La primera vez que Mara Barros (Huelva, 1980) se encontró cara a cara con Joaquín Sabina, fue a la salida del estudio. Apenas llevaba un par de días contratada como corista del célebre cantautor y debió presentarse a grabar arreglos de voces. Tras acabar una sesión, se lo topó.
“Nos encontramos y le dije: ‘maestro, qué placer conocerle’ y me dijo ‘si me llamas maestro, empezamos mal’”, cuenta Mara desde España. Tras volver a saludarse, esta vez de manera más coloquial, Sabina cayó en cuenta que la chica de 29 años que la saludaba era la nueva corista. Directo y en su estilo, le espetó: “No me gusta lo que has hecho”.
“Me rompió el alma en dos pero mantuvo el tipo y le dije: ¿pero por qué? -recuerda Mara-. Me dijo: No eres tú, tú cantas muy bien. Los arreglos, no me gustan los arreglos de voces, bueno, estamos en un estudio podemos hacer lo que nos plazca. Repitamos. Yo todo el tiempo pensé que iba a ser la corista del disco, nunca pensé en la gira y en acompañarlo el resto de sus vidas. Entonces, no entendía cuál era el problema, porque era un estudio y se podía repetir. Y él me hablaba de la conexión, de que tenía un fraseo muy concreto, que seguirle era complejo”.
Sabina se sentó y se tomó un par de vasos de Whisky. “Ahí ya se relajó y me comentó que pensaban llevar a una cantante nueva para la gira. Le invité a pasar a la pecera, me pusiera a prueba y cantemos juntos. Ahí lo conquisté. Conectamos muy bien, a pesar de la diferencia, no solo de edad, sino por su trayectoria, su experiencia, su sabiduría. Yo era mucho más inocente, muy fan, muy admiradora, pero no tenía tanto recorrido como tengo ahora, ni como tenía él en ese momento. Estaba con mucho miedo, pero al final conectamos a pesar de también ser muy distintos”.
Desde ese año 2009, Mara se volvió corista de Sabina. Como suele hacerlo en sus shows, el cantautor le da un espacio para cantar y hasta para hacer alguna que otra broma. Algo muy a tono con su personalidad espontánea, de hecho no tiene un guión para sus shows, aunque suele hablar en los momentos indicados.
“Es muy generoso -apunta la española-. Creo que cualquiera que vea un concierto de Joaquín en cualquier lugar lo va a tener claro, porque nos da muchísimo espacio. Está claro que a él también le viene bien, porque así se echa sus cigarrillos y puede descansar la voz, como él dice la voz de lija que tiene. Pero pero podría no hacerlo ¿sabes? podría ser un concepto más corto o hacer un descanso musical, solamente instrumental. Pero nos da muchísimo espacio, en especial a mí porque yo aparte de cantar una canción solista, como el resto de mis compañeros, hago dúos con él, hago coreografías, hago intros”.
Otra cosa son los ensayos. “Lo de ensayar se lo toma bastante en serio, sorprendentemente, porque no es que le guste mucho, pero supongo que ya es consciente de la edad que tiene y además viene de un par de años inactivo por la pandemia, y la verdad se la toma bastante en serio, muy sorprendentemente y muy gratamente, claro para nosotros es fantástico”.
Antes que las palabras, fue la música lo que más sonó en la infancia de Mara. Su familia era la propietaria de una pequeña tienda de discos en Huelva, un ciudad portuaria del suroeste de España. Su padre, Pepe Barros (un acérrimo fan de The Beatles), también tuvo una acotada carrera como cantante. “Se hizo popular porque se sustituyó a Camilo Sesto en el musical de Jesucristo Superstar en el año 75, en Madrid -detalla Mara-. En ese elenco estaba Antonio García haciendo el personaje de Simón Zelotes, como todos saben, él ha estado al lado de Joaquín (Sabina) desde hace más de 30 años, es es su mano derecha y uno de los coautores de muchas de las canciones de Sabina”.
Esa conexión fue la clave. Mara había crecido escuchando la música de Sabina en la tienda de discos de su familia. “Ahí mi madre me ponía La del Pirata cojo que fue la primera canción que yo escuché de Sabina. Luego el padre de un mejor amiga me regaló un disco, después tuve un novio que hacía tributos a Sabina. Y de ahí pues Sabina, Pablo Milanés, Serrat, me apasiona todo ese mundo de la cantautoría”.
A su vez, García había seguido la emergente carrera de Mara desde su irrupción en un programa de talentos. “A Antonio siempre le decía ‘quiero conocer a Joaquín’. Nunca se daban la circunstancias hasta que por cosas de la vida, pues necesitaba una corista nueva y Antonio me llamó. Sabina es muy leal a su familia profesional, en mi cabeza no existía la posibilidad de que yo trabajase nunca con Joaquín, porque ya llevaba muchos años trabajando como Olga Román como corista, pero ella salió y entonces buscaba una corista nueva”.
También trabajaste con Camilo Sesto. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Tuvo que ver esa conexión de tu padre con él en los 70s?
Para mi desgracia fue una experiencia corta, pero sorprendentemente mi padre no tuvo nada que ver, fue de forma natural. Camilo hizo una gira muy cortita de tres conciertos, uno en Argentina en el Luna Park, otro en Perú y el otro en Los Ángeles. Eran solo tres conciertos. Camilo suele llevar de corista dos chicas de un chico, y ya tenía a la chica y el chico, pero le faltaba una más. Entonces los músicos de su banda se acordaron de mí. Yo estaba terminando una de las giras de Joaquín Sabina y di el sí rotundo. Estaba reventada, agotada, así que meterme en plan de ensayar y volver a salir para hacer conciertos a lo mejor me lo habría replanteado, pero era Camilo. Curiosamente el pianista de Camilo que era el director musical, es hoy mi pianista. Sé que con la banda tenía una relación increíble, no volví a trabajar con él porque volví a trabajar con Joaquín Sabina. Él ya era un artista mayor, no iba a los ensayos, por lo que yo solo le veía en los conciertos, fue una relación más fría. Sí al final de la gira hizo una cena para todos. Fue una experiencia fugaz.
Una solista tardía
Mara estará en Chile este jueves 3 de agosto para mostrar parte de su trabajo en solitario, en que ya lleva tres discos. El primero se lanzó en 2003, cuando era una cantante emergente, pero los recovecos de la industria la alejaron de los estudios. “Y yo llegué idealizando la industria discográfica y cuando la experimenté, ahí me di de bruces con la realidad y entendí que uno habla de arte y la industria habla de números. Entonces no no supe dominar esa situación y dije ‘nunca más haré un disco’”.
El silencio se extendió por un tiempo largo. “Quince años después de grabar el primero, mi entorno que me quiere mucho, empezó a insistir en que tenía que sacar algo como solista, porque tarde o temprano Joaquín se va retirar. Yo estaba bastante resistente y entonces dije vale, hagamos un testeo”. Allí salió Por motivos personales (2017), el que tuvo una inesperada buena acogida entre la fanaticada de Sabina. Incluso el mismo cantautor participa en una colaboración. “La respuesta ha sido increíble, muy emocionante. Así que ya dije bueno, pues ya que empezó hay que seguir”.
Después, Mara Barros lanzó Me nace del corazón (2022), un álbum tributo a la música popular mexicana que surgió tras animarse a cantar un par de rancheras durante un show en México. Por ahora no está trabajando en nuevo material, pero se muestra abierta a descubrir nuevo repertorio para cantar, porque se reconoce más una intérprete que una autora en toda regla.
“Yo tengo que pensar mucho más, tengo que analizar el momento que está pasando la industria, lo que quiere escuchar el público, lo que no estoy dispuesta a cantar, lo que me apetece. Yo entiendo a pensar mucho y analizarlo todo demasiado, entonces es para mí cada vez que grabo un disco es un trabajo de investigación previo agotador”, apunta.
¿Y música chilena? “Me nutro inevitablemente de mucho, pero quiero investigar más. Porque además no me gusta mezclar países, entonces si hago un disco de música Argentina no quiero hacer algo de música Argentina y Chilena ¿sabes? he escuchado a Víctor Jara y Violeta Parra, claro, pero quiero estudiar más”.
Las entradas para el concierto de Mara Barros en el Club Chocolate ya están disponibles a través del sistema Passline