Crítica de discos de Marcelo Contreras: Los Prisioneros recargados, Francisca Valenzuela en modo ruptura y Bowie renace

Discos

Las novedades discográficas de esta semana transitan entre el ayer y el hoy. La cantautora chilena regresa con un álbum íntimo, mientras que Los Prisioneros y David Bowie viajan a algunos de los capítulos más rutilantes de sus respectivas carreras.


*Adentro - Francisca Valenzuela

El sexto álbum de la cantante nacional propone la crónica de una ruptura amorosa, con todo el cruce anímico inherente desde la profunda tristeza y desilusión, luego la conformidad, para finalmente alcanzar una perspectiva sobre la relación fallida. En la gráfica, es un arco dramático pasional y racional que permite un despliegue generoso en canciones distintas. Producido por Francisco Victoria y la propia artista, Adentro ofrece la desnudez expuesta en la portada. La música es más directa y el piano -instrumento central de Valenzuela- pivota; algunas piezas arremeten frescas como si se tratara de tomas en directo de la banda cogiendo recién los instrumentos, con gratos resultados; finalmente todo en su lugar, como es la costumbre en la obra de la cantante y compositora, en cuya imagen domina la sensación de ser primer puesto desde el colegio.

Adentro toma prestado sin pudores, más bien descaro: la intro del piano de Déjalo ir, apenas altera la frase característica de Los dinosaurios de Charly García, mientras Ardiendo se mimetiza con Taylor Swift en versión indie rock, cuya presencia se extiende más allá en el álbum, como un referente en el ejercicio de darle sentido conceptual al quiebre romántico. Funciona, pero no queda muy claro si conmueve.

*Los Prisioneros - La voz de los 80 (edición Dolby Atmos)

El debut de Los Prisioneros, sinónimo de uno de los mejores discos de nuestra historia, refleja también la precariedad de aquel entonces en producción y registro de una banda juvenil de incipiente dominio instrumental, interpretando un puñado de canciones pop rock prácticamente redondas. Con su sonido delgadito y chillón, La voz de los 80 era perfecto en radios portátiles y el personal estéreo.

Esta edición en Dolby Atmos a cargo del productor Chris Manhey, disponible en Apple Music, implicó un nuevo máster convertido a esta modalidad que converge en una experiencia superior. El Dolby Atmos deja atrás la vieja disposición estéreo izquierda y derecha, proponiendo un espacio sónico envolvente y profundo. La mejor manera de comparar los resultados es quitando el Dolby en la configuración de la plataforma. Si bien se sacrifica algo de volumen, el disco ofrece una perspectiva tridimensional, que permite disfrutar numerosos detalles escondidos entre percusiones programadas resaltando estribillos, teclados, armonías vocales y más aire en los instrumentos, partiendo por el bombo de la batería -una palmadita en el original-, ahora un pulso con cuerpo. Como suele ocurrir en estos rescates, equivale a restaurar una obra maestra para ser redescubierta en nuevas perspectivas.

*David Bowie - Ziggy Stardust and the spiders from Mars: The motion picture soundtrack (Live)

De todos los cambios de personaje y folio ejecutados por David Bowie, el más dramático fue dejar atrás a Ziggy Stardust. El 3 de julio de 1973, en el afamado Hammersmith de Londres, dio el último concierto de aquella etapa aún cuando, en rigor, entre el 18 y 20 de octubre del mismo año, en un show grabado para el mercado estadounidense, volvió a encarnar al personaje, entre otros roles.

Este show en particular, en que los músicos y la audiencia se enteraron al mismo tiempo que Bowie cerraba el ciclo que lo había catapultado al estrellato como epítome del rockstar, ha tenido un serpenteante camino. La primera edición fue en 1983; para los 30 años, el productor Tony Visconti remezcló una versión ampliada, hasta llegar al actual ejemplar conmemorando medio siglo.

El show finalmente incluye The Jean Genie empalmada con Love me do de The Beatles, y Round and round, un cover de Around and around de Chuck Berry, con la compañía de Jeff Beck. La banda donde descollaba la guitarra y las armonías de Mick Ronson, arroja olas de rock metálico, cabaret, jazz, psicodelia y soul, siempre en un empaque pop. David Bowie acertó con este vívido punto final. Era una magnífica banda, pero carecía de las sutilezas necesarias para lo que vendría.

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