar en ellos.
¿Le teme a la Inteligencia Artificial?
No le temo yo, le temen sus inventores, que es lo preocupante. La renuncia de Geoffrey Hinton a Microsoft es una prueba de ello. El “padre de la IA” abjuró de su criatura. El verdadero problema no es el robot sino su dueño. ¿Pero quién influye en los dueños del planeta? ¿Podemos confiar en que Vladimir Putin o Elon Musk actúen de manera sensata?
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