El Clon de Tyrone: la elogiada apuesta de Netflix para contrarrestar el fenómeno Barbenheimer
Un traficante de drogas, un proxeneta y una prostituta lideran esta comedia de ciencia ficción sobre una conspiración gubernamental, ya disponible en la plataforma. Inspirado por títulos como The Truman Show (1998) y Sobreviven (1988), el debutante Juel Taylor construye un relato que equilibra la diversión con los guiños a las tensiones del mundo actual.
“Un proxeneta, una prostituta y un narcotraficante entran a un bar. ¿Y si los convertimos en los héroes?”. Esa fue la broma que en parte impulsó a Juel Taylor en la creación de El clon de Tyrone, su primer largometraje como director, estrenado en Netflix hace unos días.
Inspirado por títulos como The Truman Show (1998) y Sobreviven (1988), el realizador imaginó una trama que presenta a los habitantes de Glen, un ficticio barrio negro del sur de Estados Unidos donde el crimen domina las calles.
En esa localidad, Fontaine (John Boyega) es un traficante de drogas, Slick Charles (Jamie Foxx) es un proxeneta y Yo-Yo (Teyonah Parris) es una trabajadora sexual. Un trío que se une en una misión que los lleva a descubrir el secreto que envuelve a la comunidad. El motivo de su unión reside en que, a la mañana siguiente de morir producto de los disparos, Fontaine despierta y recorre las calles del vecindario como si nada hubiera pasado, sin tener recuerdos de lo que ocurrió.
Guionista de Creed II: Defendiendo el legado (2018) y Space Jam: Una nueva era (2021), Taylor imagina una historia que cruza la comedia, la ciencia ficción y el misterio, situando en el centro a una conspiración gubernamental que se empieza a revelar cuando descubren un laboratorio subterráneo.
“Pensé en todas estas conspiraciones que escuché mientras crecía y solo traté de divertirme y ser un poco grosero”, explicó el director de 36 años a The New York Times. “Estoy jugando con la idea de cómo nos vemos y cómo nos ven los demás; pero, al final del día, estoy tratando de volverlo entretenido”.
Con ecos del cine Blaxploitation, el filme lanza preguntas que muchas veces provocan desconcierto. “Algunas de estas cosas me hacen sentir incómodo, así que sé que otras personas se sentirán incómodas”, indicó. “No conozco una manera de explorar estas cosas sin poner las imágenes en la pantalla”.
Netflix confió en la película para ponerla en su catálogo a partir del 21 de julio, el mismo día en que llegaron a las salas de Estados Unidos Barbie y Oppenheimer, las protagonistas del gran fenómeno cinematográfico del último tiempo. Aunque en términos de impacto probablemente no hay comparación, El clon de Tyrone se sitúa entre los largometrajes más vistos del momento en la plataforma y se ha consolidado con buenas críticas.
Según Rolling Stones, la cinta “podría ser más ajustada, más tensa y un poco más aguda con su sátira. Sin embargo, hay suficientes momentos cinematográficos grandes, mejores que decentes, desde tiroteos hasta canciones improvisadas en el ascensor, que ni siquiera una pantalla pequeña puede diluir. ¡Esto es entretenimiento!”.
“El clon de Tyrone plantea un buen escenario, pero el filme es demasiado incompleto y conceptual para funcionar como un thriller de pesadillas. Sin embargo, establece a Juel Taylor como un director de oficio y cierto nervio audaz”, opinó Variety, agregando que “los actores son tan buenos que me hubiera gustado que la película simplemente hubiera seguido el destino cotidiano de estos tres personajes”.
“Un Foxx inspirado, una Parris subversiva y un Boyega despiadado pero melancólico, que carga con la mayor parte del peso dramático, adaptan los estereotipos comunes de la vida negra urbana al humanismo rico y dinámico de su realidad”, apuntó The New York Times.
The Guardian expresó que los tres protagonistas “tal vez merezcan estar en un filme más serio o en una comedia que se oriente más hacia los adultos. Bueno, es un filme con su propia inocencia y encanto peculiarmente inesperados”.
Por su parte, Los Angeles Times advirtió: “La historia toma un tiempo para ponerse en marcha, luego divaga mucho una vez que se ha establecido la premisa. Y el diálogo avanza tan rápido que puede ser difícil de seguir. Pero se supone que los jóvenes cineastas deben correr riesgos como este. Deberían estar tan llenos de cosas que decir, tan entusiasmados con su propia creatividad, que se excedan”.
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