Para José Alfredo “Pollo” Fuentes, salir a la calle era toda una experiencia. Derechamente, no podía caminar tranquilo. Así le ocurrió una tarde perdida de comienzos de los setenta, cuando salía del Café Jamaica, entre Huérfanos y Estado. Habitualmente, cuando debía hacer algún trámite, trataba de salir lo más rápido que podía para evitar el acoso de las fans. Pero, casi de casualidad, se topó con otro nombre clave de la cultura del momento; el cantautor y director teatral, Víctor Jara.
“Yo andaba tratando de de esconderme porque no podía salir a la calle tranquilo y me fui rápido a buscar mi auto, pero en la salida del café me toman de un hombro y me saludan. Era Víctor Jara con su sonrisa. Fue muy grato y cordial conmigo”, recuerda el popular “Pollo” en charla con el periodista Freddy Stock para el libro 5 Minutos: la vida eterna de Víctor Jara, recién publicado y ya disponible en tiendas del rubro.
Siempre curioso, Jara deseaba conversar con el cantante y luego hombre televisivo. “Estaba muy interesado en saber cómo manejaba esto de la fama y cómo lo hacía para andar en la calle. Luego coincidimos en partidos de baby fútbol que organizaba la revista Ritmo, yo estaba en un equipo von Wildo, Buddy Richard, y otros cantantes de la Nueva Ola, y él jugaba con los Quila, era muy rápido y hábil”.
En esos años, Jara prestaba atención al fenómeno de los cantantes juveniles. A diferencia de compañeros de militancia, que veían a los artistas más populares y masivos con un cierto desdén, y más aún a fenómenos anglosajones como The Beatles (considerados “extranjerizantes”), el hombre de El Cigarrito había notado el potencial de la música para llegar hasta las masas. De alguna forma eso lo llevo a decantarse a seguir una carrera de cantautor por sobre la de director de Teatro en la que se había destacado desde el segundo tercio de los sesenta.
Por ello, Jara se vinculó con grupos emergentes. Así, fue un admirador de Los Blops, a quienes no solo invitó a participar en su álbum El derecho de vivir en Paz, sino que además les gestionó personalmente (y con alguna discusión mediante) la grabación de su primer álbum con la etiqueta Dicap, de las Juventudes Comunistas, pese a la profunda desconfianza de la disquera con el grupo, a quienes consideraban unos hippies sin compromiso político.
Ese cruce con Los Blops no era casual. Tras conocer de primera mano la experiencia de jóvenes de California y Londres, captó que incluso sin tener una filiación comunista, había una juventud progresista con anhelos de cambio social.
“Él entendió que en la música estaba el poder de la comunicación popular -explica Freddy Stock a Culto-. Tenía una admiración por lo popular, por fenómenos como el Pollo Fuentes que podían servir para ideas progresistas. Con su gran amiga Gladys Marín tenían esta idea de mirar más allá de las alianzas, mirar al progresismo, acercarse al progresismo de la DC que veía en los jóvenes. Un concepto mucho más amplio que en esa época ni se soñaba”.
Un sello más allá de los partidos
Comprendiendo el alcance del rock y la música popular, Jara comenzó a tener diferencias con el rumbo que tomaba Dicap. Así se planteó iniciar un proyecto propio. Una idea que comenzó a trazar con Víctor Caro, gerente de la disquera y amigo del artista. “El proyecto era generar un sello discográfico popular, pero no folclórico -detalla Caro en un testimonio recogido en el libro de Stock- Queríamos armar un sello paralelo a Dicap, más amplio, agrupar a más gente, a la que sentía cierta admiración por Allende, pero no eran militantes de base (...) la diferencia (con Dicap) era que nosotros íbamos a funcionar, digamos, con la ética que habíamos formado en Dicap, pero con un espíritu progresista”.
“Víctor Jara quería hacer una productora independiente que fuera más allá de lo partidista -acota Stock- Quería lucir a estos fenómenos juveniles como Marcelo, que a lo mejor no son de izquierda ni mucho menos, de hecho con el tiempo se vio que el Pollo Fuentes terminó en actos de la dictadura. Pero eran vehículos juveniles”.
En el mismo texto, Caro recuerda cómo sugirió a Marcelo Hernández, el futuro Tío Marcelo del programa infantil Cachureos, por entonces un cantante juvenil que ya había participado en el Festival de Viña y había logrado imponer el hit Mundo Felíz, en 1969. También había incursionado en telenovelas. “Cuando yo le sugería, por ejemplo, a Marcelo que participara en el proyecto de Víctor Jara, se puso súper contento: ‘Huevón, oh, qué estupendo’, dijo”.
Decidido, Jara decidió sondear a Marcelo. El cantante y rostro televisivo detalla en el mismo libro una ocasión en que tras salir “de una oficina ubicada en la Alameda, me topé con Víctor Jara todo vestido de negro, que me saludó cariñosamente. No sé si era esa vez u otra porque en esa época teníamos muchas reuniones de trabajo por discos y presentaciones...Es una lástima que (el proyecto) no se haya concretado”.
Por su lado, cuando José Alfredo Fuentes fue consultado por Stock sobre el proyecto tuvo recuerdos más bien vagos. “Realmente me sorprende esto que me cuentas del sello, yo feliz hubiera cantado con él o participar en algo así. Le sigo teniendo mucha admiración y respeto”.
Más aún, Víctor Jara estaba trabajando la instalación de una productora de espectáculos, la Organización Nacional de Espectáculos (ONAE), algo así como lo que hacen las productoras comerciales de la actualidad que cuentan con un booking de artistas y además montan sus propios shows. “Contábamos incluso ya con el respaldo de la oficina cultual de la presidencia, contábamos con todas esas cuestiones -detalla Caro-. Víctor actuó en algunos espectáculos de la ONAE que, en la práctica, era lo que hoy se conocería como una empresa de representación con recitales comerciales”.